Asier Vega y Amaia Agirresarobe – Portavoces de Alternatiba
Cómo si de una película de terror se tratase, el PP ha entrado en el Gobierno del Reino de España con motosierra en mano, dispuesto a recortar por doquier: recortes sociales, merma de derechos, reformas laborales a la baja; recortes en todo, salvo en fuerzas de seguridad, no vaya a faltar policía para disolver concentraciones de cualquier persona dispuesta a mostrar su indignación en las calles. Y como toda película de serie B que se precie, el film comienza con un gran shock como preludio de los mayores sustos que vendrán.
El gobierno de Mariano Rajoy ha comenzado los recortes por el Ministerio de Fomento (1.614 millones), Industria (1.091), Economía (1.083) y Asuntos Exteriores (1.016). A Educación se le reducirá el presupuesto en 485 millones; a Empleo en 439; a Hacienda en 432 ; a Sanidad en 409 ; a Agricultura en 401 y, por último, el menor tijeretazo recaé en Defensa, con un recorte de 340 millones de euros.
Aún siendo Fomento el más cercenado, es significativo que los siguientes Ministerios que más reducen sus partidas sean, precisamente, los fundamentales para revertir la situación económica y garantizar el bienestar de la ciudadanía. A pocos les sorprenderá que el PP recorte notablemente en Educación y en Sanidad, en contra de lo prometido en campaña. La Ley de Dependencia también ha sido paralizada vía decreto, de modo que las personas con dependencia moderada en su nivel más grave verán como se retrasa su acceso a prestaciones.
Otra víctima presupuestaria, el incumplimiento de la ampliación a un mes del permiso paternal establecido por ley, nos avanza otra de las ideas-fuerza de este gobierno, plagiada, eso si, al anterior ejecutivo: los derechos se limitan a las épocas de bonanza económica, para el resto ajo y agua. Ni corresponsabilidad ni nada, las mujeres a ser explotadas en casa y los hombres a ser explotados en el trabajo; como toda la vida, con el añadido de que ahora también se explota a las mujeres en un mercado laboral aún más precario para ellas.
Incluso los y las pensionistas, la prioridad mil veces repetida por este gobierno, sufren los recortes de manera descarada. Una de las pocas promesas que hizo Rajoy en campaña fue la actualización del poder adquisitivo de las pensiones a partir del 1 de enero de 2012. La actualización real de las pensiones va a resultar negativa, ya que a la subida nominal del 1 por ciento hay que restarle el aumento de la inflación, en torno a los 3 puntos, y el aumento de la presión fiscal del 0,75 por ciento para las rentas más bajas.
Por supuesto, mientras los de siempre sufrimos los recortes, ciertos privilegiados con beneficios a prueba de bomba – como la banca, con o sin crisis, siempre gana – saldrán más que beneficiados por estas mismas medidas. Valga como ejemplo el insignificante recorte en Defensa, cartera entregada a un empresario de la industria de la muerte. ¿Acaso teme Madrid un inminente ataque de potencias enemigas, o es que pretende Rajoy emular a su mentor Aznar embarcando al Reino de España en otra guerra preventiva? Solo así se explicaría seguir acrecentando el gasto de un ministerio que acumula ya una deuda de 30.000 millones de euros en la compra de armas.
Sobra decir que la clase empresarial seguirá saliendo victoriosa de la debacle de la socialdemocracia y el avance de la derecha más reaccionaria. En momentos en los que el desempleo aumenta y que las condiciones laborales de las y los trabajadores cotizan a la baja, son cada vez más las personas que se ven forzadas a trabajar por salario miserables. Aún bajo la lógica de un gobierno neoliberal, parecería lógico aumentar considerablemente el Salario Mínimo Interprofesional para evitar que los empresarios se enriquezcan aún más a costa de quien lleva años en crisis. Pues no, Rajoy ha congelado el SMI, hundiéndolo aún más en la cola de Europa.
Tampoco está en las preclaras cabezas del nuevo Gobierno reducir el desempleo aumentando servicios y trabajo en el sector público. En lugar de repartir las horas de trabajo, ha ordenado aumentar sus jornadas laborales y no sustituir las bajas, con la consiguiente merma en la calidad de servicios públicos. Invitarán así, a los que puedan permitírselo, a contratar servicios privados para mayor gloria y caudal de los grandes empresarios.
Los que pueden estar realmente tranquilos con la política del PP son aquellos que colaboraron activamente en la gestación de la crisis. Mientras recortan en gasto social, el ejecutivo de Rajoy prepara una inyección al sistema financiero en forma de avales bancarios por un monto de, atención, cien mil millones de euros. Merece la pena visualizarlo en números: ¡100.000.000.000€! Es posible que los bancos no hagan uso de estos avales y sigan aprovechando la barra libre del BCE, pero cuando el ex-Goldman Sachs Mario Draghi cierre el grifo, ahí estará esa obscena cantidad de dinero para quienes juegan en el casino de las finanzas. Por si fuera poco, y a pesar de la subida positiva pero temporal del IRPF, el reestablecimiento de la deducción por vivienda persigue un claro objetivo: reanimar el mercado inmobiliario y volver a inflar la burbuja, petición expresa de quienes más ladrillo han acumulado.
Y esto es sólo el principio, ya se anuncian nuevos atropellos: reducción de salarios, copagos, privatizaciones… llegarán a más tardar después del 25 de marzo, día de elecciones en Andalucía. Si algo hemos aprendido de las películas de miedo es que los primeros en caer son los que se alejan del grupo. Por ello, debemos articular las diferentes luchas y movimientos sociales, sindicales y políticos para hacer frente y revertir estos recortes. Vamos a luchar contra esta lógica de conculcación con una lógica de confrontación, de resistencia y de propuesta alternativa. La izquierda puede ser hegemónica en Euskal Herria y debe ser la base para la defensa de nuestra clase trabajadora. Además, desde nuestra apuesta internacionalista, no cejaremos en el empeño de articular también nuestra lucha con la de los y las trabajadoras del Estado Español. La lucha continúa. Ya están aquí, nosotros y nosotras también.