La última vez que entrevistamos para Alterkaria a nuestro portavoz Oskar Matute García de Jalón (Bilbao, 1972) fue, curiosamente, por el 10º aniversario del nacimiento de Alternatiba. Ahora que se ha cumplido otra década, la de la creación de Bildu, volvemos a pedirle que haga balance del tiempo transcurrido.
Alternatiba nació para la unidad de acción de la izquierda vasca. Visto el camino de EH Bildu, ¿podría decirse que objetivo cumplido? Progresa adecuadamente, pero todavía queda mucho trabajo. De hecho, creo que el objetivo de Alternatiba cuando nació era trabajar en la unidad de las diferentes izquierdas soberanistas vascas. Y ese camino se está recorriendo bien, cada vez es más la gente que se identifica con Euskal Herria Bildu desde parámetros no estrictamente clásico, sino que desde diferentes grados de intensidad del sentimiento soberanista o incluso de izquierda, cada vez más gente ve en EH Bildu un instrumento para construir esa hegemonía política que acompañe a una mayoría social hacia un nuevo modelo de gobernanza, hacia una Euskal Herria construida desde abajo y a la izquierda. Pero que es tanto o más interesante que mi valoración el saber que todavía tenemos camino por hacer, que no hemos alcanzado los límites de nuestra capacidad de penetración en sectores, sino que todavía nos queda llegar a más gente para ser más fuertes y gobernar este país para devolver el poder a la ciudadanía, para hacer que esa gobernanza gire este país hacia parámetros de izquierdas: la solidaridad, la igualdad, la justicia, la redistribución de la riqueza…
Una de las bases que posibilitó crear Bildu fue el cese de la lucha armada. Hay que aclarar que EH Bildu no nace como respuesta a un cese definitivo de la violencia, en este caso de ETA, sino que, en todo caso, el nacimiento de Bildu posibilitó que se diera ese cese. Porque Bildu nace antes de que ETA de ningún paso en ese planteamiento y lo que provoca, si acaso, es que el propio nacimiento de Bildu, junto con imagino que sus propias reflexiones, les permita abrir un nuevo escenario. Hay otras violencias que permanecen, pero aquella que se estructuraba en torno a la acción de ETA desaparece, y yo creo que eso sí que ha situado a la sociedad en parámetros diferentes, y que también posibilita a la izquierda soberanista independentista ampliar su ámbito de acción hacía sectores que probablemente eran más refractarios por la existencia de ETA. Bildu ha sido un actor político fundamental para asentar ese escenario de no violencia y para trabajar en un escenario de reconciliación en el que también sigue quedando mucho por hacer, siguen existiendo consecuencias que no se han resuelto, como la dispersión y la política penitenciaria de excepción. Pero yo creo que todo el mundo que echa la vista atrás sabe que, desde luego, es mejor vivir en una época como esta que la que podía existir hace 10 años y que además le permite a la izquierda ser más potente. Porque es evidente que era un factor de división entre la propia izquierda vasca, la posición ante las acciones de ETA y que en la medida que ésta no existe, pues desde luego allana el camino para poder articular unidades de acción.
Te preguntamos ahora por algunas de las personas que te acompañaron en la gestación de Bildu. Empezamos con Pello Urizar.Pello es, ante todo, buena gente, un vasco de palabra como suele decirse, de los que cumple, lo que para mí es un valor positivo. Hemos pasado muchas horas juntos, y hemos discutido mucho cuando no veíamos las cosas del mismo modo, pero siempre hemos sido capaces de ponernos de acuerdo y de entender el potencial de lo que teníamos entre manos, que era generar un proyecto político, una herramienta al servicio de la izquierda soberanista vasca que nos trascendiera a nosotros mismos y que consiguiera un papel protagónico. Eso era mucho más importante que cualquier diferencia o salvaguarda que pudiéramos tener para defender intereses propios de cada proyecto. Aunque ya no esté en primera línea me sigue pareciendo una persona muy válida y estoy convencido que sigue sintiendo el devenir de Bildu como si lo estuviera.
