Alta tensión, mayor capitulación

Alternatiba denuncia la desfachatez de construir la línea de alta tensión más grande de Euskadi

BILBO,  7 DE MARZO DE 2011 – Alternatiba ha denunciado la intención de Red Eléctrica Española (REE) de construir una nueva línea de alta tensión que devastaría espacios naturales a través de 72 kilometros entre Bizkaia y Gipuzkoa. Asier Vega, portavoz de la Mesa de Ecología de Alternatiba, ha acusado “a PSOE, PP y PNV de querer resarcir a REE del varapalo de la sentencia judicial del Tribunal Supremo” que anuló el último tramo de la línea Penagos-Guëñes, “impulsando un modelo energético a la medida de sus empresas amigas; no son políticos, son empresarios”.

Vega ha instado a los “artífices de la destrucción natural de Euskal Herria” a que expliquen a la sociedad vasca “qué necesidad tenemos de una nueva infraestructura de semejante magnitud y cuales son sus beneficios sociales, ya que la propaganda sobre la creación de empleo tan solo es pan para hoy y hambre para mañana”. Desde Alternatiba también han criticado que “pretendan justificar esta línea con otra mega construcción ineccesaria como el TAV”.

El miembro de la Mesa de Ecología de Alternatiba ha recordado la postura de su formación respecto al Tren de Alta Velocidad, infraestructura que Vega ha tachado de “innecesaria” para Euskal Herria, porque “no responderá a las necesidades reales de movilidad de la ciudanía vasca, y además tendrá un severo impacto ambiental que a la postre será el oscuro legado que dejemos a las generaciones venideras”. También ha subrayado que se trata de un “auténtico derroche” de dinero público, “todo un despilfarro que supone un insulto en plena crisis y con las administraciones recortando derechos sociales de forma vergonzosa”.

Ander Rodríguez: «Las elecciones pueden ser un buen momento para testar esa voluntad de acumular fuerzas»

«Las elecciones forales y municipales pueden ser un buen momento para testar esa voluntad de acumular fuerzas»

Ander Rodríguez (1982) es procurador de Alternatiba en las Juntas Generales de Gipuzkoa y edil de este partido en su localidad natal, Arrasate. Afronta el final de la legislatura con la mente puesta en los actuales retos pero también los que quedan por venir en las elecciones

Jurdan Arretxe
Noticias de Gipuzkoa

Donostia. La demanda de la Abogacía contra la inscripción de Sortu en el Registro de Partidos Políticos, el acto de Euskal Herria Ezkerretik en Vitoria en homenaje a las víctimas del 3 de Marzo o la cita electoral son tres claves de esta semana. Además, Alternatiba acaba de cumplir dos años. Surgió en diciembre de 2008 de la mano de miembros que, liderados por Oskar Matute, abandonaron Ezker Batua. Rodríguez recuerda, de hecho, que «no fue una escisión», sino que junto a otros que no militaban en EB, fundaron Alternatiba Eraikitzen. Ahora, señala, los que se marcharon de EB «representan una minoría» dentro de Alternatiba.

¿Cómo valora estos dos años?

Hemos querido conjugar la elaboración política y la acción en la calle, porque no pueden ir separados. Siempre dijimos que veníamos a sumar, no a agregar una sigla más a la sopa de siglas a la izquierda y, en ese sentido, ahora se ha asentado un debate sobre la necesidad de acumular fuerzas en torno a una agenda estratégica. Esa apuesta que hicimos devino en Euskal Herria Ezkerretik.

Firmaron el acuerdo junto a EA y la izquierda abertzale el pasado 16 de enero en Vitoria. ¿Cómo va el pacto?

Euskal Herria Ezkerretik está desarrollando acciones políticas con motivo del 8 de marzo, el pasado 3 de marzo en Vitoria, la rueda de prensa en la que nos adheríamos a la última huelga general… Está tomando una entidad propia porque las partes compartimos esa necesidad de articular una agenda y una acción común.

Y, ¿esa entidad propia puede tener una plasmación electoral?

Tanto en el acuerdo estratégico como en la necesidad de abrir un proceso de acumulación de fuerzas, las elecciones forales y municipales pueden ser un buen momento para testar esa voluntad de acumulación de fuerzas. Y no solo la voluntad de las partes, porque la situación actual y la sociedad nos demandan que ese proceso se dé en este escenario municipal y foral, teniendo en cuenta que las elecciones no son un fin, sino algo táctico.

Entiendo que Alternatiba ya ha decidido buscar acuerdos con otros partidos.

Sí, así es. Queremos tender la mano a realizar un proceso de acumulación de fuerzas con todos los grupos de izquierdas que compartan este diagnóstico de sumar nuevas mayorías políticas y sociales. Abriremos una ronda de contactos con esas fuerzas políticas, especialmente con aquellas que compartimos determinadas acciones políticas y determinado diagnóstico.

