Oskar Matute: «La coalición debe ajustarse a la ley aunque haya cosas que no gusten»

Diario Vasco

 

Oskar Matute (Bilbao, 1972) se define como «un ciudadano más de este país, preocupado y comprometido con la realidad social del momento en el que vivo, y en ese sentido tomo partido. Y como político intento ser lo mismo». El portavoz de Alternatiba se muestra satisfecho porque la coalición electoral Bildu, formada junto a Eusko Alkartasuna e «independientes soberanistas y de izquierda», ya es una realidad y se estrenará en las elecciones del 22 de mayo.

 

¿Qué les diría a los que sorprende que usted se declare independentista y apoye la coalición?

Yo no he tenido que girar ni asumir postulados que no tenía. Lo que pasa es que antes era una de las caras de Ezker Batua, y esta era una organización, sobre todo en Gipuzkoa, considerada federalista y en algunos sitios hasta española maja. Pero mis posiciones dentro de EB eran las mismas que tengo ahora, lo que pasa es que en Alternatiba se ven con más nitidez. Lo que quiero es que este pueblo pueda decidir libre y democráticamente su futuro y regirse bajo los parámetros que estime oportunos y sin injerencias externas.

 

¿Por eso defiende la coalición con EA e independientes soberanistas?

Bildu pretende ir mucho más allá de aquellas personas que hacen de su sentimiento independentista su columna vertebral y casi única. La coalición es una aspiración para unir a todos los soberanistas e independentistas que quieren construir Euskal Herria desde abajo y desde la izquierda. Por tanto, es una unidad de acción muy amplia.

 

¿Y qué aporta Alternatiba?

Aporta lo que es, una organización política que se identifica con las corrientes de izquierda que han existido siempre en este país. No queremos ser la guinda de una tarta para darle color. Nos consideramos herederos y continuadores, en buena medida, de lo que antes se llamaba extrema izquierda o radical, que siempre ha defendido la construcción de Euskal Herria desde la izquierda. Ese es uno de los valores que aportamos. También una reflexión sincera sobre qué izquierda tenemos que construir en Euskal Herria para que podamos sacudirnos esa especie de sambenito que nos han colgado sobre nuestro carácter decimonónico. La izquierda está más vigente que nunca porque el capitalismo y el modelo neoliberal está enseñando con más claridad que nunca su carácter opresor.

 

Se ha acusado a su formación y a EA de hermetismo sobre la constitución de la coalición Bildu.

Sí, y lo ha sido porque el debate y la toma de decisión política a veces no satisface las necesidades e intereses mediáticos. Es decir, es evidente que en el plano político se ha actuado con cautela, e incluso a veces con una dosificación de la información, pero ha obedecido a la posibilidad de poder informar sobre lo que está ya acordado, no sobre lo que es un futurible. Entiendo las urgencias periodísticas, pero creo que la sociedad también tiene que entender la cautela política, sobre todo porque pasar de una cultura de confrontación y de exaltación de la diferencia, por otra de acuerdo y de apuesta por lo que nos une frente a lo que nos separa no es una tarea fácil.

 

¿Ha sido también por sentirse vigilados por parte de la Justicia?

Claro que sí, y no se trata de una impresión personal. Más de un ministro y destacados dirigentes del PP y del PSOE han señalado a Alternatiba y a EA. Han instado a los aparatos judiciales, y supongo que también a los policiales, a que mantengan una actitud vigilante hacia nuestros movimientos. Hemos notado sobre nosotros una presión que no se da para con otras fuerzas. Eso nos hace partir en la carrera electoral con una posición de desventaja.

 

Aseguran que las listas de Bildu estarán formadas por personas que no tienen ninguna relación con formaciones ilegalizadas.

Nuestra coalición tiene necesariamente que ajustarse a la ley. Hay aspectos que no nos gustan, pero nos vemos obligados a cumplir. Por tanto, nuestras listas estarán formadas por militantes de las formaciones legales que la compongan más independientes que asuman el cuerpo político que alimente Bildu. Quiero recalcar que la presencia de independientes se ha dado siempre y en todos los partidos. Sin embargo, la vigilancia sobre los nuestros va a ser infinitamente mayor que la que vayan a soportar el resto de fuerzas.

 

¿Cree que la izquierda abertzale tendrá finalmente una marca propia en las elecciones de mayo?

Tenía que haberlo tenido ya. Solo no va a ser posible por la politización de la Justicia y por el sometimiento de los aparatos judiciales al cálculo político-electoral de los dirigentes del Estado español. Por eso, hay que exigir que todas las opciones políticas sean legales y que se restituyan los derechos civiles y políticos para el conjunto de la población. Frente a esa demanda nos hemos encontrado, una vez más, un portazo de un Estado que cada vez es menos de derecho, al igual que de bienestar.

 

¿Considera que el Tribunal Constitucional se pronunciará a tiempo sobre Sortu para que pueda estar en las elecciones?