¿Qué nos dices de Hasier Arraiz? De él hay que decir que hizo algo con un mérito y un valor incalculable. Probablemente no solo él, sino toda la gente que en ese momento vertebraba Sortu, pero él como como cabeza visible fue generoso y supo actuar en cada paso corto teniendo la mirada en el largo. Junto con él y con Pello le dimos forma a Bildu, en esas reuniones maratonianas de las que hay mil anécdotas. Vimos que lo que teníamos entre manos era algo muy importante, la oportunidad de construir un sujeto político con potencial no imaginado hasta entonces por las diferentes expresiones de la izquierda vasca. Esa posibilidad nos hacía dar lo mejor de nosotros mismos y yo creo que Hasier dio lo mejor de sí para Bildu. En lo personal, mi relación con él fue siempre franca, es un tío honesto, de palabra y con ADN 100% Bildu.
Aralar se sumó al proyecto al final de ese mismo 2011 ¿Qué recuerdo tienes de Rebeka Ubera? En ese primer momento Aralar no está en Bildu, incluso compite electoralmente en municipales y forales, luego ya en Amaiur iniciamos un proceso de acumulación de fuerzas en el que participan. Rebeka era en ese momento la responsable organización o algo similar en la ejecutiva de Aralar. Es otra de las personas con las que he pasado muchas horas. También he discutido mucho, pero alcanzando también siempre acuerdos. Sentía ese anhelo que compartía con nosotros, el de construir una herramienta potente para la izquierda soberanista vasca que fuera capaz de ser cada vez más fuerte. Le movía el corazón y salvábamos las dificultades, que las hubo, para no defraudar esa idea. Y también tengo un grato recuerdo de ella. Pareciera que toda esta gente no existiera ya, pero afortunadamente todas están. Seguimos compartiendo ese sueño, el de construir una República vasca con un impulso mayoritario de a través, una nueva hegemonía en la que la izquierda soberanista vasca sea el motor.
Vamos a Nafarroa, donde con Bildu comenzó a despuntar una nueva cara, la de Bakartxo Ruiz. También es una de esas personas que tuve el honor y el gusto de conocer con la gestación de Bildu. Porque es verdad que hubo que articular todas las planchas electorales para unas elecciones municipales y forales, que es donde más plazas hay que llenar. En el caso Nafarroa eran, además, autonómicas, con el añadido de esas listas para el Parlamento de esa parte del país. Así es donde empiezo a conocerla, y siempre he tenido con ella buena sintonía. Y sigo pensando ahora lo que pensé desde el principio, que es una mujer que se cree lo que hace; que es honesta, sincera, muy valiosa y con capacidad para proyectar la EH Bildu del futuro que queremos construir. No queríamos solo rearticular las fuerzas de las izquierdas soberanistas para construir un refugio más seguro ante las ilegalizaciones, no hay que olvidar que eran 10 años de ilegalización de la izquierda abertzale, sino de construir los cimientos para un proyecto de las y los soberanistas e independentistas de izquierda que se habían de incorporar a este espacio político, donde encontraran referencias actuales, no solo históricas. Yo creo que Bakartxo lo representa muy bien. No es la única, pero es de las más significativas.
Hay mucha gente que no ha surgido en este corolario de nombres, pero que son muy importantes y que no quisiera olvidar. Quienes participamos en la gestación de Bildu tenemos guardados todos esos nombres. Sabemos del papel de Iñaki Olalde, de Jone Goirizelaia, Rufi Etxeberria, Joseba Permach o Asier Imaz; Ikerne Badiola, Unai Ziarreta y otra mucha más gente que me olvidaré. Posteriormente, gente de Aralar como Jon Inarritu o Dani Maeztu, pero también compañeros de Alternatiba como Arturo Muñoz, Amaia Agirresarobe, Gonzalo Fernández, Ander Rodríguez o Josu Estarrona, toda esa gente que le metimos horas. Para quienes dieron lo mejor para construir EH Bildu, todo mi reconocimiento y mi respeto.
¿Cómo recuerdas la noche del 5M de 2011, la jornada de la legalización? En más de una ocasión se ha dicho que fue mágica. No sé si es la mejor expresión, pero sí sé que fue una noche de las más especiales que yo he vivido, y me he comido muchas campañas electorales… Esta noche suponía una especie de todo o nada. Aunque es verdad que, si no hubiéramos conseguido pasar el filtro de la legalización, tengo la sensación de que todo ese esfuerzo no habría sido en vano. Pero volviendo a esa noche tan especial, me acuerdo también de Aitziber Ibaibarriaga y Martin Garitano; recuerdo el viaje a Madrid a las puertas del Congreso y recuerdo todas las ruedas de prensa. Fue una etapa muy intensa y emocionante, pero quiero pensar siempre que las mejores noches para EH Bildu y para el soberanismo de izquierdas están por llegar. Así que diré que aquello fue el punto de arranque de un sueño que todavía hoy continúa vivo y con más fuerza.