Que la izquierda abertzale en forma de Sortu se sume es una decisión que, de partida, depende de los tribunales Supremo y Constitucional.

Evidentemente, la colaboración con Sortu podrá darse si es legalizado. Nosotros no manejamos otro escenario que no sea el de la legalización. Si no lo es, no se podrá acudir en coalición con la izquierda abertzale a las próximas elecciones.

¿Y acogiendo en su lista a miembros que podrían ir en aquellas?

Insisto: no manejamos otro escenario. Si no se da ese escenario, trabajaremos por la articulación y la suma de fuerzas. Alternatiba no ha elaborado sus listas, pero, de todos modos, habrá gente independiente como la hay en otras listas. En ese sentido, cabe denunciar la actitud del Gobierno del reino de España, que plantea extender la ilegalización a más sectores sociales y que hay dos organizaciones como Alternatiba y EA que ya ven de entrada limitados sus derechos políticos cuando se apunta a que personas independientes pudieran ir en sus listas. Sin ninguna sentencia, sin auto judicial se ven limitados derechos básicos.

El ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui, habló de que analizarían las listas que «dieran cobijo». ¿Alternatiba se da por aludido?

El emplazamiento era concreto: a EA y Alternatiba y la limitación era también para esos. No se hablaba al resto de partidos y fuerzas políticas que tendrán personas independientes en sus candidaturas.

Una de las noticias de la semana ha sido la demanda de la Abogacía del Estado. ¿Qué opina?

Leyendo los cinco puntos en los que basa la ilegalización, son todo opiniones y juicios de valor, sin elementos de prueba. Para demostrar que es una táctica de ETA dice que se sucedieron el comunicado, la presentación de Sortu y después, el Grupo Internacional de Contacto, lo que demuestra que todo es una táctica. Este post hoc o falsa causalidad es absolutamente delirante. Es como si yo afirmara que, como el gallo canta antes de que salga el sol, éste sale porque ha cantado el gallo. La petición de la Abogacía no tiene ningún elemento probatorio: todo son especulaciones basados en unos informes policiales a los que, conceder valor de prueba es tanto como asumir que la Policía en este país decide quién es legal.

¿Le inquieta que ETA no se haya pronunciado respecto a Sortu?

El último comunicado de ETA fue el principio del final y esperamos que en nuevos comunicados dé pasos hacia el fin definitivo de la violencia. Son procesos complejos, que llevan bastante tiempo. Si miramos otros procesos, vemos que son largos. Una de las cuestiones que debemos articular es la activación de la ciudadanía. Entendemos que uno de los errores del anterior proceso de paz fue que no se implicó a la ciudadanía. En este proceso se está implicando y es lo que hará irreversible este proceso.

Entonces, ¿usted cree que Sortu estará en las urnas?

No contemplamos otro escenario que no sea la legalización, porque cumple la Ley de Partidos y la jurisprudencia que emana de ella. Otra cosa es que no haya interés político de legalizarlo en este momento. El PSOE es rehén y víctima de su propio discurso. Rubalcaba lleva dos años lanzando el mensaje de «o se rompe con la violencia o ETA desaparece». La izquierda abertzale ha explicitado su rechazo a la violencia y, ahora, Interior dice que la competencia no es suya, sino de los tribunales. Ha puesto la Ley de Partidos contra la espada y la pared. Ahora hay que manifestar por las operaciones de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. ¿Lo siguiente qué será, mostrar adhesión incondicional al ordenamiento constitucional? No sabemos. Se ha cumplido la Ley de Partidos, por lo que no hay otro escenario más que la legalización.

¿Qué programa defenderá Alternatiba para la próxima legislatura?

Somos partidarios de la articulación de un gran tercer espacio ante PP/PSE y el del nacionalismo histórico institucional. Pondremos en valor un nuevo modelo fiscal, el modelo social y el del bienestar… Queremos, aunque sea, abrir debates en torno a la renta básica de la ciudadanía o sobre cómo abordar el desarrollo de la Ley de Dependencia desde un punto de vista feminista, porque el actual perpetúa el rol de mujer-cuidadora. Podríamos hablar de la soberanía alimentaria, del cambio de modelo productivo y del decrecimiento. Y en el camino político, la hoja de ruta coherente e impecable que supone el Acuerdo de Gernika. En Gipuzkoa, por ejemplo, existe el suficiente capital político y social para hacerle el sorpasso al PNV.

¿Esa articulación del tercer gran espacio tendría en cuenta a Aralar?

