Las trabajadoras del hogar sostienen una parte importante de los cuidados de personas mayores que se realizan en el hogar en condiciones de explotación y discriminación. Se vulneran sus derechos laborales y sociales perpetuando un sistema que se ha sostenido negando su responsabilidad.
En este momento, al borde de un colapso en los cuidados, los gobiernos vuelven a dar la espalda a aquellas que cuidan. Muchas de ellas han perdido el trabajo sin derecho a ningún subsidio (ya que el gobierno solo lo ha propuesto de manera muy insuficiente para aquellas con contrato, la minoría) y no se ha considerado ninguna medida excepcional más que les permita hacer frente a situaciones de enorme precariedad.
En la crisis también el capital quiere imponerse por encima de la vida. Esta debería ser una oportunidad para transformar radicalmente un modelo de cuidados profundamente injusto, haciendo corresponsables a hombres, empresas e instituciones, para poner, de una vez, las vidas dignas en el centro. Requiere de una voluntad política clara, más allá de parches claramente insuficientes, deben garantizarse todos los derechos de las trabajadoras del hogar ya!