El próximo 16 de junio se celebrarán elecciones presidenciales, al congreso y municipales en las dos Guatemalas: la primera, la del estado-nación postcolonial, hipercentralista y racista; la segunda, la de los pueblos siempre excluidos por el estado, la de las y los no-ciudadanos que han decidido pasar de la resistencia al poder, jugando al ajedrez por la disputa del poder ejecutivo.
Tras dos meses de campaña oficial precedida por otros tres de precampaña, cualquier noticia de la trama electoral queda anticuada en dos días.
Durante cinco meses se ha dirigido a la opinión pública hacia una candidata, Thelma Aldana, del Movimiento Semilla, construida mediáticamente para hacerse con el amplio descontento asentado desde la “primavera guatemalteca” del 2015 en sectores urbanitas, con un estado fallido que ya no da más. Una primera apuesta de la embajada gringa, omnipresente en la colonialidad de la esencia de un estado lacayo, recogiendo aprendizajes de su victoria en el país vecino de El Salvador con el mediático y neoliberal nuevo presidente Nayib Bukele. Tan bien les salió la jugada en un principio, que mucha de la “izquierda partidaria” pero también social y popular de Guatemala se lo creyó.
Por supuesto, todo esto no hubiera sido posible sin un símbolo a hegemonizar en el sentido común, y en este caso, ha sido la lucha contra la corrupción. Desde el 2015, el bombardeo mediático ha posicionado la idea de que en los territorios del Estado-Nación de Guatemala el problema es la corrupción. ¿No suena conocido?
Esa su apuesta simbólica no consiguió acumular masas entre los sectores populares, así que la embajada levantó el teléfono y dijo: ¡Sáquenla! Y desde ayer ya no está en la contienda electoral.
Y es que ese estado no da más porque representa un metropolitanismo racista, colonial y patriarcal, que ya no es asimilado tan fácilmente; entre otros motivos, porque en los últimos años se han construido con espíritu conspirador masas constituyentes organizadas desde la subalternidad en los territorios.
Masas plurinacionales organizadas en el Comité de Desarrollo Campesino, CODECA, que han puesto en crisis existencial a las izquierdas partidarias del último decenio, acomodadas a un statu quo y a una práctica de la incidencia política colonial centrada en el institucionalismo oficial y asimilada con mucho abono, en parte, de la cooperación internacional.
En los últimos diez años, mientras la Guatemala oficial se despistaba y mareaba, con un contexto manipulado y una oenegización colonialmente adulterada de movimientos sociales y populares históricos, un ejército popular de hormigas mayas, xincas, garífunas y mestizas, sin prisas pero sin pausa, con paso firme, construían en los territorios un movimiento subversivo desde la resistencia energética (tomarse el suministro eléctrico) que se extendió como virus emancipatorio con ansias de poder a todo el país, CODECA. Desde hace dos años ese virus subalterno y plurinacional entró para quedarse, del campo a la ciudad, al ambiente más vacunado con antibióticos alienadores coloniales, la metrópoli, Guatemala Ciudad capital. Una urbe multicolor de seis millones de habitantes.
En enero del presente año, CODECA, decidió dar ese salto de la resistencia al poder y construyó su instrumento político, el Movimiento para la Liberación de los Pueblos, MLP, con un programa de máximos y una planificación estratégica definida, basada en un proceso constituyente popular y plurinacional, el Estado Plurinacional y la nacionalización de todos los recursos privatizados y expoliados.
Por supuesto que este nuevo sujeto emancipador ha sufrido en sus propias carnes la represión del narco estado: cárcel, persecución, ocho activistas de CODECA asesinados el año pasado y en lo que llevamos de año ya con el MLP, 3.
Recientemente, Aldana, excandidata de Semilla, Exfiscal de la República, responsable de la persecución a defensores y defensoras de CODECA, con declaraciones prointervencionistas militares contra Venezuela, dijo que la mejor candidata ahora que ella ya no está, es “la otra Thelma”.
Thelma Cabrera, la candidata a presidenta por el MLP, el instrumento político de CODECA. Parece que a la embajada le da tanto miedo el MLP que ahora quiere cautivarlo con infructuosos halagos para tratar de evitar la dirección estratégica del MLP, pero el MLP ya ha dicho que no, que no quiere halagos engañosos de títeres del imperialismo.
Así que un volcán con la telúrica de los pueblos mayas, xincas, garífunas y mestizos ha estallado en el Estado Nación de Guatemala, y ha puesto a temblar a todo Dios -nunca mejor dicho- sobre la realidad colonial.
Queda por saber cuál será el siguiente movimiento de la embajada y si habrá elecciones.
Gaizka Herrán – Mesa Internacionalista de Alternatiba