Sí. Siempre hemos tenido una interlocución fluida. Cuando en la asamblea de octubre de 2010 lanzamos la oferta al resto de partidos para alcanzar acuerdos estratégicos que entendíamos necesarios, Aralar denostó esa posibilidad. Seguimos teniendo la mano tendida, es necesaria esa colaboración con Aralar, que es parte integrante de ese tercer espacio que, socialmente existe, pero hay que articularlo en política. Todas las formaciones de este sector tenemos que jugar con altura de miras en una época de recorte de derechos en muchos campos, porque la crisis nos ha demostrado la incapacidad del capitalismo para garantizar unos mínimos a la ciudadanía.

¿No temen que el debate entre izquierda y derecha quede ocultado por el de nacionalismo/no nacionalismo?

Eso es falso. El PNV, sobre todo en Gipuzkoa, quiere trasladar la imagen errónea del frente PP/PSE. No negamos que puedan llegar a gobernar, pero no para hacer políticas diferentes a las del PNV. En Juntas Generales de Gipuzkoa, por ejemplo, los cuatro partidos han sumado sus votos para impedir que saliera adelante ninguna propuesta que planteara no ya un cambio radical, sino un pequeño cambio en materia fiscal, en el modelo social o en el laboral. Comparten una base política y social y se ha visto en los últimos cuatro años. PNV, PP y PSE están en una orilla y nosotros, en otra. La única opción de defensa integral de los derechos políticos y sociales es la izquierda soberanista. Solo la izquierda soberanista defiende los derechos individuales y colectivos de la ciudadanía de Gipuzkoa y de Euskal Herria.

Censura en EiTB

BILBO, 1 DE MARZO DE 2011 – El portavoz de Alternatiba, Oskar Matute, ha denunciado que PSE y PP, con el apoyo de UPyD, hayan usado el Parlamento Vasco para «pervertir y censurar la función informativa que la radio-televisión pública EiTB tiene que ofrecer a la ciudadanía vasca». Estos partidos instaron ayer a la dirección de EiTB, en el seno de la Comisión de Control del ente público, a no invitar y no dar cobertura a representantes de formaciones ilegales en sus programas. Matute ha recordado que tan solo hace tres meses, el 2 de diciembre, el Parlamento de Gasteiz exigió por unanimidad que EiTB asegure la veracidad, la diversidad de opiniones, el interés informativo y la independencia profesional y que estos sean los ejes del desarrollo de sus informativos, exigencia que «confronta con lo aprobado ayer por aquellos que han decidido poner la radio-televisión vasca al servicio de su proyecto político».

Matute, que ocupó el cargo de Presidente de la Comisión de Control Parlamentario de EITB en la VIII Legislatura, ha tachado de «lamentable que un parlamento que se dice democrático haga bandera de la censura informativa» y ha expresado su solidaridad con los profesionales del ente público, «víctimas, junto con la totalidad de la sociedad vasca, de la falta de libertad informativa en EiTB». Así mismo, el portavoz de Alternatiba ha reprochado la hipocresía de parlamentarios como Carlos Urquijo (PP) quien ha  defendido que no todas las ideas son legítimas, poniendo como ejemplo que un grupo que defiende el racismo no tiene por qué ser entrevistado en un medio de comunicación. Con su argumentación en la mano, Matute insta a Urquijo a «pedir la censura informativa del PP que sus correligionarios catalanes, recientemente hacian campaña abierta contra los inmigrantes», cuestión denunciada reiteradamente por diversos agentes, el PSOE entre ellos.

El lider de izquierdas ha recordado al Gobierno de Patxi Lopez que «la sociedad vasca ha dado la espalda al uso partidista de EiTB, como así vienen demostrando las audiencias mes a mes». Más allá de lo cuantificable con estos datos, Matute ha querido subrayar algunos de los «dudosos logros” del pacto PSE-PP al frente de la radio-televisión vasca: «Han presionado e incluso amenazado con expedientes a los trabajadores de la redacción de informativos, han permitido que políticos del pacto de gobierno tutelen con carácter previo, tal y como se dio a conocer en la Comisión de ayer, la celebración de entrevistas. También han causado una profunda preocupación por el devenir de la radio-televisión pública entre catedráticos y profesores de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad del País Vasco, malestar expresado recientemente por muchos de ellos. Por supuesto, también han tenido la habilidad de prescindir de espacios, profesionales y hasta contertulios que no se ajustaban los perfiles exigidos por PP-PSE asi como de poner en pie de guerra a los sindicatos mayoritarios».

Por todo ello, Matute ha exigido al Gobierno Vasco que «desista de todo control, tutela y censura de EiTB» y que apueste por una información plural, veraz y al servicio de la sociedad.

