El modelo de universidad pública en la Comunidad Autónoma del País Vasco ha constituido, históricamente, un motor para el desarrollo social e investigador del país. Son muchas las claves que han contribuido a la consolidación de la UPV/EHU como referente formador e investigador, pero, sin duda, hay dos que el país no puede permitirse el lujo de distraer, ni ahora ni nunca: la garantía de financiación pública para una actividad universitaria de calidad y la igualdad de oportunidades en el acceso a la universidad.
La UPV/EHU ha permitido que miles de ciudadanas/os pudieran acceder a estudios universitarios durante las últimas décadas. Con sus carencias, nuestra universidad pública ha sido un instrumento válido para garantizar que el país tuviera una ciudadanía con una formación de calidad. Ha ayudado al progreso del país y también ha contribuido a reducir la brecha entre las generaciones que no tuvieron la oportunidad de completar estudios universitarios y las que sí pudieron hacerlo. Indudablemente, esto ha empujado de forma positiva al desarrollo económico y social del país.
Así, hoy en día la UPV/EHU cuenta con una amplia oferta formativa que, con su necesaria actualización, debe ir adaptándose a la demanda de un mundo en permanente cambio. Pero es incuestionable tanto el valor de nuestra universidad como la valía de sus profesores e investigadores que, como hemos podido apreciar en la pandemia, están en la punta de lanza de muchos trabajos de investigación sobre la COVID-19.
Pese al ninguneo al que les ha sometido en demasiadas ocasiones el Gobierno vasco, ha sido la presencia de los investigadores vascos en los medios de comunicación lo que ha arrojado algo de luz sobre cuestiones relacionadas con la pandemia, mientras que la gestión política sólo ha contribuido a apagarla. En cualquier caso, hemos podido volver a comprobar que, también cuando vienen mal dadas –como es el caso de una pandemia-, el músculo de lo público ha respondido y que el conjunto de la comunidad universitaria pública ha estado a la altura, al igual que el resto del sistema educativo.
Aun cuando la orientación del actual Gobierno vasco es claramente de derechas, sorprende que el ejecutivo distraiga su atención (y sus recursos, ojo) de la UPV/EHU para apoyar una universidad privada en Gasteiz que duplica titulaciones ya existentes en el Sistema Universitario Vasco. Se trata de EUNEIZ, una universidad privada, con ánimo de lucro, que, según el proyecto de ley aprobado este año 2021 por el Gobierno vasco, pretende impartir formación sobre Nuevas Tecnologías, Deporte y Salud. Todo ello, para pasmo de la propia rectora de la UPV/EHU y en contra del criterio de la comunidad universitaria pública.
Como es costumbre, este proyecto universitario privado aspira, en su futuro próximo, a fondos públicos. El Gobierno vasco ha situado el proyecto EUNEIZ entre los programas europeos de acceso a fondos públicos Next Generation EU, pidiendo para ello 64 millones de euros. Para la UPV/EHU, en cambio, ha solicitado menos de la mitad. Clarificador. En este contexto, hay que añadir el hecho constatable de la evolución demográfica de Euskadi, donde se registra una clarísima tendencia a la baja de la natalidad. A nadie se le escapa la repercusión directa que tendrá, próximamente, en el sistema educativo y también en el universitario.
¿En qué modelos de sociedad y de país está pensando el Gobierno vasco cuando apoya la creación de otra universidad privada? ¿Qué futuro quiere construir? Lamentablemente, todo apunta a que, simple y llanamente, apuesta por el elitismo y la segregación en función del origen socioeconómico del alumnado en la formación universitaria. El aval público a esta universidad privada significa apoyar, desde la administración pública, un modelo privado, elitista y segregador que no apuesta ni por la meritocracia, ni por la igualdad de oportunidades, ni por lo público, ni por ofrecer mejores instrumentos de formación al conjunto de la sociedad para hacer frente a los retos del futuro. Y ahí es donde radica la amenaza al modelo universitario público que habíamos puesto en marcha entre todos.
El sistema educativo, incluido el sistema universitario, requiere una reflexión estratégica alejada de los cantos de sirena que entidades privadas –con sus intereses- pudieran ofrecer. Fortalecer el sistema público ha sido -y será- la única garantía de la equidad y desarrollo de la sociedad. Debilitarlo, destinando recursos a un negocio privado -pese a las muchas necesidades que tiene nuestra universidad pública-, es una irresponsabilidad.
Jon Albizu – Alternatiba
Publicado en elDiario.es