El 21 de agosto de 2019, día grande de las fiestas de Bilbao, el Boletín Oficial de Bizkaia publicaba una norma de la Diputación Foral que eximía del pago de impuestos a la mitad de ciertas rentas. El asunto, al principio, pasó desapercibido, pero entre las brumas etílicas de Marijaia, alguien atisbó que el regalo fiscal no beneficiaba precisamente a las gentes pobres sino a, entre otros riñones bien cubiertos, los futbolistas del Athletic; y llegó el escándalo. Al final, hasta el PSE se ofendió y acusó a su socio de gobierno de haberle engañado. Efectivamente, el PNV le había colado la norma de rondón entre muchas otras que se aprobaron, atropelladamente, en un Consejo de Gobierno celebrado en plena Aste Nagusia. El resultado fue que, acosados por los titulares, los jeltzales tuvieron que dar marcha atrás y dejar sin efecto los aspectos más polémicos de la reforma.
No han pasado ni dos años de aquello, y pudiera parecer que nuestros guías forales han abandonado esas prácticas oscuras y que, tal como pregonan, todo lo hacen con transparencia e, incluso, con participación ciudadana. Sin embargo, ya sabemos que lo de la participación no debe ir muy en serio, ni siquiera a la hora de pagar impuestos. De lo contrario, no hubiesen convertido la declaración de la renta en una carrera de sustos y obstáculos que solo se puede afrontar con mucha paciencia, ordenador con conexión a internet (que sea habitual no lo hace universal) y conocimientos informáticos. Quien carezca de estos elementos no existe para nuestra Diputación, y necesitará de la mediación de una gestoría pagada o de algún familiar capacitado; ese que todos tenemos y con el que además nos llevamos de fábula según nuestros preclaros Diputado Foral y Director General de Hacienda. Por lo tanto, analfabetos digitales, gentes de edad y mindundis sin conexión de datos, ya lo sabéis; la Hacienda Foral de Bizkaia os desprecia profundamente. Al resto no tanto, pero no os relajéis porque el Director y el Diputado, son trileros además de preclaros y han logrado que, a partir del año que viene, todas nuestras relaciones con Hacienda sean al estilo Mariano Rajoy. Es decir, por plasma o por medios electrónicos —quien los tenga—, que viene a ser lo mismo.
De lo contrario, no hubiesen convertido la declaración de la renta en una carrera de sustos y obstáculos que solo se puede afrontar con mucha paciencia, ordenador con conexión a internet (que sea habitual no lo hace universal) y conocimientos informáticos
El distanciamiento social del fisco vizcaíno llega a tal punto que va a imponer la notificación electrónica a toda la ciudadanía. De esta manera, la modernísima Hacienda Foral de Bizkaia podrá colocar en su portal virtual revisiones de impuestos, diligencias de apremio y demás comunicaciones y, a partir de ahí, empezarán a correr los plazos para recargos, intereses de demora y embargos. Al mismo tiempo, al contribuyente se le comunicará por correo electrónico, si lo tiene, que debe acceder a la sede electrónica de la Hacienda Foral para ver el aviso o, si no lo tiene y con los plazos en marcha, se le enviará una carta por correo ordinario diciendo lo mismo. Así que, para evitar sustos, tendremos que prestar especial atención al email o, si no, pagar a un gestor o empezar a llevarnos bien con ese familiar avispado que todos debemos tener para que responda en tiempo y forma a esa Hacienda que —según decían— éramos todos.
Os estaréis preguntando por el debate público que precedió a esta innovación. Pues ocurrió en octubre de 2020 y todo fue discreto, por no decir turbio, como en el Consejo de Gobierno de Aste Nagusia del 2019. En esta ocasión, el PNV, junto a un PSE consciente o no, ratificó en las Juntas Generales un Decreto Foral Normativo de medidas urgentes que, según el título, afectaba a los impuestos de la renta, sociedades, transmisiones y sobre el juego pero que, de extranjis y con la misma urgencia, también autorizaba a la Diputación a regular como le viniese en gana las relaciones digitales entre la Hacienda Foral de Bizkaia y la ciudadanía. A partir de ahí, la Diputación reglamentó y se atrincheró tras el plasma. Curioso concepto de transparencia el que se gastan los Rementería, Iruarrizaga, Alonso y compañía.
Una cosa es segura: este trío desmiente la afirmación tabernaria según la cual los políticos están ahí porque no valen para otra cosa. Ellos podrían dedicarse exitosamente a los juegos de naipes. Por lo tanto, demos al César lo que es del César. Yo, que siempre he admirado a Juan Tamariz, si algún día me cruzo con ellos, me quitaré la txapela y, genuflexo, pondré la otra mano sobre el corazón y de paso sobre la cartera.
Exabier Arrieta – Alternatiba
Publicado en Hordago/El Salto