El que no trabaje, que no coma> Ander Rodriguez Lejarza (Alternatiba)

Poco o nada hemos avanzado. Dos mil años después, el Gobierno Vasco repite las mismas palabras escritas por Pablo de Tarso: “El que no trabaje, que no coma”. Quien rechace una oferta laboral perderá la Renta de Garantía de Ingresos y podría ver afectada su prestación por desempleo. Este y otros subsidios tienen por finalidad asegurar un sueldo mínimo que permita a la ciudadanía el acceso a los bienes necesarios para subsistir. Se lanza, de este modo, un claro mensaje: a quien no acepte un empleo remunerado no tenemos por qué garantizarle la supervivencia.

Un paréntesis. Utilizo el término “empleo remunerado” porque considero restrictivo y excluyente identificar “trabajo con “contrato laboral”. El Gobierno Vasco no reconoce que puedan desarrollarse otras modalidades de trabajo al margen del remunerado, como pueden ser el voluntario o el doméstico. Pero, como se preguntaba el sociólogo Claus Offe: “¿Por qué razón deberían enhebrase todas las actividades útiles que los seres humanos son capaces de hacer a través del agujero de un contrato laboral?”. Si aceptamos esta restricción nos encontramos con paradojas como la siguiente: una persona que durante una serie de horas realice tareas domésticas en su casa no realiza trabajo alguno, pero si realiza esas mismas tareas en otro domicilio y recibe por ello una remuneración, realiza un trabajo. En definitiva, dejamos la definición de “trabajo” en manos del mercado, ya que es éste quien decide qué actividades deben ser remuneradas y cuales no. 

Volviendo sobre mis pasos, parece que la consejera Gemma Zabaleta entiende que la garantía de existencia debe tener una contrapartida, por lo que una persona debe estar dispuesta a aceptar cualquier tipo de contrato, por precarias que sean sus condiciones, si es que quiere comer. Al parecer, es un problema para la Administración vasca que un pobre pueda alimentarse si decide no desarrollar un empleo remunerado. Sin embargo, esta disyuntiva no se plantea con otras clases sociales, ya que hay quien no trabaja y sí come, porque dispone de tierras o de capital. El problema, una vez más, son los pobres.

Para que la gente acepte con normalidad que se retiren las ayudas públicas que protegen la existencia de quienes menos tienen, se ha desarrollado durante los últimos meses una brutal campaña política y mediática que ha hecho énfasis en una supuesta estafa masiva en estas prestaciones. No resulta complicado desmontar la falacia. El fraude en la Renta de Garantía de Ingresos no alcanza el 2%. Todos los perceptores pasan al menos una revisión anual, mientras que la inspección de las rentas que provienen del capital sólo alcanza el 1,2%. ¿Dónde creen que debería centrar sus esfuerzos fiscalizadores la Administración?

Sorprende comprobar, como los mismos responsables políticos que colocan bajo sospecha a los perceptores de la Renta de Garantía de Ingresos que no son capaces de encontrar un empleo remunerado, son los mismos que aprueban medidas como el retraso de la edad de jubilación, que restringe aún en mayor medida la posibilidad de acceder al mercado laboral.  

En la génesis de este discurso encontramos la llamada trampa de la pobreza: se desincentiva la búsqueda de una ocupación asalariada que no compense lo que se percibe en concepto de subsidio condicionado. Pero tratar de superar esta trampa obligando a las trabajadoras y trabajadores a aceptar labores especialmente penosas y mal pagadas resulta una rendición ideológica ante la clase empresarial. Ya lo dijo sin complejos la patronal vasca Confebask: “Hay que ser conscientes de que el nivel asistencial marca en muchos casos el listón para trabajar o no”. Es triste que el Gobierno Vasco no muestre inquietud alguna por la firma de contratos basura que se sitúan cerca o incluso por debajo del umbral de la pobreza, sino por una ayuda social que podría llevar a que un grupo de población se negara a aceptar contratos precarios.

Esto nos conduce al único y terrible efecto de la medida anunciada: la pérdida de libertad. Si una persona no tiene cubiertos unos mínimos para vivir, no dispone de libertad real, ya que su libertad de elección se ve coartada por sus necesidades. Condicionar un ingreso mínimo a la aceptación de cualquier oferta de empleo conlleva reforzar el dominio del empresario en la relación laboral y debilitará aún más la posición de las trabajadoras y trabajadores a la hora de negociar. 

Si lo que se pretende es superar la trampa de la pobreza y el desincentivo que hipotéticamente pueden suponer las ayudas condicionadas, bien podría apostar el Gobierno Vasco por una Renta Básica de Ciudadanía. Definida por el Basic Income Earth Network como “una forma de renta mínima garantizada que difiere de las que existen actualmente en varios Estados europeos en tres importantes sentidos: primero, es pagada a los individuos y no a los hogares; segundo, es pagada independientemente de otras fuentes de rentas; finalmente, es pagada sin requerir el desempeño de ningún trabajo o de la voluntad de aceptar un empleo ofrecido”.

