Asier Vega y Mikel Oseguera – Mesa de Ecología de Alternatiba
La actual problemática con los Residuos Sólidos Urbanos no solo se reduce a vertederos, incineradoras o al reciclaje. Los RSU no son más que el último eslabón de la cadena de consumo. Un sistema y una economía cuyo motor es el consumo: explota recursos naturales, los transforma, los comercializa, los consume y los desecha. Es un modelo lineal que no falla únicamente en la imposibilidad de gestionar cada vez más residuos. Colapsa también en su origen, ya que los recursos del planeta son limitados. Incluso en su nudo. En las fases de producción y consumo, donde se establecen relaciones humanas (o inhumanas) desequilibradas basadas en la información desigual y la dominancia. Y donde no se alcanzan los objetivos paradigmáticos de la felicidad y la estabilidad. Las concretas alarmas del calentamiento global, la gestión de los desbordantes residuos, la escasez de materias primas fundamentales para la continuidad del tradicional desarrollo como el petróleo o el gas, la exponencial demanda de energía, etc. no son más que síntomas de la enfermedad terminal de la Concepción lineal del planeta frente a su esencia intrínseca circular, retroalimentada y sostenible.
Teniendo en cuenta estas visiones más globales, ya la administración europea a través de la directiva 2008/98/CE deja de centrar el debate de los residuos en su destrucción. Y apuesta en este orden de prioridad por la prevención (disminución en la generación), reutilización, reciclaje, “valorización energética” y eliminación. Además, marca como línea roja que la gestión de los residuos no pondrá en peligro la salud humana ni el medio ambiente, tanto el aire, el agua como el suelo.
La incineración ni fomenta la reducción de residuos, ni recicla y por supuesto que afecta a la salud humana y al medio ambiente a través de la contaminación del aire. También es una amenaza potencial para el suelo por generar cenizas altamente contaminantes. Además, se vuelven a fomentar turbios negocios donde siempre ganan y pierden los mismos. En un momento en el que, más que nunca, la sociedad debe recuperar el terreno regalado a la gestión privada, a través de la incineración el pueblo vuelve a pagar dos veces y los grandes grupos empresariales vuelven a cobrar doblemente. Se les paga por gestionar la basura que utilizan como combustible y se les vuelve a pagar por la energía generada con dicho combustible. Los costes medio ambientales, una vez más, los pagaremos todos.
La recogida Puerta a Puerta no sólo es el sistema contrastado de recogida de residuos que mejores resultados de reciclaje presenta (80-85% de reciclaje demostrado con expectativas de llegar al 90 %), sino que también trabaja la reducción de residuos incrementando la concienciación entre la ciudadanía.
Uno de los argumentos que se utilizan intencionadamente en contra del sistema de recogida Puerta a Puerta es el de los costes. Demagógicamente sólo de los costes de recogida. Nadie habla de los 250 millones de euros para la construcción de la incineradora de Gipuzkoa. Ni del coste de construcción y gestión de vertederos. Ni del coste de gestión de cenizas peligrosas. Por no hablar de los costes que nunca se valoran: los medio ambientales, los sociales… ¿Qué precio tiene el contaminar el aire?
Es fundamental el comenzar a ver los Residuos Sólidos Urbanos como recursos y no como basura. Recurso siempre que en cada punto de generación se separe adecuadamente. ¿Por qué renunciar a ese recurso público? ¿Por qué volver a ceder otro sector estratégico a manos privadas? No nos dejemos cegar por quienes faltos de perspectiva pretenden centrar nuestra atención en la basura que cuelga de un poste. Enseñémosles que no es basura; que son recursos: plástico, papel, materia orgánica…
Sabemos que los problemas globales requieren soluciones integrales. Un cambio de modelo, ¿por qué no empezar Puerta a Puerta?