El PSOE y el PP han hecho un cálculo político y electoral que les ha llevado a planificar un calendario que imposibilite la presentación de Sortu en pleno ejercicio de sus capacidades para conformar listas, programas y demás. Pero tengo el convencimiento de que más pronto o más tarde Sortu será legal.

 

¿El programa electoral de Bildu estará basado en el acuerdo Euskal Herria Ezkerretik?

Ese es un acuerdo político de corte estratégico que firmamos Alternatiba, EA y la sensibilidad que representa a la izquierda abertzale. Evidentemente, en ese documento hacemos un análisis y un número de propuestas ante lo que entendemos que es una realidad que tiene que mutar, por eso se hace una apuesta por el cambio político y social en Euskal Herria, y que sea desde la izquierda. Pero no es la idea que vertebra el conjunto del programa electoral, ya que sabemos que la mejor manera de apostar por dinámicas de cambio profundo como las que apostamos, es convencer a la ciudadanía de que somos capaces de cambiar en el día a día sus condiciones de vida para mejorarlas. Por tanto, los programas en los que estamos trabajando son pegados al terreno o a la calle, y con un buen número de propuestas y de respuestas a los problemas cotidianos de la gente.

 

¿Ve posible integrar a Aralar en la nueva coalición en un futuro?

Ojalá fuera posible. Aunque la realidad no parece que vaya por ese sendero. Pero Aralar no es el enemigo de Bildu, sino el PNV, el PSE y el PP.

 

¿Está de acuerdo con EA que acusa a Aralar de «sembrar la discordia» en el Acuerdo de Gernika?

Al Acuerdo de Gernika no le favorece el cruce de declaraciones entre las organizaciones firmantes sobre cuál es el grado de cumplimiento del documento. Goza de buena salud, y aunque pese a algunos, cada vez va a tener más sentido, validez, necesidad y capacidad.

 

¿La coalición es un frente contra el PNV y el PSE?

Los frentes los crean los que están en el poder. Nosotros sólo queremos levantar una opción político-electoral capaz de aglutinar a muchísima gente y que tenga una visión unitaria sobre qué modelo de país y de sociedad queremos.

 

¿Bildu suponía la única salida que tenía Alternatiba para no desaparecer, como señalan algunos?

Eso lo dicen los enemigos y los falsos amigos. Alternatiba seguirá con independencia de esto, y la potencia y la fortaleza con la que exista dependerá del apoyo en los comicios de mayo. Algunos, ante unos resultados electorales no tan positivos para ellos y mucho más de los que les gustaría para nosotros, están tratando de lanzar un mensaje que a modo balsámico les vaya a posibilitar relamerse sus heridas.

 

Subraya que ya ningún partido apoya a ETA, ¿ve cada vez más cerca el fin de la violencia?

Estamos más cerca que nunca, aunque todavía quedan muchos pasos por dar.

 

¿Considera que el alto el fuego de ETA es irreversible, y no cree posible una escisión?

Yo creo que sí, que estamos avanzando de un modo irreversible. Y también que hay quien desea una escisión dentro de la organización. No aceptan el trabajo que hemos hecho este último año y medio los que nos hemos puesto el buzo por la paz y temen un escenario sin ETA.

 

¿Y qué opina de los mediadores internacionales?

Creo que son necesarios, y el Gobierno también lo consideró en tiempos no tan pretéritos, en periodos de negociación. La labor de Currin y el Grupo Internacional de Contacto lejos de mermar la posibilidad de un proceso de paz, lo refuerza.

 

¿Apoya la constitución de una mesa de partidos para resolver lo que se denomina conflicto vasco?

Estoy convencido de que tendrá que existir o habilitar un espacio de discusión política, no sé si tiene que ser estrictamente en el Parlamento Vasco o de Navarra, o una mesa de partidos. Nosotros siempre hemos dicho que a ETA no le corresponde una negociación política con el Estado, sino a los partidos. La organización debería mirarse en el espejo del IRA y seguir su ejemplo. Además, la ciudadanía tiene que ser el motor de todo este proceso y estar informada puntualmente, no como pasó en otras negociaciones.

Alternatiba decide concurrir a las elecciones con Eusko Alkartasuna y soberanistas de izquierda independientes

La Asamblea Nacional de Alternatiba decide concurrir a las elecciones forales y municipales en coalición con Eusko Alkartasuna y soberanistas de izquierda inependientes

BILBAO, 2 de ABRIL de 2011 – La Asamblea Nacional de Alternatiba que ha tenido lugar esta mañana en Bilbao, ha acordado concurrir a las elecciones forales y municipales del próximo 22 de mayo en coalición con Eusko Alkartasuna y soberanistas de izquierda independientes reafirmando su compromiso con el acuerdo Euskal Herria Ezkerretik.

