Las identidades se componen de fragmentos, de matices que nos crean y nos vuelven humanos. También de hegemonías y de lo político, pues unas identidades han sido alentadas, mientras que otras han sido silenciadas y vilipendiadas. Pero esto no ha hecho que estas identidades desaparezcan, sino que se han erigido en pilares de estos mismos colectivos. Marta Plaza, de Madrid, lleva psiquiatrizada desde los 15 años, y tras muchos años de sufrimiento ejercido por el propio sistema de salud, Marta nos habla sobre repensar el propio sistema de salud, del barrio y del colectivo como métodos de sostenerse y cuidarse en colectividad. Sobre el activismo loco y sus nexos de unión con el feminismo. Y sobre cómo repensar la propia salud mental y cómo tratarla a nivel social, porque no dejamos de ser seres sociales que se necesitan mutuamente. Y sobre mundos nuevos proyectados en el futuro pero que comienzan a ser desde el presente.
Cuando te propuse hacer esta entrevista, repetí varias veces que nos interesaba tratar el tema de la salud mental. Sin embargo, al leer tu primer artículo en el monográfico de la locura de Pikara leí sobre la parte negativa del término “salud mental”, por representar esa cara B de esa idea de enfermedad que no compartís. ¿Podrías desarrollar esto más?
En la introducción del monográfico intentamos dar cabida a distintas miradas, porque en el activismo loco no hay una sola mirada, ni una sola manera de usar el lenguaje. Y aunque muchas veces hablo aún de problemas de salud mental, hay compañeras que ya no usan esta idea tal como ha venido usándola el modelo médico hegemónico. Javier Erro, en su libro “Pájaros en la cabeza”, habla sobre qué hemos construido bajo esa idea de salud mental en el actual marco neoliberal, sobre qué se considera sano y deseable y también sobre cómo hemos acabado psicopatologizando un montón de conductas y malestares sociales que no tienen que ver con problemas de salud mental. No es tanto que no se pueda usar o que sea malo usarla, pero matizarlo y recordar estos conflictos alrededor de la propia idea también es oportuno.
Por otra parte, muchas veces no compartimos el modelo de diagnósticos que ha venido usando la ciencia médica. Muchas veces se agrupan síntomas individualizando problemas colectivos en individuos concretos y además invisibilizando bajo esos mismos diagnósticos biografías y vivencias duras, o violencias vividas y opresiones que nos atraviesan. Nos dicen que el dolor surge como resultado de un desequilibrio neuroquímico, un problema genético, cuando muchas veces nos estamos rompiendo por lo que nos pasa, por lo que vivimos o por las condiciones del mundo que habitamos.
Y hablando de fortalezas, en otro artículo del monográfico se habla sobre la vulnerabilidad, incluso dices en primera persona que eres/te sientes vulnerable. Y eso creo que es otro paso adelante importante, porque eso es algo que nos hace agruparnos y unirnos de manera colectiva y protegernos.
Vivimos en un falso mito, el de pretendernos autónomos e independientes, y no. Ni vivimos solos ni podemos hacerlo y las personas nos necesitamos unas a otras. Y cuanto antes nos sepamos interdependientes, mejor, porque la interdependencia es una realidad de la que hay que ser consciente. Yo soy vulnerable y frágil, puede que por ciertas dificultades lo sea más, pero todas las personas somos frágiles en ciertas partes de nuestras vidas. En muchos momentos he sentido que no podía hacer sola cosas que se suponía muy básicas porque el mundo me dolía demasiado. Entonces, o lo hacemos en redes de apoyo mutuo o el mundo va a poder con nosotras a la primera de cambio.
Entonces, estos cuidados son herramientas imprescindibles porque además en estos cuidados sí que nos damos desde este compartir vulnerabilidades y experiencias, también aprendemos a poner límites, a explicitar nuestras necesidades. Ojalá fuera más allá y que todo el mundo pudiera aprender sobre cuidados colectivizados y compartidos y tener esa escucha abierta sin juicios para intentar que los cuidados se den en función de lo que la otra persona necesita y no cómo hace el sistema que cuida “por tu bien” a pesar de lo que tú pidas o sientas.
¿Cómo se relaciona la discapacidad psicosocial con el género?