Esta fórmula garantiza las condiciones materiales de la libertad, establece una cobertura del 100%; elimina humillantes controles; erradica la estigmatización de la pobreza; garantiza mejor reparto de la riqueza; ahorra costes a la Administración; incentiva el autoempleo, el trabajo a tiempo parcial y el gusto por el riesgo; reconoce el trabajo voluntario y el doméstico; hace desaparecer el fraude y supera la trampa de la pobreza. Una Renta Básica de Ciudadanía que no conoce obstáculos técnicos, pero conoce obstáculos políticos. Simplemente, no es aceptable para quienes están mejor. 

Salarios x Productividad = + Beneficios – Sueldo > Jonathan Martínez (Alternatiba)

La propuesta de la canciller alemana Angela Merkel de vincular los salarios a la productividad ha arrastrado una oleada de adhesiones. José Luis Bilbao, diputado general de Bizkaia, ha calificado la propuesta de Merkel de “gran idea” y en similares términos se han expresado Nuria López de Gereñu, actual secretaria general de Confebask y ex consejera de Transportes y Obras Públicas -¡vivan las puertas giratorias!-, la consejera del Gobierno Vasco Gemma Zabaleta, los portavoces de Adegi, CEOE, Banco de España, BBVA, Emilio Botín, Felipe González y Pedro Solbes.

Se trata de un intento de elevar el lucro empresarial a costa de bajar los salarios. Lejos de los focos que los medios de comunicación han dedicado a todos los anteriores, el economista Vicenç Navarro remarca que «el objetivo no es la defensa de la economía o de la competitividad, sino de los intereses de las grandes empresas a costa de los intereses de los trabajadores. Es lo que antes se llamaba lucha de clases, lo cual ahora se enmascara bajo el discurso de la competitividad».

Durante los últimos lustros, los beneficios han engordado por encima de las nóminas e, incluso, en muchos casos, las subidas salariales han quedado por debajo de la inflación, un crecimiento real negativo que disminuyó la capacidad adquisitiva de los trabajadores y las trabajadoras. Evidentemente, los emolumentos no se quisieron ligar a las ganancias en época de bonanza. Según datos del Eustat, la remuneración de los empleados y empleadas de la CAV ha pasado de representar el 57% del PIB en 1980 a caer al 50% en 2009, mientras que el excedente neto de explotación o los beneficios empresariales subían del 24% al 32%. Es decir, se han sustituido los salarios por los beneficios en el reparto de la riqueza. ¡Y todavía tienen la desvergüenza de exigir que concuerden con el aumento de la productividad! Por si fuera poco, el trozo de tarta de los impuestos netos sobre producción e importaciones ha caído en sólo tres años, de 2006 a 2009, a niveles de hace dos décadas, lo cual ha limitado la capacidad de mantener el gasto público por parte de las Administraciones.

En la situación de hoy en día, con una tasa de desempleo elevada, la clase empresarial y su representación política quieren aprovechar el estado de shock actual, en el que ven cómo se realizan reformas antisociales sin contestación alguna, para reducir los costes de las nóminas e hinchar aún más sus dividendos. Pero, al contrario de lo que afirman, son los bajos salarios los que determinan un menor rendimiento, puesto que éstos desincentivan al empresario a invertir en productividad. Además, tal y como afirma la Organización Internacional del Trabajo, el aumento de la productividad provoca más desempleo.

En suma, se trata de un nuevo movimiento para engrosar los beneficios a costa de los trabajadores y trabajadoras. Desestiman la posibilidad de aprovechar los avances tecnológicos para reducir las jornadas laborales. ¡Nada de pensar en repartir las horas de trabajo para que más gente pueda tener un empleo, mejorar el bienestar de la sociedad con más horas para la acción social y el ocio! De lo que se trata es de explotar más a la plantilla mientras ésta ve cómo merma su capacidad adquisitiva. Sin embargo, ¿qué ocurrirá cuando el colectivo asalariado no pueda adquirir lo que él mismo produce? ¿Qué ocurriría en un escenario, nada descartable, en el que la productividad cae por la subida del precio de la energía? Si no se han ligado los emolumentos al incremento de beneficios hasta ahora, ¿por qué hablan ahora de vicularlos a la productividad?