Oskar Matute, portavoz de Alternatiba, ha valorado positivamente la formación de una coalición y ha destacado que esta posibilidad coindice plenamente con la voluntad con la que nació la organización. “Nuestro objetivo siempre ha sido que algún día este proyecto pudiera ayudar a la confluencia de fuerzas de izquierda fuerte que este país necesita y desea. Se trata, por tanto, de un primer paso que no se detiene en las elecciones sino que se proyecta en el tiempo con el ánimo de construir un nuevo sujeto político de cambio profundo para Euskal Herria”.

Matute ha asegurado que Alternatiba mantendrá en todo momento las “señas de identidad” de su proyecto que reivindica todos los derechos para todas las personas y pueblos “sin etapas ni prioridades de unas sobre el resto”, en torno a una agenda feminista y soberanista que apuesta por una democracia radical y un modelo económico alternativo.

Según ha señalado el portavoz, “la actual situación de crisis sistémica y las graves conculcaciones de derechos individuales y colectivos refuerzan la necesidad y la voluntad de articular esfuerzos para generar cambios profundos y ofrecer alternativas al actual modelo socio-económico”.

Finalmente, Matute ha remarcado la importancia de los ayuntamientos e instituciones forales en esta nueva etapa: “Lo local es un ámbito estratégico y privilegiado para construir un nuevo proyecto de país desde valores alternativos y hay que aprovechar esta oportunidad para situar los derechos, todos los derechos, sin exclusiones y sin prioridades, en el centro político”.

«Los libios desconfían sabiamente de las potencias occidentales» > Gilbert Achcar

ENTREVISTA A GILBERT ACHCAR
Tras la resolución de la ONU sobre Libia:

«Allí la gente no quiere que vayan tropas extranjeras. Es consciente de los peligros y desconfían sabiamente de las potencias occidentales»

Traducción: VIENTO SUR

¿Quién forma la oposición libia? Algunos han señalado la presencia de la antigua bandera de la monarquía en las filas rebeldes.
Esta bandera no se utiliza como símbolo de la monarquía, sino como la bandera que adoptó el Estado libio cuando se independizó de Italia. La utilizan los insurrectos para manifestar su rechazo de la bandera verde impuesta por Gadafi paralelamente a su Libro Verde, cuando imitó a Mao Zedong y su Pequeño Libro Rojo. La bandera tricolor no expresa en modo alguno un sentimiento de nostalgia por la monarquía. Según la interpretación al uso, simboliza las tres regiones históricas de Libia, y la media luna y la estrella son los mismos símbolos que aparecen en las banderas de las repúblicas de Argelia, Túnez y Turquía, no son símbolos monárquicos.

¿Quién constituye la oposición?  Su composición, al igual que en todas las demás revueltas que sacuden la región, es muy heterogénea. Lo que une a todas las fuerzas dispares es el rechazo de la dictadura y el ansia de democracia y derechos humanos. Más allá de esto hay muchos puntos de vista diferentes. En Libia, particularmente, hay una mezcla de defensores de los derechos humanos, demócratas, intelectuales, elementos tribales y fuerzas islámicas, en suma: un abanico muy amplio. La fuerza política más destacada en la revuelta libia es la Juventud de la Revolución del 17 de Febrero, que defiende una plataforma democrática y reivindica el Estado de derecho, libertades políticas y elecciones libres. El movimiento libio incluye además a sectores de las fuerzas armadas y gubernamentales que han desertado y se han unido a la oposición, cosa que no ocurrió en Túnez ni en Egipto.

Por tanto, la oposición libia está formada por un conjunto variopinto de fuerzas y la conclusión es que no hay motivo para mantener una actitud distinta ante ellas que ante todas las demás revueltas de masas en la región.

¿Es o ha sido Gadafi una figura progresista?

Cuando Gadafi llegó al poder en 1969 representó una manifestación tardía de la ola nacionalista árabe que siguió a la segunda guerra mundial y la nakba de 1948. Trató de imitar al líder egipcio Gamal Abdel Nasser, a quien consideraba su modelo y fuente de inspiración. Así, cambió la monarquía por la república, abanderó la unidad árabe, forzó el cierre de la base aérea estadounidense de Wheelus en territorio libio y puso en marcha un programa de cambio social.

Después, el régimen siguió su propia dinámica en la senda de la radicalización, inspirándose en una especie de «maoísmo islamizado». A finales de los años setenta hubo amplias nacionalizaciones, que abarcaron casi todos los sectores. Gadafi se ufanó de haber instituido la democracia directa y cambió formalmente el nombre de la república, que pasó a denominarse Estado de las Masas (Yamahiriya). Pretendió haber realizado en el país la utopia socialista con democracia directa, pero fueron pocos los que se dejaron engañar. Los “comités revolucionarios” actuaban en realidad como un aparato gubernamental dedicado, junto con los servicios de seguridad, al control del país. Al mismo tiempo, Gadafi también desempeñó un papel especialmente reaccionario en la revitalización del tribalismo, para utilizarlo en beneficio de su propio poder. Su política exterior se tornó cada vez más temeraria y la mayoría de árabes acabaron tomándolo por loco.

