Esta es una crónica de cómo degradar un servicio público hasta poder justificar su cierre. Hace unos días pudimos leer que el Ayuntamiento de Bilbao ha decidido suprimir la ambulancia municipal SAMUR alegando que es un servicio que ya ofrece Osakidetza. Eso sí, como es un servicio “prescindible”, la decisión la ejecutarán después de la pandemia de Covid. Nos queda la duda de si lo hacen porque les preocupa la atención sanitaria a la ciudadanía de Bilbao o la mala prensa que esta decisión pudiera tener en un momento en el que la evidente falta de recursos está provocando un colapso sanitario.
Además de ser un servicio histórico, se data su fundación en 1890 es pionero, en los 80 fue el primer servicio de ambulancias en incorporar personal de enfermería. Personal del SAMUR Bilbao formó parte del equipo que puso en marcha Emergencias de Osakidetza. A principios de los 90 los fundadores del SAMUR de Madrid visitaron el servicio para conocer su funcionamiento. Solo hay que ver la diferente evolución de ambos servicios municipales, uno consolidado y con buena reputación y el otro a punto de desaparecer, para evidenciar que la decisión es política. El PNV es más de derechas que el PP de Madrid.
En cuanto a la reputación, en la última valoración de los servicios municipales hecha mediante encuesta a la ciudadanía usuaria, la ambulancia Municipal SAMUR tuvo la nota de satisfacción más alta del Ayuntamiento de Bilbao, 8’5 sobre 10, y un tiempo de respuesta medio inferior a los 7 minutos.
Por eso en 2012 el entonces concejal de Seguridad decidió quitar una de las dos ambulancias, utilizando exactamente el mismo argumento que ahora: que Osakidetza ya hace ese trabajo. Como consecuencia, el servicio queda muy tocado y listo para seguir con el plan de degradar y cerrar el servicio. En 2016, el alcalde Aburto dejó caer en una entrevista en la radio que habían tomado la decisión de cerrar el servicio de ambulancias municipales SAMUR; pero ante las protestas de las y los trabajadores, lo dejaron en pausa. Pero la falta de inversión en personal y material en el servicio lo tienen al borde del colapso y, así, en 2021 persiste el acoso y derribo al servicio.
Detrás de esta decisión, sin duda política, no se han dado motivos sanitarios para tomarla, se esconden recortes en sanidad y empleo. Se elimina otra ambulancia y desaparecen 19 puestos de trabajo en el Ayuntamiento de Bilbao. Porque, aunque se recoloque a esas 19 personas, esos 19 puestos de ambulancia desaparecen.
Ateniéndonos a razones sanitarias, solo se puede sostener la opción de mantener y potenciar el servicio. En plena pandemia, con la sanidad colapsada, en un momento en el que todos los recursos sanitarios son imprescindibles no se entendería la eliminación de un servicio de ambulancias. Esa es la esencia de una ambulancia, recurso caro y escaso, que cuando lo necesitamos, todos queremos que llegue rápido y el tiempo de espera se nos hace eterno. Y todo ese esfuerzo y riesgo asumido por el servicio, es correspondido cerrándolo. Este comportamiento recuerda al de Ayuso despidiendo a los sanitarios en verano después de la primera ola. Y que nos indignó a todos.
Se dice que ese trabajo lo hará Osakidetza. Sí, pero ¿Cómo? El servicio de ambulancias de Soporte Vital Básico y con enfermería de Osakidetza está subcontratado. Con licitaciones a la baja que tienen como consecuencia condiciones laborales que han provocado huelgas y protestas de los sindicatos. El Ayuntamiento de Bilbao destruye empleo público y se sustituye por subcontratación y precariedad.
A lo que hay que añadir que el servicio, por sus características, tiene funciones de colaboración con Bomberos y Policía Municipal de Bilbao, cuestiones que Osakidetza no aborda.
Se habla de un costo de 1,39 millones de euros. Forma parte del discurso. El dinero público dedicado a sanidad, educación o ciencia no es un gasto, es una inversión. En esa cifra no se tiene en cuenta el ahorro en asistencia sanitaria a eventos que supone tener el servicio funcionando. Teniendo como consecuencia que eventos en los que el servicio era capaz de organizar la asistencia sanitaria, ahora tengan que ser subcontratados. (Santo Tomás, Romería de Begoña, Fiestas de Bilbao, Olentzero, Reyes…)
Esta forma de hacer política no es anecdótica, es la norma. Ya lo dice el alcalde de Bilbao en una entrevista en un periódico a la pregunta de si la decisión de cierre es definitiva, responde que “es la línea de trabajo”. En esa afirmación hay mucha información. No se refiere exclusivamente a la línea del PNV en el Ayuntamiento de Bilbao, sino a la línea ideológica del PNV en las administraciones que gobierna. Un claro y actual ejemplo es el cierre del PAC de Deusto, que va en la misma línea. Degradación de lo público para convertirlo en concertación y subcontratación.
Esta es la empatía que muestran los políticos jeltzales que recortan en sanidad, te dicen que sobran recursos sanitarios y, en medio de una pandemia y con escasez de vacunas, se la ponen cuando no les toca aprovechándose de su posición de privilegio.
Juan Mª Sánchez – Alternatiba