Los mitos forman parte del sistema de creencias de una cultura o de una comunidad, la cual los considera historias verdaderas, a pesar de no haber sucedido nunca. Así lo recoge Wikipedia. Si bien, desde sus orígenes el mito se ha venido a relacionar con proezas supuestamente ocurridas en tiempos primigenios, en la actualidad múltiples autores lo asocian a realidades artificiales, creadas de forma interesada tras el hábil manejo de los medios de comunicación e ingentes inversiones de dinero público.
Bilbo, como tal, no es ajena a esta dinámica. En los últimos años el nombre del botxo ha estado ligado de sobremanera a la idea de buena gestión, hasta el punto de que su máximo mandatario ha sido calificado de ‘Mejor Alcalde del Mundo’.
La creación de este nuevo mito del siglo XXI, ‘Bilbo = buena gestión’, ha sido posible fundamentalmente gracias a la conjunción de varios factores fundamentales: años de bonanza económica, coincidentes con el boom de la especulación y la venta indiscriminada de espacio y patrimonio público, y una hábil y acertada propaganda política que ha sabido invertir en la creación, obtención y, mucho nos tememos que en algunos casos también en la compra, de un sinfín de premios, nominaciones y medallas, cuyo punto culmen ha sido el conceder rango de oficialidad a un premio atrevidamente llamado ‘mejor alcalde del mundo’, organizado por una elitista fundación privada.
Sin embargo, tal y como ha sucedido con otros mitos recientes como la fortaleza económica de España o el papel de su monarquía, el mito de la buena gestión asociado a la actuación del gobierno municipal de Bilbao, con Azkuna al frente, ha quedado finalmente de manifiesto lo que es y siempre ha sido: un gigante de pies de barro.
Los datos que hemos ido conociendo en las últimas fechas, gracias a la labor investigadora del grupo municipal de EH Bildu, han dejado en evidencia la falacia que se escondía tras el tan cacareado ‘déficit 0’.
Estamos oólo ante el principio y la deuda acumulada del Ayuntamiento de Bilbo alcanza ya los 84,5 millones de euros. Una elevada cantidad que, en su totalidad, se deriva de una gestión económica deficiente. Algunos casos, como el de Iberdrola, cuyo beneficio en 2012 se elevó hasta 2.841 millones de euros, en el cual el ayuntamiento asume como deuda municipal 25 millones de euros que corresponden pagar a la multinacional, son a pesar de ser legales, éticamente reprobables. Y no son sino la consecuencia directa de un modelo de gestión, una forma de hacer política, muy parecida a la desarrollada por el PP en diferentes lugares del Estado, basada casi en exclusiva en el ladrillazo y la especulación, generador de la actual grave crisis que padecemos, y que hace aguas por todos los lados.
25,5 millones de euros que, tal y como citábamos previamente, se derivan de una operación urbanística que el Ayuntamiento gestionó, mano a mano con Iberdrola, donde la sede de la citada multinacional de la calle Gardoki pasaba a convertirse en un solar donde se podían edificar viviendas de lujo. Un cambio de cromos donde «tú me construyes la torre y yo te regalo 20 millones», y que 8 años después se han convertido en 25,5 millones, derivado de la actualización del IPC (23,2% desde 2005).
84,5 millones de deuda que también proceden de la incierta liquidación de Bilbao Ría 2000, buque insignia de la transformación de la ciudad que se ha demostrado una pesada losa para la ciudadanía, ya que tendrá que repartir entre sus socios una deuda de ni más ni menos que 195 millones de euros. El %15 de estos 195 millones corresponden al Ayuntamiento de Bilbao. Es decir, 29 millones más a los que tendrá que hacer frente la ciudadanía bilbaina.
Y a la espera de que el jueves, tras más de diez días de silencio, Ibon Areso dé las oportunas explicaciones (el convenio firmado entre el Ayuntamiento e Iberdrola está firmado por el alcalde Iñaki Azkuna) adelantamos la principal duda que se nos plantea y que esperemos nos responda: ¿No podía haber consentido la recalificación del solar de Gardoki y al mismo tiempo comprometer al propietario (Iberdrola) vía convenio a renunciar al superávit de aprovechamiento como se ha hecho en otros casos como el recientemente aprobado en el Consejo Asesor de la calle Pablo Alzola? ¿Y entonces por qué no lo hizo?
Suma y sigue. A las ya mencionadas cantidades tenemos que sumarle el endeudamiento previsto para este ejercicio de 30 millones de euros para la apertura del Canal de Deustu, el pistoletazo de salida del enésimo megaproyecto especulativo en la ciudad. Una operación, esta última, que va a suponer una gran hipoteca para los planes de inversión de Viviendas Municipales, ya que cinco millones de euros se detraen del organismo autónomo para financiar la apertura del Canal.
Pero el mito de la buena gestión no sólo se resquebraja por su vertiente económica. Durante todos estos años se ha creado y profundizado en un Bilbao de dos velocidades. La brecha que separa el conjunto formado por el centro de la ciudad y las grandes empresas de los barrios y la ciudadanía es cada vez mayor. La última encuesta encargada por el Ayuntamiento sobre gestión de calidad de la población en general, llevada a cabo por Ikerfel y dada a conocer esta misma semana, no deja lugar a dudas: solo el 32% considera que el Ayuntamiento atiende las necesidades de los barrios o distritos equitativamente, seis puntos por debajo de los niveles de aceptación que se recogían en 2009. Preguntados por la percepción acerca de la crisis en Bilbo la conclusión mayoritaria entre las personas de 40 a 55 años también es significativa: «aquí en el centro apenas se ha notado la crisis, el Ayuntamiento ha mantenido los servicios».
La brecha social también es importante. El paro alcanza sus máximos históricos: 32.559 personas, un 117% más que en 2007. Del mismo modo se han disparado el número de personas y sectores en situación de exclusión y desamparo, sólo en 2012 se formalizaron un total de 5.451 solicitudes de Ayuda de Emergencia Social en el municipio.
Es evidente que el mito de la buena gestión contruido en torno al equipo de gobierno del PNV se viene abajo. Las últimas informaciones apuntan que la gestión del equipo de Azkuna no ha sido tan eficiente como nos han repetido hasta la saciedad, y mucho menos transparente. Es por ello, por lo que a todas aquellas personas que consideramos que otro modelo de ciudad es posible y necesario se nos presenta un gran reto: la oportunidad de un cambio de modelo. Estamos convencidas y convencidos de que en Bilbo somos mayoría las personas que queremos construir una ciudad para las personas, cuyo objetivo y punto de partida sean éstas, y que si se endeuda lo haga para garantizar unos servicios sociales de calidad para el conjunto de la ciudadanía.
Podemos y queremos cambiar las cosas. Para ello ponemos a vuestra disposición herramientas de trabajo: unas jornadas que desde el 23 hasta el 25 de mayo celebraremos en la Bolsa y en el Arenal. Queremos generar un espacio formativo y crítico sobre el modelo de ciudad impuesto en Bilbo en la última década. Pretendemos, del mismo modo, que estas jornadas sean un punto de encuentro para todas aquellas personas que creemos que otro modelo de ciudad es posible, fomentando el trabajo en común entre diferentes y tendiendo puentes entre distintas experiencias. Otro modelo de gestión para Bilbo es necesario y entre todos y todas lo vamos a lograr. Porque otro Bilbo es posible y urgentemente necesario.