Con la Unión Soviética en crisis, Gadafi abandonó sus pretensiones socialistas y volvió a abrir la economía del país a las empresas occidentales. Afirmó que la liberalización económica vendría acompañada de una liberalización política, imitando ahora la perestroika de Gorbachov después de haber imitado la “revolución cultural” de Mao Zedong, pero fue una promesa vacía. Cuando EE UU invadió Irak en 2003 so pretexto de buscar las “armas de destrucción masiva”, Gadafi, preocupado por la posibilidad de que él fuera el siguiente en la lista, operó un cambio súbito y sorprendente de su política exterior, ganándose espectacularmente la categoría de estrecho colaborador de los países occidentales, cuando hasta poco antes era calificado de “Estado canalla”. Colaboró especialmente con EE UU, prestándole ayuda en la llamada guerra contra el terrorismo, e Italia, llevando a cabo el trabajo sucio de repatriar a los inmigrantes potenciales que trataban de pasar de África a Europa.

A lo largo de todas estas metamorfosis, el régimen de Gadafi siempre ha sido una dictadura. Aunque Gadafi hubiera aplicado al comienzo algunas medidas progresistas, en la última fase no quedaba ni un soplo progresista o antiimperialista en su régimen. Su carácter dictatorial quedó demostrado por la manera en que respondió a las protestas populares: tratando de aplastarlas por la fuerza desde el principio. No hubo ningún intento de ofrecer alguna salida democrática a la población. Amenazó a los manifestantes con un discurso tragicómico que se ha hecho famoso: “Avanzaremos centímetro a centímetro, casa a casa, calle a calle… Os encontraremos en vuestras madrigueras. No tendremos piedad ni compasión.” No debe extrañar, si se recuerda que Gadafi fue el único gobernante árabe que criticó públicamente al pueblo tunecino por haber derrocado a su dictador Ben Alí, de quien dijo que era el mejor gobernante que podían encontrar los tunecinos.

Gadafi recurrió a las amenazas y a la represión violenta, afirmando que los manifestantes se habían vuelto drogadictos por obra de Al Qaeda, que les introducía sustancias alucinógenas en el café. Atribuir el levantamiento popular a Al Qaeda fue su manera de intentar ganarse el apoyo de Occidente. Si hubiera habido cualquier ofrecimiento de ayuda por parte de Washington o Roma, no cabe duda de que Gadafi la habría aceptado con los brazos abiertos. De hecho, expresó su amarga decepción ante la actitud de su compinche Silvio Berlusconi, el primer ministro italiano, con quien compartía fiestas, y se quejó de que sus otros “amigos” europeos también le hubieran traicionado. En los últimos años, Gadafi se había hecho amigo, en efecto, de varios gobernantes occidentales y otras figuras del sistema que, por un puñado de dólares, se habían prestado a hacer el ridículo intercambiando abrazos con él. El propio Anthony Giddens, distinguido teórico de la “tercera vía” de Tony Blair, siguió los pasos de su discípulo y visitó a Gadafi en 2007; luego describió en el Guardian cómo Libia estaba aplicando las reformas e iba camino de convertirse en «la Noruega de Oriente Próximo».

¿Cómo valoras la resolución nº 1972 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas del pasado 17 de marzo?

La resolución como tal está redactada de manera que hace suya y aparentemente responde a la petición de establecer una zona de exclusión aérea. En efecto, la oposición libia ha solicitado explícitamente esta medida, con la condición de que no se desplieguen tropas extranjeras en territorio libio. Gadafi cuenta con el grueso de las fuerzas armadas de élite, con aviones y tanques, y la exclusión aérea neutralizaría efectivamente su principal ventaja militar. Esta petición de los rebeldes está reflejada en el texto de la resolución, que autoriza a los Estados miembros de la ONU a “tomar todas las medidas necesarias… para proteger a los civiles y las zonas pobladas por civiles frente a la amenaza de ataque en la Yamahiriya Árabe Libia, incluida Bengasi, descartando toda fuerza de ocupación extranjera bajo cualquier forma y en cualquier parte del territorio libio.” La resolución declara la “prohibición de todos los vuelos en el espacio aéreo de la Yamahiriya Árabe Libia para ayudar a proteger a los civiles.”

Ahora bien, en el texto de la resolución no hay suficientes garantías que impidan su uso con fines imperialistas. Aunque el objetivo de toda acción es supuestamente la protección de la población civil, y no un “cambio de régimen”, la determinación de si una acción cumple este objetivo o no queda en manos de las potencias que intervienen y no en las de los insurrectos, ni siquiera en las del Consejo de Seguridad. La resolución es asombrosamente confusa, pero dada la urgencia de impedir la masacre que se habría producido si las fuerzas de Gadafi tomaran Bengasi y ante la ausencia de cualquier medio alternativo para conseguir el objetivo de protección de los civiles, nadie puede oponerse razonablemente a ella. Podemos entender las abstenciones; algunos de los cinco países que se han abstenido en la votación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas querían expresar su desconfianza y/o incomodidad ante la falta de una supervisión adecuada, pero sin asumir la responsabilidad de permitir una masacre inminente.

