Oier Espilla – Mesa Ecologista de Alternatiba
El 5 de Junio hemos celebrado el Día Internacional del Medio Ambiente. ¿Qué tiene en común el medio ambiente con otros temas importantes? Que se elige un día al año para hablar de él y sus posibles soluciones, y que para quienes escribimos un artículo de opinión es muy difícil resumir en unas líneas el trabajo de todo un año de quienes buscan esas soluciones.
Hemos escuchado a los expertos decir una y otra vez que el medio ambiente se refleja en múltiples ámbitos de nuestras vidas. Y es que son muchas las pequeñas decisiones que tomamos cada día y que tienen su reflejo en nuestro medio ambiente, en la sociedad de la que formamos parte; y cuando hablamos de medio ambiente, también nos referimos a nuestros pueblos y ciudades, ya que nuestras calles y nuestros ruidos forman también un ecosistema particular.
El medio ambiente también es una víctima de la crisis, de crueldades de un sistema que ha tenido que soportar mucho antes que el propio sistema financiero. El egoísmo de la sociedad ha exterminado los bosques del mundo entero y ahora esos bosques no pueden respirar. Cuando se debate sobre las fuentes de energía de origen fósil, aun hay partidos y sectores que apuestan a su favor, aunque intenten maquillarlo de modernidad (como sucede en el caso del fracking), sin haber analizado a fondo el planteamiento sobre el cambio de ritmo de nuestras vidas. Afortunadamente, la reflexión y el debate en torno a los residuos han salido a la luz, obligándonos a hacernos cargo de nuestras responsabilidades como parte de la ciudadanía, sin olvidar que hay que alargar lo máximo posible el ciclo de vida de todo producto.
El medio ambiente no es un ser extraño. Es el primer inquilino de la tierra, y como antes decíamos, ha sufrido directamente las consecuencias del sistema capitalista. Podríamos llenar de ejemplos este artículo, pero vamos a sacar a relucir un tema que está a la orden del día: la privatización del agua. Este mal tiene nombre y apellidos en la Comunidad de Madrid: Canal Isabel II. Esta es una entidad pública que se encarga de todo el ciclo del agua en Madrid; pública hasta hace poco. No nos sorprenden las intenciones de aquellos que gobiernan allí. También empezaron a privatizar otro bien tan básico como el agua, la salud; multiplicando los hospitales privados, dejando la salud a merced de lo que uno tenga, obligándote a plantear tu futuro más cercano en base a los recursos de que dispones. Y con esto se relaciona la privatización del agua. Porque el agua es salud. Y si se lleva a cabo su privatización, quedará en manos de unos pocos gestores interesados, abriendo las puertas a la especulación y dejándola a merced de entidades que priorizan sus ganancias sobre todo lo demás. Hemos podido comprobar las consecuencias de casos similares en varios estados de Sudamérica. Pero siempre ha existido una alternativa al capitalismo. La idea de privatizar el Canal de Isabel II viene gestándose desde el 2010, y desde entonces los movimientos ciudadanos han mostrado su firme oposición al proyecto.
Tal y como vemos, la gente está dispuesta a hacerle frente a todos los proyectos que defiendan únicamente intereses privados. Así pues, que no nos frene la desesperanza. Al igual que Madrid, hay muchos pueblos en defensa del medio ambiente y de la salud dispersos alrededor del mundo. Hay que subrayar la lucha de los pueblos y comunidades indígenas. Muchas veces han tenido que enfrentarse a empresas e incluso a gobiernos. Durante largos años nos han enseñado a los habitantes del “primer” mundo la conexión directa que tienen con la tierra y el medio ambiente, y cómo es posible el equilibrio entre la producción y el respeto a la tierra, y más aun, han tenido la autogestión como eje para fomentar el interés colectivo, enseñándonos las bases del cooperativismo. Huyendo del monocultivo, respetando los ritmos de la producción limitada y de la naturaleza, y no de los mercados, se producen productos de temporada, adaptándose a cada tipo de tierra, y no a la inversa, poniendo en común el excedente de cada uno y creando un mercado justo. Al final, ante casos como este, no nos sorprende que nos preguntemos quién es realmente el pueblo más civilizado. Mientras tanto, viendo nuestro modo de vida actual, podríamos acumular fuerzas para mejorar las cosas, impulsando el transporte público (poniendo bidegorris en los pueblos y ciudades y reemplazando el coche por el autobús), consumiendo productos ecológicos de temporada y dando al agua y a los residuos el ciclo de vida más largo posible, siempre disminuyendo el consumo.
Al fin y al cabo, no vamos a estar siempre en este mundo finito, y por eso qué menos que dejar a nuestros descendientes todos los recursos naturales de los que disponemos ahora. Ese debe de ser nuestro compromiso.