Es la responsable del área de Feminismo y LGTBI+ de EH Bildu desde que hace dos años arrancara el proceso interno que creó, por primera vez desde el nacimiento de la coalición, una estructura para vertebrar su acción política. Hablamos de esta experiencia con Monika Plazaola Sojo.
¿Qué balance puedes hacer de estos dos años al frente de esta Secretaría?
Obviamente, aunque la Secretaría se constituye orgánicamente en el Congreso de junio de 2017, EH Bildu ha tenido un largo recorrido en feminismos, fruto del compromiso y de la lucha de años de muchas personas, sobre todo mujeres, ya en los partidos que conforman la coalición.
Por lo tanto, en estos dos años se ha venido consolidando, ampliando, e integrando de manera firme y sostenida, un trabajo que necesariamente debía ser transversal, es decir, que debía empapar a la propia organización a lo interno y tener su reflejo en su acción política externa.
¿Qué acciones y qué logros destacarías en esta trayectoria?
Así, por una parte, y como hitos principales hacia una EH Bildu feminista, podemos destacar el inicio del Plan de Igualdad interno, en estos momentos en fase de diagnóstico. Se trata de un compromiso claro de la dirección política por analizar nuestra organización, estructura, maneras de funcionar, cultura política, comunicación, acción política e institucional… desde una mirada feminista, identificar qué debe mejorar y cuál es su prioridad marcando así un horizonte claro de avance. Asimismo, el año pasado dimos a conocer Emakumeen Gunea, el espacio de mujeres de EH Bildu recogido en los estatutos fundacionales de 2017, y que pretende ser el lugar de encuentro, de intercambio, de apoyo mutuo, de generación de alianzas y redes, así como de articulación y propuesta de iniciativas feministas para todo el partido. Este espacio deberá dar un salto cualitativo importante en su trayectoria a partir de este año.
Por otra parte, el grupo de feminismos (que podemos decir es uno de los más, sino el más, activo de EH Bildu) realiza un trabajo continuo de asesoría institucional, de coordinación y articulación de políticas feministas y LGTBI en todas las instituciones en las que estamos. Se trata de una labor muy ambiciosa y a largo plazo, que requiere del compromiso y participación de todas las personas y de recursos, espacios formativos, etc. Esperamos iniciar este año un proceso que nos permita dar un salto cualitativo importante hacia una propuesta integral de políticas feministas para Euskal Herria.
Asimismo, el año pasado realizamos unas jornadas sobre violencias machistas en Iruña que tuvieron muy buena acogida, y hemos organizado varias acciones en el marco de las dos campañas electorales que hemos tenido este año. Por último, y dejándome muchas cosas en el tintero, destacar la acción tanto del grupo de feminismos como del de LGTBI en la identificación, propuesta y realización de numerosas acciones reivindicativas relacionadas con ambas luchas, tanto en los días señalados en el calendario como el 8M, 25N o 28J, como en otros a lo largo del año.
Desde partidos y, por tanto, organizaciones mixtas, ¿qué tal es la relación con el movimiento autónomo?
EH Bildu tiene una buena relación con el movimiento feminista autónomo y organizado de Euskal Herria (de hecho, muchas de nosotras militamos también en el movimiento feminista). Tenemos un canal de comunicación permanente abierto con ellas, hay confianza mutua: para nosotras es un principio de acción la referencialidad que les debemos reconocer. Debemos oírlas, recoger sus propuestas y exigencias, y hacer frente a nuestras responsabilidades como partido en todos los ámbitos. Lógicamente, es una relación que a veces se tensiona más o menos, por la propia identidad y características de ambas: yo veo sana esa tensión, los movimientos sociales deben ser siempre críticos y exigentes y nosotras debemos responder para avanzar hacia postulados de izquierdas, soberanistas y para la mayoría.
Participas en la Mesa Feminista de Alternatiba, una de las más activas de la organización. ¿Hasta qué punto es importante su función?
Está claro que para que una organización política mixta avance en su camino hacia el feminismo, es totalmente necesario que cuente con un espacio feminista, al que además se le reconozca autoridad, esto es, que tenga capacidad de influencia real en la organización. Esto es así en Alternatiba, logrado por una lucha de años, desde su fundación, de compañeras feministas. Así, las acciones que propone y lleva a cabo la Mesa suelen ser siempre de las más exitosas; el feminismo está presente en los debates políticos; tiene presencia comunicativa; somos de hecho referentes también en EH Bildu en este sentido… No es casualidad, es fruto de años de trabajo y de una organización que ha estado abierta, con todo lo que todavía queda por hacer, obviamente.