La respuesta occidental, desde luego, tiene sabor a petróleo. Occidente teme un conflicto prolongado. Si se produjera una masacre importante, tendría que imponer un embargo sobre el petróleo libio, con lo que el precio se mantendría en un nivel alto, y esto, tal como está actualmente la economía mundial, tendría importantes consecuencias adversas. Algunos países, inclusive Estado Unidos, han actuado con desgana. Únicamente Francia se ha mostrado decididamente a favor de una acción contundente, lo que puede tener mucho que ver con el hecho de que este país –a diferencia de Alemania (que se ha abstenido en la votación del Consejo de Seguridad), Gran Bretaña y, sobre todo, Italia– no tiene una participación significativa en el negocio del petróleo libio y sin duda espera conseguir aumentarla en la Libia de después de Gadafi.

Todos sabemos qué hay detrás de los pretextos de las potencias occidentales y del doble rasero que aplica. Por ejemplo, su supuesta preocupación por los civiles bombardeados desde el aire no pareció aplicarse a la población de Gaza en 2008-2009, cuando centenares de no combatientes murieron bajo el fuego de los aviones israelíes. O el hecho de que EE UU permita que el régimen de Bahrein, donde hay una importante base naval norteamericana, reprima violentamente la revuelta local con ayuda de otros vasallos regionales de Washington.

El caso es que si se deja que Gadafi prosiga con su ofensiva militar y tome Bengasi, habrá una importante masacre. Estamos en una situación en que la población corre realmente peligro y no existe ninguna alternativa plausible para protegerla. El ataque de las fuerzas de Gadafi se habría producido en cuestión de horas o a lo sumo de un par de días. Uno no puede oponerse, en nombre de los principios antiimperialistas, a una acción que evitará la masacre de civiles. De modo parecido, aunque conozcamos muy bien la naturaleza y el doble rasero de la policía en el Estado burgués, uno no puede oponerse, en nombre de los principios anticapitalistas, a que alguien la llame cuando está a punto de ser violada y no hay otra alternativa para impedirlo.

Dicho esto, y sin estar en contra de la zona de exclusión aérea, debemos expresar nuestra desconfianza y defender la necesidad de vigilar muy de cerca las acciones de los países que intervengan, a fin de asegurar que no vayan más allá de la protección de los civiles con arreglo al mandato de la resolución del Consejo de Seguridad. Al ver en la televisión a la muchedumbre en Bengasi aplaudiendo la aprobación de la resolución, vi un gran cartel que decía en árabe “No a la intervención extranjera”. Allí la gente distingue entre “intervención extranjera” –entendiendo por ello la presencia de tropas sobre el terreno– y la zona de exclusión aérea con fines de protección. No quiere que vayan tropas extranjeras. Es consciente de los peligros y desconfían sabiamente de las potencias occidentales.

Así, para resumir, creo que desde una perspectiva antiimperialista uno no puede ni debe oponerse a la zona de exclusión aérea, dado que no existe ninguna alternativa plausible para proteger a la población amenazada. Dicen que los egipcios están suministrando armas a la oposición libia, cosa que está muy bien, pero solamente esta ayuda no podía haber salvado Bengasi a tiempo. No obstante, una vez más, hay que mantener una actitud muy crítica ante lo que puedan hacer las potencias occidentales.

¿Qué ocurrirá ahora?

Es difícil saber qué va a ocurrir ahora. La resolución del Consejo de Seguridad no preconiza un cambio de régimen, sino la protección de los civiles. El futuro del régimen de Gadafi está en la cuerda floja. La clave está en si asistiremos a la reanudación de la revuelta en la parte occidental de Libia, incluida Trípoli, provocando así la desintegración de las fuerzas armadas del régimen. Si esto ocurre, tal vez Gadafi tenga las horas contadas. Pero si el régimen logra mantener el control en la parte occidental, entonces se producirá, de hecho, la división del país, por mucho que la resolución afirme la integridad territorial y la unidad nacional de Libia. Tal vez sea esto lo que haya decidido el régimen, que acaba de anunciar su acatamiento de la resolución de las Naciones Unidas y proclamado un alto el fuego. Entonces habrá seguramente una prolongada situación de empate, en la que Gadafi controlará la parte occidental y la oposición, la parte oriental. Está claro que la oposición necesitará tiempo para sacar provecho de los suministros de armas que recibe de Egipto y a través de Egipto hasta el punto de ser capaz de derrotar militarmente a las fuerzas de Gadafi. Dada la naturaleza del territorio libio, ésto solo podrá ser una guerra regular, una guerra de movimiento sobre vastas franjas de territorio, más que una guerra popular,. De ahí que sea difícil predecir el resultado. La conclusión, en todo caso, es que deberíamos apoyar la victoria de la revuelta democrática libia. Su derrota a manos de Gadafi supondría un grave revés que afectaría negativamente a la ola revolucionaria que recorre actualmente Oriente Próximo y el norte de África.