Mucho del sufrimiento psíquico con el que convivimos y que a veces explota tiene que ver con violencia o con opresiones vividas y obviamente, ser mujer en esta sociedad patriarcal te da puntos para sufrir muchas veces por encima de lo que podemos soportar sin rompernos. Los roles de género interiorizados a nivel de sociedad nos suman peso en una sociedad que luego no se hace cargo de ese peso que te ha sumado.
Además, el sesgo patriarcal va a estar también en cómo se construyen los recursos o en qué diagnósticos recibimos. Los dolores físicos que tenemos las mujeres en general reciben menos atención en consulta médica, sistemáticamente tratados con ansiolíticos y con decirnos que son los nervios y que somos unas histéricas. Si la atención general a las dolencias físicas de las mujeres es peor, cuando además ya tienes un historial psiquiátrico a tus espaldas, empieza a haber una circularidad en la que todo tiene que ver con tu diagnóstico. Hay una falta de credibilidad claramente ligada al haber sido psiquiatrizada, en el que ir a denunciar violencias sufridas o pedir atención a problemas físicos es una carrera de obstáculos.
En cuanto a las personas psiquiatrizadas, las mujeres recibimos en proporción muchísimos más psicofármacos que los hombres, y también hay menos pruebas médicas para buscar el origen de nuestras patologías.
En otro artículo también he leído lo sobre lo importante que es la horizontalidad. Puedes desarrollarlo más? Es desde esta horizontalidad que imagináis un mundo nuevo o una manera en la que hacer frente al sistema psiquiátrico? Sistema que por cierto, bebe directamente del patriarcado, del capitalismo y de una jerarquización vertical que tiene que ver también con la clase, la raza y el género.
Es muy dañina la jerarquía que se da en consultas de atención a la salud mental, en la que se tiene poder de decidir medicación sobre ti, y considerar que tu desacuerdo es porque no reconoces estar enferma. Y eso puede consignar que te estás poniendo en riesgo y decidir un ingreso involuntario. Esta es una jerarquía perversa, porque esa figura jerárquica dice estar actuando por nuestro bien, pero no puedes favorecer la autonomía de alguien a quien le estás robando la capacidad de decisión sobre su vida. Es una contradicción desde la base.
Por otro lado, la horizontalidad no va a venir por estar en un grupo de apoyo mutuo. Siempre va a haber otros ejes de opresión y de poder como las de clase, raza o género. Pero por lo menos hemos de partir de la idea de querer ser horizontales intentando deshacer los posibles roles de poder que puedan surgir en el grupo. Pienso en ello como horizonte. El apoyo mutuo sí es una cosa que me sale enseguida cuando pienso sobre cómo haríamos un mundo nuevo. El mundo nuevo que llevamos en nuestros corazones y cabezas locas se basaría en el apoyo mutuo, y vendría de la mano de un mundo menos jerárquico.
¿Este apoyo colectivo os ayuda al denunciar los abusos del sistema psiquiátrico?
El apoyo colectivo y la comprensión de nuestros iguales es clave a la hora de señalar las violencias del sistema y también a la hora de protegernos colectivamente de ellas. Es clave intentar desarrollar herramientas alternativas al margen del sistema desde las que poder sostenernos y también denunciar a las instituciones. La persona trabajadora del ámbito sociosanitario es muchas veces un agente que no hace una función de acompañamiento sino de control y las carencias del sistema nos han sumado muchísimo daño. Siempre se expone la falta de recursos pero el problema está en la base de la atención, en la formación que reciben los profesionales y en cómo se entiende la locura. De cómo se entiende que la persona loca no tiene capacidad de tomar decisiones correctamente como si los cuerdos siempre tomasen la mejor decisión posible.
Últimamente se habla más de salud mental, pero está muy reducido a la ansiedad y la depresión, entendiendo que esos sí son problemas que nos pueden afectar a todos, que tienen relación con determinantes sociales de la salud, pero agrandando la brecha entre esos diagnósticos y otros que, aparentemente, desde esa narrativa limitada siguen quedando todavía como fuera de las experiencias humanas entendibles, como la psicosis o la esquizofrenia.