Aunque al PNV no le guste, Otegi habla de construir un país decente y de orden social, ¿compartes su concepción Euskal Herria? Arnaldo es otro de los principales artífices de esta realidad que es EH Bildu, y lo fue desde la cárcel, donde entró por el proceso Bateragune. Tuve ocasión de visitarle varias veces en Logroño, y él alentó todo lo que estábamos haciendo; tenía una visión clara sobre el camino que tenía que tomar la izquierda soberanista vasca. Ya hoy día, creo que Arnaldo está siendo capaz de llevar el timón de una nave grande y con tripulación diversa, pero que converge en una cosa, transitar hacia la República Vasca. Y Arnaldo sabe llenar de contenido esa idea. Porque la independencia de por sí no va a arreglar de repente todos los problemas, pero en nuestra concepción trataremos de construir, desde la honestidad, una república desde la igualdad real y efectiva de todas las personas que la habitan. Tenemos que hacer que la gente la perciba como un vehículo para mejorar sus propias vidas.
Yo vengo de izquierdas más clásicas y tampoco decíamos que con la Revolución fuera a arreglarse todo lo que estaba mal llegado el día D y la hora H. Se trata de poner en pie una serie de realidades alternativas o diferentes a las que han hecho aquí. Cuando se habla de orden se trata por ejemplo de erradicar la desigualdad; de combatir lógicas autoritarias y recentralizadoras; de pelear contra el auge del fascismo de la extrema derecha. Esos son los contenidos que queremos en esa República vasca que queremos levantar. Y la gente de EH Bildu peleamos por esa República desde las instituciones y en la calle.
¿Qué ha aportado Alternatiba, tu partido, a EH Bildu? Yo creo que mi formación ha sido generosa en todo momento a la hora de aportar lo mejor que tenía. Evidentemente, en proporción a nuestras propias fuerzas. Nunca hemos presumido de ser una organización de masas, pero sí que tenemos la capacidad de conectar diferentes expresiones de la izquierda vasca que probablemente no se incluían dentro de la lógica de la izquierda independentista más clásica. Por eso creo que hemos sido generosos en nuestras aportaciones, a nivel teórico, a nivel de trabajo militante y a nivel de compromiso. Y lo vamos a seguir haciendo. Yo creo que nadie puede entender Alternatiba obviando su papel constructor de este proyecto llamado EH Bildu. Hemos sido capaces de ayudar a levantar la izquierda soberanista más potente que ha tenido este país, y es ahí donde vamos a seguir aportando. Porque Alternatiba no nació para ser una especie de barco itinerante entre proyectos políticos, sino para fortalecer el espacio de la mayor expresión de la izquierda vasca.
Antes preguntábamos por tus compañeros de los inicios de Bildu. Ahora lo hacemos por tu actual grupo en Madrid. Desde fuera al menos, parece bien engrasado y muy potente en su acción política. Para mí es un placer trabajar con la gente con la que con la que lo hago en Madrid, podría citarles y hablar bien de todos. No solo de los cargos públicos, desde el Senado hasta el equipo técnico que tenemos, que pocas veces aparece en los reconocimientos pero que los merece tanto o más que quienes aparecemos más. Creo que componemos un grupo solvente, bien compactado y bien conectado en lo personal y en lo político. Y eso hace que nuestro trabajo sea más eficaz, pero también somos conscientes de que tiene mucho que ver con ello el foco de centralidad que ha ocupado el Congreso. Seguramente no estamos trabajando más de lo que pudo hacerlo Amaiur con 7 diputados o incluso cuando tuvimos dos. Estamos teniendo más eficacia porque hay un foco importante en este momento y porque nuestro papel es determinante ahora. Como señalaba Otegi en campaña, que el independentismo pueda quitar y poner presidentes nos hace ser más visibles pese al veto y al bloqueo de algunos medios que todavía existe. Creo que nos está permitiendo proyectarnos a la ciudadanía de vasca, que ya nos conocía, pero también a la ciudadanía del Estado español, que probablemente solo conocía lo que dicen que somos. Tenían una idea preconcebida de EH Bildu que llega a través de los grandes medios, tienen muy pocas oportunidades de oírnos a nosotros directamente y de comprobar por sí mismos, con espíritu crítico, lo que decimos. Siempre dijimos que íbamos a Madrid para defender los derechos de las clases populares de Euskal Herria, lo que no va en contra de las clases populares del Estado, más bien al contrario. Creo que estamos haciendo un trabajo interesante que a mí personalmente me gusta y en el que me siento cómodo.