Alternatiba y Eusko Alkartasuna anuncian contactos con soberanistas de izquierda

Eusko Alkartasuna y Alternatiba recogen el testigo de Nafarroa para el resto de Euskal Herria y anuncian contactos con soberanistas de izquierda de todos los ámbitos para lograr un sujeto electoral lo más amplio posible.

Bilbao, 29 de marzo de 2011
Eusko Alkartasuna y Alternatiba recogen el testigo de los representantes navarros que el sábado realizaron un llamamiento al cambio en el herrialde y abogaron por hacerlo extensivo a todo el resto de Hego Euskal Herria.

Las dos formaciones, firmantes junto a la Izquierda Abertzale del Acuerdo Euskal Herria Ezkerretik, consideran necesario presentar a la ciudadanía vasca un nuevo sujeto electoral soberanista y de izquierdas que aglutine voluntades más allá de siglas y coyunturas electorales, y que haga posible el inicio del cambio en nuestro país. Así, anuncian que comienzan a trabajar para presentar una oferta que represente al conjunto del soberanismo de izquierdas, sin vetos ni exclusiones.

El pasado sábado en Lizarra fuerzas políticas que representan a miles de ciudadanos y ciudadanas de Nafarroa abogaron por la creación de un sujeto político abertzale, progresista y de izquierdas que, desde la apuesta exclusiva por las vías políticas, pacíficas y democráticas, promueva el cambio político y social y confronte a la derecha en todos los ámbitos.

En una reunión mantenida esta mañana, ambas formaciones han mostrado su apoyo a dicha iniciativa y han anunciado que iniciarán contactos con soberanistas de izquierda de todos los ámbitos para sumar fuerzas de cara a conseguir un acuerdo lo más amplio posible también en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Los contactos se iniciarán inmediatamente porque representantes de ambas formaciones son conscientes del interés de personas independientes dispuestas a trabajar en la línea abierta el sábado en Lizarra.

Eusko Alkartasuna y Alternatiba consideran que el nuevo momento político abre un escenario ilusionante en el que las diversas izquierdas, soberanistas e independentistas, pueden defender de manera conjunta una agenda a favor de un cambio profundo en Euskal Herria. De acuerdo con las dos formaciones, esta es la demanda y la esperanza de miles de vascos y vascas que reclaman una respuesta contundente y conjunta en la lucha por una Euskal Herria donde todos los derechos de todas las personas sean respetados.

De acuerdo con Eusko Alkartasuna y Alternatiba, las próximas elecciones forales y locales pueden representar un fuerte impulso a un proceso de articulación que no se detiene en las elecciones sino que se proyecta en el tiempo con el ánimo de construir una Euskal Herria desde abajo y a la izquierda.

¿Intervención humanitaria militar en Libia? > Alternatiba

Mesa de Internacionalismo de Alternatiba
Ilustración: Jared Rodriguez (truthout.org)

La resolución 1973 votada por el Consejo de Seguridad de la ONU, no instituye simplemente la zona de exclusión aérea, sino que da a la comunidad internacional el derecho de usar todos los medios posibles para proteger a la población civil. Alternatiba se opone radicalmente a la perversa lectura bipolar de la realidad, bombardeos o muerte masiva de civiles. La agresión militar responde a la lógica de dominación de las clases y países dominantes, reinterpretan la categoría de soberanía nacional y crean el intervencionismo humanitario como expresión del nuevo orden capitalista.

Lo que menos importa en Libia son sus hombres y mujeres. El viejo principio hipocrático de “lo primero no hacer daño,” se destruye con la agresión militar que está provocando asesinatos de civiles, miles de refugiados y refugiadas, daños ecológicos… los bombardeos no han solucionado nada, lo único que han conseguido es agudizar la crisis. ¿Por qué no se evalúan los resultados de otras agresiones militares en  Afganistán, o Irak?

Las razones reales de la agresión están muy alejadas de la protección de civiles: el petróleo, los intereses de las grandes trasnacionales y el control geoestratégico de la zona, son los verdaderos motivos. Además, denunciamos la hipocresía de los países occidentales que se “escandalizan”  ante la represión en Libia a la vez que ignoran la que practican sus aliados israelíes, saudíes, marroquíes, colombianos… y desprecian las miles de personas que mueren en los conflictos olvidados.

Por otra parte, el dictador de Libia ha sido amigo de quienes de la noche a la mañana deciden atacarle. La represión, las torturas y las masacres son aceptables mientras las dictaduras se muestren eficaces. En el Estado Español, el Rey, Aznar, Zapatero, el alcalde Gallardón que entregó la Llave de Oro de la ciudad a Gadafi y el empresariado, que ha ganado millones de euros, son la expresión más patética de la hipocresía. El doble rasero se refleja tanto en su política exterior como en la debilidad de sus compromisos con un sistema internacional de protección de los derechos humanos y con su reiterada negativa a someterse al escrutinio internacional.