En este caso, ¿la salud pública y su sistema psiquiátrico siguen estigmatizando la discapacidad psicosocial?¿Cómo hacemos para que en un futuro sistema público de cuidados se pueda crear un modelo empático y que ayude realmente a las personas con discapacidad psicosocial?
Sectores feminizados como el de los cuidados siempre han estado más precarizados, con peores condiciones y menor reconocimiento social. Entonces, la defensa y reivindicación de condiciones dignas y la mejora de estos derechos laborales siempre va a ser buena noticia. Por otro lado, además de reivindicar que quién ejerce los cuidados en su profesión tenga las condiciones laborales dignas para ello, creo que los cuidados deberían ser también una tarea repartida socialmente.
Para muchas personas que hemos vivido violencias en el sistema de atención, es muy posible que no queramos volver a contar con ese sistema o desde luego que no fuera la única opción. Es muy importante construir un sistema público basado en el respeto de la autonomía de las personas atendidas y en la no-vulneración de derechos humanos, que es una constante en la atención a personas con discapacidad, contraviniendo las recomendaciones de la ONU, de la OMS y de la Convención de Derechos de Personas con Discapacidad. No es un problema solo de estigma porque estamos hablando de prácticas como las contenciones mecánicas que el relator de la ONU contra la tortura y los malos tratos ha denominado tortura desde 2013, y aquí se siguen practicando como algo cotidiano.
Hay que construir otra cultura de lo que es la propia locura, otra concepción del acompañamiento en el sufrimiento psíquico. Que se haga acompañamiento, no vigilancia. Ni siquiera hay una fina línea, como se dice entre los profesionales, entre los cuidados y el control. El feminismo nos ha dado herramientas para identificar que si nuestra pareja quiere revisarnos el móvil o decidir sobre nuestras amistades no es cuidado, sino control; esos aprendizajes son aplicables para validar nuestras sensaciones cuando vemos control en los supuestos cuidados en recursos de salud mental.
Cómo se interrelacionan los cuidados y la discapacidad psicosocial?
Desde otra concepción de los cuidados, desde una ilegalización de costumbres que son violencias. No hay que escudarse en la ausencia de recursos para maltratar a las personas a las que atiendes o a las que supuestamente cuidas, porque la ausencia de recursos no es una excusa para no poner anestesia a la gente antes de una intervención quirúrgica. Pues no es admisible igualmente atar a las personas con correas a sus camas, y no es admisible dar medicación que no se necesita. Porque al final, espacios de supuestos cuidados se vuelven espacios de maltrato y de aislamiento.
Creo que un sistema público de cuidados que pudiéramos utilizar sin miedo pasaría por el respeto a nuestras decisiones. Hay planes de voluntades anticipadas en salud mental que se pueden hacer para desarrollar un plan de acción de cómo querrías que se actuase en un momento de crisis. Sin entender que los cuidados no sé pueden hacer por tu bien contra ti no llegaremos a un sistema real en el que todas nos sintamos cuidadas. Cuando yo digo que se me maltrata, ¿Cómo van a ser eso cuidados?
Es la colectivización de los cuidados una manera de imaginar un mundo nuevo en el que podamos, por un lado, desestigmatizar la discapacidad psicosocial, y al mismo tiempo, comenzar a superar al neoliberalismo?
Cuando pensamos una manera nueva de hacer, no hablamos de una vida sin sufrimiento, porque este es inherente al ser humano, pero gran parte del sufrimiento con el que convivimos hoy tiene que ver con determinantes sociales y es totalmente innecesario. La colectivización de los cuidados es una manera de imaginar un mundo nuevo, en el que los cuidados pasan por respetar la autonomía de la persona cuidada. En vez de aislar o medicalizar los sufrimientos, creemos en poder sostener nuestros dolores en comunidad. Desde la jerarquía veo mucho más difícil que sean posibles. Al final la jerarquía se suele llevar mal con la escucha y bien con el abuso de poder. El neoliberalismo no es lo que favorece al apoyo mutuo, y viceversa.
Y hacen falta grietas por las que pensar otras maneras de cubrir juntas nuestras necesidades. Desde esa unión enfrentamos al neoliberalismo, porque una parte importante de su base está en la individualización. Otra concepción del sostenernos en común ayuda a pensar otros mundos posibles más amables que este, menos hostiles. Disfrutables incluso, que parece que al final estamos solo sobreviviendo y ojalá pudiéramos disfrutar del camino.