Mucha gente en el estado dice sentirse reconocida en los discursos de EH Bildu en el Congreso. Estamos generando este efecto porque vamos de frente y porque nunca hemos mentido a nadie. Nosotros hemos sido muy claros en nuestras posiciones, desde el minuto uno siempre hemos dicho para qué estábamos en Madrid, contra quién iban dirigidas nuestras intervenciones y qué ideas políticas defendemos. Cuestiones que luego hemos ido demostrando en el día a día. Hemos demostrado estar en contra de los poderes que constituyen el régimen del 78, una especie de terreno de juego para las élites, donde las clases populares, tanto de Euskal Herria como del Estado español, no son más que meras piezas de intercambio para que sigan beneficiando su statu quo frente al resto. En definitiva, salvaguarda de sus privilegios frente a los derechos de la gente. Me hace gracia cuando agradecen mi claridad al hablar. Es que no lo puedo decir de forma más compleja. Traslado las cosas de la misma manera en que las entiendo, y eso conecta con mucha gente. Porque no soy ninguna eminencia, solo un militante vasco de izquierdas que vive y siente las ideas y realidades de su país. Si algo tengo claro es que, aunque EH Bildu tendrá mil defectos, y seguramente hemos cometido muchos errores, y cometeremos más, no nos equivocamos de adversario. No nos dejamos marear por estrategias de otros y tenemos una determinación muy clara que algunos determinarán utópica, pero que tiene que ver con algo que yo dije en la investidura y que no es mío, sino de Angela Davis; que no estamos ahí para aceptar las cosas que no podemos cambiar, estamos ahí para cambiar las cosas que no podemos aceptar y que, por tanto, vamos a seguir molestando y peleando por y para nuestro pueblo.
Mirando al mundo, en 10 años ha habido muchas lecciones de las que tomar nota desde el soberanismo: Escocia, Catalunya, Grecia… ¿tú qué has aprendido de estas? Lo fundamental, que la izquierda tiene que saber que la respuesta a todos problemas no está en su ombligo, tenemos que saber extraer lecturas de todo lo que pasa en el mundo. Hacer un repaso por las diferentes realidades nacionales nos tiene que ayudar también a perfeccionar nuestra apuesta política y hacerla más sólida e infranqueable para quienes van a querer derribarla.
En Escocia vimos cómo se pueden articular mayorías y cómo se puede renovar, incluso un sueño, como el de contar con una nación propia, adaptándolo a la realidad presente y no tanto a la evocación de mitos y heroicidades pasadas. Y siempre señalo el ejemplo del triunfo del sí a la independencia en Glasgow, donde aparentemente por su condición obrera y laborista en origen, parecía difícil; mientras en Edimburgo, donde parecía que, por la propia esencia natural del independentismo escocés, basado más en la épica y en el pasado tenía que darse, no ganó el sí. La lección es que en zonas industriales mucha gente entendió que con la independencia podían encontrar respuestas a muchos de sus males, que la independencia podía mejorar sus condiciones de vida. Yo creo que en Euskal Herria vamos a ver también eso.
En Catalunya vimos que el independentismo hace 10 años era bastante más testimonial y, sin embargo, ha sido capaz de conectar con mucha gente. A diferencia de Reino Unido, que abordó la situación desde la democracia, un referéndum pactado y la aceptación de unas reglas de juego, el Reino de España demostró seguir anclado en la pérdida de Filipinas, y no es capaz de buscar una lógica de fortalecimiento de su proyecto nacional, que es legítimo desde lo democrático. Nos dejó imágenes para la historia; el 1 de octubre: cientos de miles de personas que van a votar con ilusión, y el uso de fuerzas policiales para impedir ese ejercicio tan peligroso.