Lo cierto es que quienes con mayor voluntad apoyan estas medidas son quienes más tienen que callar. José Luis Bilbao actúa como un hooligan del neoliberalismo, y eso a pesar de haberse dejado engañar por la estafa de Madoff en el caso de Zabalgarbi. Otro que se ha sumado al carro ha sido Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, quien también se alinea con la opinión de la canciller alemana a pesar de que la productividad en su tarea de prever las crisis inmobiliaria y financiera sea más que discutible. El Gobierno Vasco tampoco se ha quedado al margen. Gemma Zabaleta, consejera de Empleo y Asuntos Sociales, augura un “futuro poco próspero” si no se introduce el factor de la productividad en los salarios, lo cual invita a preguntarle: ¿Cómo afectará a su sueldo el retraso productivo de 20 leyes que acumula el Gobierno de Patxi López?

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Del mundo árabe a America Latina> Santiago Alba y Alma Allende (Rebelión)

Fuente: Rebelion

Autores: Santiago Alba Rico y Alma Allende

Tenemos la impresión de que un gran proceso emancipatorio mundial puede verse abortado por la implacable ferocidad de Gadafi, la intervención estadounidense y la poca clarividencia de América Latina. Describiríamos así la situación: en una zona del mundo ligada de nuevo por fuertes solidaridades internas y de la que sólo se esperaba letargo o fanatismo ha surgido una oleada de levantamientos populares que amenaza con hacer caer, uno detrás de otro, a todos los aliados de las potencias occidentales en la región. Con independencia de las muchas diferencias locales, estos levantamientos tienen algo en común que, por cierto, los distingue radicalmente de las “revoluciones” rosadas y naranjas promovidas por el capitalismo en la órbita ex soviética: demandan democracia, sí, pero lejos de estar fascinadas por Europa y los EEUU son depositarias de una larga, arraigada, radical tradición antiimperialista forjada en torno a Palestina e Iraq. Tenemos la impresión de que un gran proceso emancipatorio mundial puede verse abortado por la implacable ferocidad de Gadafi, la intervención estadounidense y la poca clarividencia de América Latina. Describiríamos así la situación: en una zona del mundo ligada de nuevo por fuertes solidaridades internas y de la que sólo se esperaba letargo o fanatismo ha surgido una oleada de levantamientos populares que amenaza con hacer caer, uno detrás de otro, a todos los aliados de las potencias occidentales en la región. Con independencia de las muchas diferencias locales, estos levantamientos tienen algo en común que, por cierto, los distingue radicalmente de las “revoluciones” rosadas y naranjas promovidas por el capitalismo en la órbita ex soviética: demandan democracia, sí, pero lejos de estar fascinadas por Europa y los EEUU son depositarias de una larga, arraigada, radical tradición antiimperialista forjada en torno a Palestina e Iraq. Tenemos la impresión de que un gran proceso emancipatorio mundial puede verse abortado por la implacable ferocidad de Gadafi, la intervención estadounidense y la poca clarividencia de América Latina. Describiríamos así la situación: en una zona del mundo ligada de nuevo por fuertes solidaridades internas y de la que sólo se esperaba letargo o fanatismo ha surgido una oleada de levantamientos populares que amenaza con hacer caer, uno detrás de otro, a todos los aliados de las potencias occidentales en la región. Con independencia de las muchas diferencias locales, estos levantamientos tienen algo en común que, por cierto, los distingue radicalmente de las “revoluciones” rosadas y naranjas promovidas por el capitalismo en la órbita ex soviética: demandan democracia, sí, pero lejos de estar fascinadas por Europa y los EEUU son depositarias de una larga, arraigada, radical tradición antiimperialista forjada en torno a Palestina e Iraq. No hay en los levantamientos populares árabes ni asomo de socialismo, pero tampoco de islamismo ni -lo más importante- de seducción eurocéntrica: se trata al mismo tiempo de una revuelta económica y de una revolución democrática, nacionalista y anticolonial, lo que abre de pronto, cuarenta años después de su derrota, una inesperada oportunidad para las izquierdas socialistas y panarabistas de la región.

La América Latina progresista, cuyos pioneros procesos emancipatorios constituyen la esperanza del antiimperialismo mundial, debería apoyar en estos momentos al mundo árabe sin reservas, adelantándose a la estrategia de las potencias occidentales, desbordadas por los acontecimientos y a las que Gadafi está dando la oportunidad de un regreso -militar quizás, pero sobre todo propagandístico- como paladín de los derechos humanos y la democracia. Ese discurso es poco creíble en esta zona del mundo, donde Fidel y Chávez gozan de un enorme crédito popular, pero si América Latina se alinea, por activa o por pasiva, con el tirano, no sólo los contagiosos avances populares, que lamen ya Europa y se han trasladado a Wisconsin, se verán irremediablemente detenidos, sino que se producirá una nueva fractura en el campo antiimperialista que los EEUU, siempre vigilantes, relojeros del mundo, aprovecharán para recuperar el terreno perdido. Algo de eso puede estar ya ocurriendo como resultado de una combinación de desconocimiento y de antiimperialismo esquemático y sumario. Los pueblos árabes, que vuelven a la escena de la historia, necesitan el apoyo de sus hermanos latinoamericanos, pero es sobre todo la relación de fuerzas mundial la que no puede permitirse una vacilación por parte de Cuba y Venezuela sin que Cuba y Venezuela sufran también las consecuencias y las sufran con ellos América Latina y las esperanzas de transformación a nivel planetario.