El actual ordenamiento internacional basado en la Carta de Naciones Unidas y las resoluciones del Tribunal Internacional, prohíben la violación de la soberanía nacional de un Estado por la fuerza, salvo que  el Consejo de Seguridad la apruebe. Y aquí, el ataque a Libia vuelve a poner encima de la mesa la necesidad de una profunda reforma democrática de las Naciones Unidas: la pertenencia a la ONU debería implicar la aceptación del Derecho Internacional y la renuncia a la guerra; el sometimiento a un sistema de arreglo pacífico de los conflictos; el establecimiento de un proceso de desarme progresivo de los Estados; un sistema de representación proporcional a la población de los Estados en la Asamblea General; el final del derecho de veto en el Consejo de Seguridad y el fortalecimiento del control judicial de los actos internacionales mediante el carácter impuesto y obligatorio de las sentencias del Tribunal Internacional de La Haya.

Nos preocupa la población civil de Libia y rechazamos las prácticas del dictador Gadafi, pero la intervención militar implica apagar fuego con gasolina. Apostamos por la diplomacia y la negociación, por la intervención de mediadores y observadores internacionales en los momentos de crisis, por la inversión en un proceso de paz de todos los recursos económicos gastados en la intervención, por la prohibición total de la venta de armas, por el impulso firme de procesos democratizadores que pongan fin a las dictaduras y permitan el acceso democrático al poder y por garantías de seguridad para los grupos minoritarios. En definitiva, Alternativa cree más en la prevención de conflictos que en las intervenciones militares humanitarias.

La clave reside en saber quién decide que un gobierno no tiene legitimidad, o que viola sistemáticamente los derechos humanos. En la actual coyuntura internacional este interrogante no queda satisfactoriamente solventado. Resulta evidente que no hay que sacralizar categorías como la soberanía estatal o la no injerencia pero tampoco reinterpretarlas alegremente al calor de la homogenización neoliberal. No podemos obviar que las grandes potencias parten del capitalismo y mercado único que elimina fronteras. El intervencionismo humanitario es un buen instrumento del nuevo orden neoliberal que combina lo militar y lo humanitario.

Los firmantes del Acuerdo de Gernika llaman a la manifestación por la legalización de Sortu

Euskal Herriarentzat normalizazioa: LEGALIZAZIOA ORAIN!

Nos hacemos eco del profundo malestar que ha generado en la sociedad vasca la decisión tomada por el Tribunal Supremo español para no legalizar a Sortu. Esta decisión demuestra el desprecio del Estado español por el respeto de los más elementales derechos civiles y políticos de la ciudadanía vasca. En nuestra opinión, tomando como base los derechos humanos, el respeto a los derechos civiles y políticos es imprescindible para avanzar ahcia un escenario de paz y normalización política.

Por desgracia, la decisión del Tribunal Supremo vuelve a mostrar la escasa madurez democrática del Estado español. En opinión de los agentes que firmamos el Acuerdo de Gernika, el Estado debe legalizar y normalizar toda actividad política sin exigir ningún tipo de contrapartida política a cambio.

No nos queda ninguna duda de que el Estado con esta nueva decisión ha pretendido hacer fracasar el proceso de paz y normalización plítica abierto en Euskal Herria. No obstante, esta decisión no es, por desgracia, una isla en el océano, ni mucho menos. En los últimos meses el Estado español no ha dejado de realizar acciones de sabotaje al proceso abierto, como las detenciones de militantes de organizaciones independentistas o las torturas que han sufrido muchas y muchos de ellos.

Sabemos que la sociedad vasca quiere un escenario de paz y normalización política. Nos consta que la mayoría social vasca quiere estar ahí. Por eso consideramos que el Estado pretende dejar una pesada carga de escepticismo y resignación sobre esa sociedad para convencerla de que su legítimo deseo es imposible.

Quienes firmamos el Acuerdo de Gernika le queremos hacer saber a la sociedad vasca que ella es el motor de este proceso, que el protagonismo del mismo sólo le corresponde al conjunto de ciudadanos y ciudadanas vascas. Nuestra función es tratar de ofrecer instrumentos a esa sociedad para que pueda hacer efectivo su protagonismo en este proceso. Nos comprometemos a esforzarnos por ampliar nuestra oferta de instrumentos para un camino que prevemos largo. Hoy venciendo toda resignación queremos seguir haciendo camino todas y todos juntos. Esa es nuestra fuerza. Por eso hacemos un llamamiento a toda la sociedad vasca para que participe en la manifestación nacional que el próximo 2 de abril a la 17´30h. partirá desde La Casilla en Bilbo. Las calles de Bilbo serán el altavoz de una mayoría social que bajo el lema “Euskal Herriarentzat normalizazioa. LEGALIZAZIOA ORAIN!” reclama pasos efectivos hacia la normalización de toda actividad política en Euskal Herria.