En cuanto a la desestigmatización, el problema de estigma no es solo un problema de si se habla suficiente de esto o no. Campañas antiestigma que hablan de esto como de cualquier otro problema de salud pueden ser un problema, porque no, no lo es en cuanto este problema de salud te puede implicar la pérdida de derechos fundamentales. Puede implicar un encierro involuntario o un tratamiento como el electroshock, y no hay otro problema de salud que te pueda implicar algo así. En la desestigmatización se pueden hacer llegar mensajes que invisibilizan violencias. Necesitamos no solo que se pueda hablar sobre salud mental, sino que se dejen de vulnerar derechos fundamentales.
¿Compartes también las tesis interseccionales? Y dentro de la lucha feminista e interseccional, considero importante el concepto asimetría. ¿Cómo el feminismo “loco” se incluye en el feminismo, y cómo mantiene su independencia?
Tenemos que integrar una mirada interseccional en nuestros activismos, feminismos y prácticas. Históricamente ha sido difícil que dentro del feminismo se integren miradas en las que vernos oprimidas, y a la vez ver que ejercemos ciertos privilegios en otros ejes de opresión que no son el género. Para las compañeras discas el feminismo sigue sin ser accesible. Por ejemplo, el feminismo ha reclamado ser creídas, que comparto. No obstante, para reclamar legitimidad se ha insistido en afirmar que “no estamos locas”. Y resulta que algunas sí lo estamos. No puede ser que construyamos la legitimidad de un discurso en base a la deslegitimación del otro. Una de las violencias enormes que sufrimos las personas psiquiatrizadas es la deslegitimación de nuestro discurso.
Desde el sistema de atención, las mujeres atadas no hemos vivido las mismas violencias que los hombres atados porque una experiencia compartida por muchísimas mujeres es haber sido manoseadas en el proceso de atarnos, por ejemplo. Hay un componente de género en las violencias que sufrimos y muchas veces eso no se ha tratado desde el movimiento feminista. Si no hay unfeminismo que nos incluya a todas y si el feminismo se hace en base a dejar compañeras locas, discas, trans, racializadas, migrantes o putas atrás difícilmente va a ser un feminismo liberador para todas.
Para terminar, qué podemos hacer para mejorar a nivel de sociedad respecto a la discapacidad psicosocial? Que grietas tiene el sistema para poder mejorar nuestras vidas y hacer que nadie quede atrás?
Siempre estamos a esa búsqueda de grietas en el sistema por las que pueda entrar la vida como cuando crecen plantas entre muros de piedra. Y creo que una grieta parte del pensamiento de que nadie quede atrás como parte de una decisión política y vital, de ir al paso de quien vaya más despacio. Todos podríamos estar más implicados en los cuidados de nuestro entorno.
Hay muchas maneras de acompañar desde la escucha activa, desde los cuidados vecinales y afectivos. Pienso también en la necesidad de un proceso de verdad, justicia y reparación sobre los daños que la psiquiatría ha hecho sería reparador y que sentaría bases para que dejara de suceder.
En que puede ayudar la izquierda política y un partido como Alternatiba respecto a esto?
Un mínimo sería eliminar legalmente las violencias que el sistema psiquiátrico ejerce. Eliminar las contenciones mecánicas o los ingresos involuntarios. Aprender de modelos exitosos como el Diálogo Abierto de Finlandia, que plantea como eje hablar con las personas y con su entorno, poniendo la medicación en un lugar secundario.
Una posición clara de cero violencias sería radical, ir en contra de cualquier violencia y en contra de cualquier vulneración de derechos en la atención. Si hay ejes de opresión y violencia que nos dañan, medidas de protección para estos colectivos van a ser una medida de protección de su bienestar específico. Cuando se hacen planes de salud mental se piensa solo en lo que sucede en consulta y lo que nos beneficia o daña la salud mental va más allá de lo que pasa en consulta. La regulación del precio de los alquileres, instaurar una Renta Básica Universal incondicional o garantizar los derechos laborales va a incidir en la salud mental de la población. Estas políticas son medidas que podrían estar en un plan de salud mental.
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