Podemos alegar que sabemos poco de lo que ocurre en Libia y sospechar de las condenas occidentales, mediáticas e institucionales, de los últimos días. Podemos quedarnos en eso. Los imperialistas son más inteligentes. Ellos, que tienen muchos intereses concretos en la zona, han defendido hasta el final a sus dictadores, pero cuando han comprendido que eran insostenibles los han dejado caer y han elegido otra estrategia: apoyar procesos democráticos controlados, seleccionar minorías postmodernas como motor de cambios limitados y desplegar sin pudor, a sabiendas de que la memoria es corta y los reflejos de la izquierda muy inmediatos, un nuevo arco iris de retórica democrática. Habrá que oponerse a cualquier injerencia occidental, pero no creo, sinceramente, que la OTAN vaya a invadir Libia; lo que sí nos parece es que esta amenaza, apenas apuntada, tiene el efecto de enredar y emborronar el campo antiimperialista, y esto hasta el punto de hacernos olvidar algo que sí deberíamos saber: quién es Gadafi. Olvidarlo puede producir al menos tres efectos terribles: romper los lazos con los movimientos populares árabes, dar legitimidad a las acusaciones contra Venezuela y Cuba y «represtigiar» el muy dañado discurso democrático imperialista. Todo un triunfo, sin duda, para los intereses imperialistas en la región.

Gadafi ha sido durante los últimos diez años un gran amigo de la UE y de EEUU y de sus dictadores aliados en la zona. Baste recordar las incendiarias declaraciones de apoyo del Calígula libio al depuesto Ben Alí, a cuyas milicias muy probablemente proporcionó armas y dinero en los días posteriores al 14 de enero. Baste recordar también la dócil colaboración de Gadafi con los EEUU en el marco de la llamada “guerra antiterrorista”. La colaboración política ha ido acompañada de estrechos vínculos económicos con la UE, incluida España: la venta de petróleo a Alemania, Italia, Francia y EEUU ha sido paralela a la entrada en Libia de las grandes compañías occidentales (la española Repsol, la británica British Petroleum, la francesa Total, la italiana ENI o la austriaca OM), por no hablar de los suculentos contratos de las constructoras europeas y españolas en Trípoli. Por lo demás, Francia y EEUU no han dejado de proporcionarle armas para que ahora mate desde el aire a su propio pueblo, siguiendo el ejemplo de la Italia imperial desde 1911. En 2008 la ex secretaria de Estado Condoleeza Rice lo dejó muy claro: “Libia y Estados Unidos comparten intereses permanentes: la cooperación en la lucha contra el terrorismo, el comercio, la proliferación nuclear, África, los derechos humanos y la democracia”.

Cuando Gadafi visitó Francia en diciembre de 2007, Ayman El-Kayman resumió la situación en un párrafo que reproduzco aquí: “Hace casi diez años, Gadafi dejó de ser para el Occidente democrático un individuo poco recomendable: para que le sacaran de la lista estadounidense de Estados terroristas reconoció la responsabilidad en el atentado de Lockerbie; para normalizar sus relaciones con el Reino Unido, dio los nombres de todos los republicanos irlandeses que se habían entrenado en Libia; para normalizarlas con Estados Unidos, dio toda la información que tenía sobre los libios sospechosos de participar en la yihadjunto a Bin Laden y renunció a sus “armas de destrucción masiva”, además de pedir a Siria que hiciese lo mismo; para normalizar las relaciones con la Unión Europea, se transformó en guardián de los campos de concentración, donde están internos miles de africanos que se dirigían a Europa; para normalizar sus relaciones con su siniestro vecino Ben Alí, le entregó a opositores refugiados en Libia”.