Las elecciones corren el riesgo de volver a arrastrar un «déficit democrático»

Alternatiba: “Las elecciones en Euskal Herria corren el riesgo de arrastrar un lamentable déficit democrático fruto del auto del Supremo contra Sortu”

DONOSTIA, 24 DE MARZO – Alternatiba ha instado hoy a todos los partidos vascos a dar “una respuesta unitaria ante el lamentable déficit democrático que volverán a arrastrar las elecciones municipales y forales de Euskal Herria, fruto del auto dictado ayer contra Sortu por la Sala 61 del Tribunal Supremo, que vulnera la presunción de inocencia y establece la de culpabilidad en una pirueta jurídica imposible que supone la quiebra definitiva del Estado de Derecho”.

El portavoz de Alternatiba, Oskar Matute, ha señalado que, aun a la espera de conocer el contenido exacto del auto, este contravendrá una serie de principios fundamentales de derecho que lo hacen inasumible: “En primer lugar, se hace una inversión de la carga de la prueba y obliga al sujeto demandado a probar que no incurre en los supuestos de la Ley de Partidos, en vez de ser la Fiscalía y la Abogacía del Estado quienes prueben los supuestos de ilegalidad.

De lo anterior se deriva la vulneración del principio de presunción de inocencia, estableciéndose, por el contrario, el principio de presunción de culpabilidad”.

Matute, así mismo, ha indicado que “el concepto de credibilidad es inaceptable como fundamentación jurídica, aún más cuando la normativa prevé la posibilidad de ilegalizar a posteriori y privar de sus actas a las personas electas”. Todo lo anterior supone, en palabras del portavoz de Alternatiba, “la quiebra del Estado de Derecho que tanto invocan determinados partidos y gobiernos”.

El dirigente de izquierdas, no obstante, ha expresado su confianza en que “a pesar de la injusticia de la que ha sido objeto Sortu, la Izquierda Abertzale seguirá transitando por vías exclusivamente democráticas y pacíficas, rechazando la violencia y dejando en evidencia a aquellas personas que le niegan el derecho a participar en la vida pública”.

Alternatiba califica de «esperpento político-jurídico» el fallo sobre Sortu

Alternatiba califica de «esperpento político-jurídico» el fallo y dice que responde a la «voluntad de PP y PSOE»

Alternatiba ha calificado de «esperpento político-jurídico» el fallo del Tribunal Supremo que impide la legalización de Sortu, ya que «obedece más a las voluntades políticas de PP y PSOE, que a los fundamentos jurídicos».

El portavoz de Alternatiba, Oskar Matute, ha denunciado la «arbitrariedad» de los argumentos ofrecidos en la sentencia y ha recordado que supone «un nuevo intento de secuestrar el derecho a la participación política de miles de ciudadanos vascos».

Matute ha indicado que, pese a las «trabas impuestas» por la parte «más reaccionaria de la política española, no parará la apuesta por el cambio político y social que la sociedad vasca está demandando».

En el mismo sentido, ha añadido que la ciudadanía vasca sabrá valorar en las urnas «las voluntades políticas que unos y otros agentes políticos ponen encima de la mesa». Finalmente, el portavoz de Alternatiba ha lamentado una decisión que devalúa «aún más la calidad de un sistema que se dice democrático».

Pacto entre diferentes

Alternatiba apuesta por el encuentro entre diferentes para articular una oferta política de izquierdas que genere ilusión por el cambio en Euskal Herria

Alternatiba ha reiterado hoy su apuesta por que la izquierda vasca confluya “lo más unida posible a las próximas elecciones con el fin de articular un frente común que, desde la diversidad, genere ilusión por el cambio y pueda hacer frente a la derecha hegemónica con legitimidad, firmeza y la contundencia necesarias”.

El portavoz de Alternatiba, Oskar Matute, ha subrayado hoy que “es necesario ver hasta qué punto los partidos de izquierda pueden iniciar un proceso de acumulación de fuerzas desde la diversidad para ser capaces de ofertar a la sociedad un programa unitario” para los próximos comicios.

En este sentido, ha subrayado que Alternatiba está “trabajando en la búsqueda de espacios de encuentro para articular una oferta política de izquierdas que genere ilusión a los muchos sectores de la sociedad que demandan un cambio en Euskal Herria”. De acuerdo con ello, está llevando a cabo con diferentes agentes “un proceso de reconocimiento mutuo e de intercambio de pareceres entre gentes con procedencias diversas”. Sin embargo, ha matizado que “poner nombres y apellidos a estos actores para cualquier hipotética convergencia es anticiparse a los hechos”.

El dirigente de izquierdas ha recordado que, desde su propia gestación, “Alternatiba se ha mantenido fiel a sus principios y a la decisión de sus militantes, perseverando en su apuesta por sellar acuerdos con aquellas fuerzas que desean dar pasos adelante en el fortalecimiento de la izquierda vasca aunando esfuerzos para abordar la construcción nacional y la transformación social”.

“La atomización de la izquierda no es buena para nadie y menos para quienes queremos reconstruir el país desde la izquierda. Por ello, abogamos por la unidad desde la diversidad”, ha concluido Matute.

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