Los partidos siguen siendo terreno de hombres. ¿Cómo ves la situación en EH Bildu?
No es una situación buena, ni en EH Bildu ni en ningún otro partido, no lo podrá ser hasta que seamos feministas en una sociedad feminista. Los partidos políticos, la acción institucional y de gobierno para quienes gobiernan o aspiran a ello, son profundamente patriarcales, con estructuras verticales, relaciones de poder muy marcadas, culturas organizativas y modelos de trabajo poco vivibles. Por supuesto, hay diferencias y no todos los partidos son iguales, pero se trata de un problema estructural de solución muy compleja. Las mujeres seguimos teniendo dificultades para entrar en política porque es un espacio que desde el inicio no se nos hace atractivo, al contrario. Debemos demostrar el doble o el triple, debemos esforzarnos mucho más para la participación en el espacio público que no ha sido históricamente el nuestro -muchas veces asumiendo roles masculinos-, debemos a veces pelear con nuestros compañeros para que se nos oiga y reconozca igual que a ellos, debemos además superar ese desgaste, el juicio doble externo y el alto nivel de autoexigencia que tenemos, además de la culpa que solemos sentir por estar dejando de lado las tareas de cuidados que todavía asumimos en su mayoría… Todas ellas son cuestiones estructurales que necesitan de un trabajo continuado y sostenido que, paradójicamente o no, también desgasta, porque debemos admitir que dentro de casa también tenemos resistencias. En todo caso, somos conscientes de ello y estamos, poco a poco, con nuestros pequeños éxitos y fracasos, avanzando.
Mirando a Euskal Herria, ¿es un riesgo la institucionalización del pinkwashing y el purplewashing?
Sí claro, es un riesgo que no es nuevo pero que se ha visto aumentado en los últimos tiempos fruto de la centralidad e importancia que está tomando el feminismo, lo que para muchas es que el feminismo se ha puesto de moda. Bajo la ya vieja conocida máxima de “cambiar todo para que nada cambie”, llevamos muchos años viendo gobiernos con políticas de igualdad que pretendían retocar, maquillar o realizar pequeñas reformas, sin ir a la raíz de un problema que, como bien sabemos, es estructural. Ahora, en una nueva vuelta de tuerca, los que antes miraban con recelo al feminismo, ahora se declaran feministas: no hay más que ver el 8M de este año y las declaraciones de algunos partidos.
Frente a una sociedad cada vez más concienciada, más exigente, queda bien y vende decir que eres feministas y que estás a favor del colectivo LGTBI. Es más, se usan e instrumentalizan para sacar réditos tanto políticos como económicos. Ejemplo de ello son el Pride o los hoteles para gays.
Es, por tanto, un riesgo real y que no debemos minimizar, al contrario, debemos combatir con discursos elaborados y directos, con acción institucional y en la calle, siempre reconociendo y de la mano de los movimientos feministas y LGTBI, nunca utilizándolos, ni quitándoles protagonismo cuando deben tenerlo.
¿Consideras necesarios centros LGTBI+ como el que se inauguró en Iruña hace poco más de un año?
Por supuesto, de hecho, en Gasteiz, también con nuestro apoyo se acaba de aprobar la creación de un Observatorio LGTBI, iniciativa que también estamos trabajando en un espacio compartido con numerosos colectivos, para ver la posibilidad de trasladarlo a nivel de la CAV.
Los numerosos diagnósticos realizados los últimos tiempos, la cada vez mayor visibilización social, nos indican que, si bien en los discursos no cabe realizar declaraciones LGTBIfóbicas porque son mal vistas, la realidad es que hay mucha LGTBIfobia en nuestra sociedad, en todos los ámbitos. Las personas LGTBI no pueden gozar plenamente de todos sus derechos y esto es algo sumamente grave que no podemos obviar y que debe ser prioritario para nosotras.
La existencia de centros de atención, de observatorios, que deben recibir recursos públicos sostenidos en el tiempo y de calidad, permite realizar un trabajo de visiblización, de lucha contra esta problemática, de concienciación de la sociedad y de defensa y protección de los derechos de estas personas. Es nuestro deber si queremos una sociedad justa y libre para todas.