Como se ve, Gadafi no es ni un revolucionario ni un aliado, ni siquiera táctico, de los revolucionarios del mundo. En 2008 Fidel y Chávez (junto a Mercosur) denunciaron  justamente la llamada “directiva de la vergüenza” europea que reforzaba la ya muy severa persecución en Europa de la humanidad desnuda de las pateras y los muros. De todos los crímenes de Gadafi quizás el más grave y el menos conocido es su complicidad en la política migratoria de la UE, particularmente italiana, como verdugo de emigrantes africanos. Quien quiera una amplia información sobre el tema puede leer Il Mare di mezzo, del valiente periodista Gabriele del Grande, o acudir a su página web, Fortresseuropedonde se recogen algunos documentos espeluznantes. Ya en 2006 Human Rights Watch y Afvic denunciaban los arrestos arbitrarios y torturas en centros de detención libios financiados por Italia. El acuerdo Berlusconi-Gadafi de 2003 puede leerse completo en la página de Gabriele del Grande y sus consecuencias se resumen sucinta y dolorosamente en el grito de Farah Anam, fugitiva somalí de los campos de la muerte libios: “Prefiero morir en el mar que regresar a Libia”. A pesar de las denuncias que hablan de verdaderas prácticas de exterminio -o precisamente por ellas, que demuestran la eficacia de Gadafi como guardián de Europa- la Comisión Europea firmó en octubre una «agenda de cooperación” para la «gestión de los flujos migratorios” y el «control de las fronteras», válido hasta 2013 y acompañado de la entrega a Libia de 50 millones de euros.

La relación de Europa con Gadafi ha rozado la sumisión. Berlusconi, Sarkozy, Zapatero y Blair lo recibieron con abrazos en 2007 y el propio Zapatero lo visitó en Trípoli en 2010. Incluso el rey Juan Carlos se desplazó a Trípoli en enero de 2009 para promocionar a las empresas españolas. Por otro lado, la UE no dudó en humillarse y disculparse públicamente el 27 de marzo de 2010 a través del entonces ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, por haber prohibido a 188 ciudadanos libios la entrada en Europa a raíz del conflicto entre Suiza y Libia por la detención de un hijo de Gadafi en Ginebra acusado de maltratar a su personal doméstico. Aún más: la UE no emitió la menor protesta cuando Gadafi adoptó represalias económicas, comerciales y humanas contra Suiza ni cuando efectuó un llamamiento a la guerra santa contra este país ni cuando declaró públicamente su deseo de que fuera barrido del mapa.

Y si ahora estos amigos imperialistas de Gadafi -que ven cómo el mundo árabe se voltea sin su intervención- condenan la dictadura libia y hablan de democracia, entonces nosotros vacilamos. Aplicamos las plantillas universales de la lucha antiimperialista, con sus teorías de la conspiración y su paradójica desconfianza hacia los pueblos, y pedimos tiempo para que se disuelva la nube de polvo que levantan las bombas lanzadas desde el aire -a fin de estar seguros de que debajo no hay un cadáver de la CIA. Eso cuando no apoyamos directamente, como el gobierno de Nicaragua, a un criminal cuyo contacto más liviano sólo puede manchar para siempre a cualquiera que se reclame de izquierdas o progresista. No es la OTAN quien está bombardeando a los libios sino Gadafi. “Fusil contra fusil” es la canción de la revolución; “misil contra civil” es algo que no podemos aceptar y que, aún antes de hacernos preguntas, debemos condenar con toda energía e indignación. Pero hagámonos también las preguntas. Porque si nos hacemos preguntas, las respuestas que tenemos -por pocas que sean- demuestran además de qué lado deben estar en estos momentos los revolucionarios del mundo. Ojalá caiga Gadafi -hoy mejor que mañana- y América Latina comprenda que lo que ocurre en estos momentos en el mundo árabe tiene que ver, no con los planes maquiavélicos de la UE y EEUU (que sin duda maniobran en la sombra), sino con los procesos abiertos en Nuestra América, la de todos, la del ALBA y la dignidad, desde principios de los años 90, siguiendo la estela de la Cuba de 1958. La oportunidad es grande y puede ser la última para revertir definitivamente la actual relación de fuerzas y aislar a las potencias imperialistas en un nuevo marco global. No caigamos en una trampa tan fácil. No despreciemos a los árabes. No son socialistas, no, pero en los dos últimos meses, de manera inesperada, han dejado al desnudo la hipocresía de la UE y los EEUU, han expresado su deseo de una democracia auténtica, lejos de todo tutelaje colonial, y han abierto un espacio para poner en dificultades desde la izquierda los intentos de reconversión, también territorial, del capitalismo. Es la América Latina del ALBA, la del Che y Playa Girón, cuyo prestigio en esta zona estaba intacto hasta ayer, la que tiene que apoyar el proceso antes de que el relojero del mundo vuelva a hacer girar las manillas hacia atrás y a su favor. Los países capitalistas tienen “intereses”; los socialistas sólo “límites”. Muchos de esos “intereses” estaban con Gadafi, pero ninguno de esos “límites” tiene nada que ver con él. Es un criminal y además un estorbo. Por favor, compañeros revolucionarios de América Latina, los compañeros revolucionarios del mundo árabe están pidiéndo que no lo sostengáis.

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