En Grecia lo que vimos fue cómo las soberanías en el siglo 21 tienen un alcance limitado ante el poder de las transnacionales. Porque esos hombres de negro no eran ni siquiera la guardia de corps de una realidad nacional diferente a la griega, sino de quienes han decidido saltar por encima de las soberanías nacionales para imponer cómo tenemos que vivir sentir, sufrir y morir. Grecia fue en ese caso valiente cuando decidió llevar para adelante un programa de gobierno que rompía con la Troika y con las políticas austericidas. Al final, fueron la lección ejemplarizante que esos poderes transnacionales quisieron dar al mundo. Yo creo que también es algo de a reflexionar, como decía al principio, para que no nos pase lo mismo cuando estemos en las mismas circunstancias.
En un reportaje de RTVE decías hace poco: “Todos, absolutamente todos, estamos atravesados por el machismo”. No parece que las cosas hayan cambiado mucho en 10 años. No, me temo que así seguimos. A veces se nos olvida que llevamos más de 2.000 años construyendo una visión heteropatriarcal y deconstruir todo eso en un plazo de 10 años, aunque sería deseable, es muy difícil. Creo que se ha avanzado mucho y ahí está el movimiento feminista de Euskal Herria, y el de otros lugares del mundo. Señalo Euskal Herria porque veo la capacidad que ha tenido para impactar en la sociedad vasca, incluso diría que más allá de la sociedad vasca a tenor del espacio que ocupan medios de comunicación internacionales en determinados momentos como la huelga general. Nos han enseñado a abrir nuestra mente y a descubrir que cada uno de nosotros tenemos que hacer algo en el plano más personal, dado que lo personal es político, para deconstruirnos. Porque no se trata solo de proclamar la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, si luego cada uno en nuestra esfera privada seguimos manteniendo micromachismos que perpetúan una relación de dominación o de privilegio de los hombres sobre las mujeres.
Tenemos que seguir trabajando y, por supuesto, entiendo a quien diga que vamos muy lentos. Pero por una lógica de perspectiva prefiero poner en valor lo que se ha avanzado, que lo que todavía queda por avanzar, porque seguramente, por poner una fecha, 40 años atrás parecería imposible mucho de lo que ahora está encima la mesa. Creo que lo que queda es seguir aprendiendo del feminismo, porque creo que está aportando muchísimo a las corrientes emancipatorias y a la construcción de una realidad alternativa en términos gramscianos, no solo con la toma del poder sino con la construcción de un nuevo sentido común, algo que creo que está logrando el feminismo. Nos ha permitido entender que cosas que veíamos como naturales y normales, no solo no lo eran, sino que además son profundamente injustas.
Uno de tus grandes retos es derogar la reforma laboral. La situación de miles de trabajadores a quienes están dejando en la calle, ¿ayuda a entender el alcance de los abusos que permite la legislación? Son reformas que permiten que la injusticia sea norma. Me gustaría que la gente fuera más allá de lo que es el fetiche en sí de derogar la reforma laboral. Hay que echar la mirada más atrás, en el Estado español llevamos 40 años sufriendo reformas laborales que no han hecho sino recortar sistemática y paulatinamente los derechos de la clase trabajadora: se les ha recortado prestaciones por desempleo; el tiempo de desempleo; se les ha recortado la capacidad de incidencia a los sindicatos a la hora defender sus derechos; se han fortalecido las posiciones de la patronal para negociar las condiciones laborales… Se han fortalecido siempre los intereses del ámbito empresarial para blindarse ante circunstancias económicas internacionales que puedan ser más o menos adversas y para que no se toque su margen de beneficios. Esa ha sido la lógica sistemática durante 40 años en el Estado español de reformas laborales que, por no tener todavía una República vasca construida, también nos afectan.
Ha llegado ya el momento de que un Gobierno que se dice de izquierdas sea capaz de invertir la tendencia, de dar pasos a una nueva fase de relaciones laborales, donde se reequilibren las fuerzas entre los empresarios y los y las trabajadoras. Yo pienso que la riqueza la generan los y las trabajadoras, en muchísima mayor medida que los empresarios, por cierto. Por eso es hora de que recuperar poder, y recuperar poder es derogar la reforma laboral en cosas tan sencillas como que el empresario no pueda decidir mandar a la gente a un ERE sin que lo apruebe la autoridad laboral. Recuperar poder es no dejar morir los convenios para empezar de cero al haberse cargado la ultraactividad. Es que los sindicatos recuperen capacidad y fuerza en la negociación para poder defender derechos y es, sobre todo, recuperar condiciones laborales dignas.
Publicada en el número 15 de Alterkaria, la revista de Alternatiba.