Asier Vega – Juntero de EHBildu y coordinador de Alternatiba Bizkaia
Para que no se note que el PNV considera de su propiedad las principales instituciones y empresas públicas del país, ha decido poner al frente de BBK a su tesorero en Bizkaia. En un alarde de honradez, Xabier Sagredo ha dejado el cargo en la dirección jelkide y ha renunciado a su sueldo en BBK. Seguramente se apañará con los emolumentos que recibe por su presencia en el Consejo de administración de Iberdrola Generación, cargo, este sí, que ha compatibilizado con la presencia en la dirección de su partido. No había conflicto de intereses entre dirigir el PNV y dirigir Iberdrola. Recuérdalo la próxima vez que te llegue la confis- catoria factura de la luz. Tampoco había problemas en compatibilizar la gestión de los asuntos económicos del PNV en Bizkaia con las relaciones de Sagredo con otras varias empresas. Si el que lleva las finanzas del partido está también en las empresas las cosas se agilizan; PNV style.
Mal deben ver las cosas en Sabin Etxea cuando ya ni se preocupan en disimular. Los manejos del PNV en las cajas vascas, al igual que los trapicheos de Barcina, Sanz y compañía en la CAN, se hacen más irritantes al suceder en un contexto de franco deterioro de los intereses de las instituciones administradas. No es solo que tengan morro, es que además lo están haciendo rematadamente mal. El tema de Kutxabank está tomando dimensiones preocupantes. A día de hoy todo el sentido social de la entidad está siendo sistemáticamente demolido por la gestión diseñada, principalmente, entre PP y PNV. La obra social se liquida por la falta de beneficios, el carácter público queda en entredicho por las normativas cada vez más abiertamente privatizadoras, el crédito no llega a las pymes, en la cuestión de los desahucios cuesta diferenciar la actitud de Kutxabank de la de cualquier banco. La ligazón con el país se diluye a través de una expansión desmesurada y de la injustificable adquisición de CajaSur. Las inversiones industriales estratégicas se malvenden para ganar liquidez a corto plazo.
Las malas noticias se suceden en el entorno de Kutxabank. El convenio firmado esta semana supone un duro golpe al marco vasco de relaciones laborales y a las condiciones de la plantilla. CCOO ejerce como aliado de Sabin Etxea en Kutxabank, garantizando tanto el entreguismo sindical como ayudas en el control de la entidad (no hay más que recordar la colaboración de CCOO en el complot mafioso que arrebató a Bildu la dirección de Kutxa el noviembre pasado). Más desapercibido ha pasado otro grave revés: la justificada anulación judicial de las abusivas clausulas suelo de CajaSur, que supondrá una importante pérdida para Kutxabank. Esta última noticia nos lleva a preguntarnos si la adquisición, decidida en Sabin Etxea, de CajaSur por BBK puede calificarse ya como una de las peores inversiónes de la historia de Euskal Herria. Hasta ahora la mala gestión (es cierto que otros lo han hecho peor pero eso no justifica hacerlo mal) ha llevado a reducir los beneficios hasta el punto de estrangular la obra social y limitar el margen de acción crediticio. Pronto puede que estemos hablando de pérdidas…
Las cajas deben ser gestionadas con criterios políticos, claro que sí, pero no criterios partidistas. Los criterios políticos de gestión deben ser el mantenimiento de estas como entidades con una función social, determinada no solo por su importante labor a través de la obra social sino también por una acción en el terreno financiero distinta a la de los tiburones de la banca privada. Una acción financiera en la que el beneficio no se mida únicamente por la cuenta de resultados sino que venga determinado por la realización de una labor eficiente de apoyo al tejido productivo más cercano y por la capacidad de realizar una prestación de servicios financieros a la población en condiciones no abusivas.
En estos momentos de crisis una acción decidida de Kutxabank para usar sus recursos (el ahorro de los y las vascas) en apoyo al sistema productivo sería vital. Sin embargo los juegos de poder, las ambiciones personales y la ideología conservadora y españolista que subyace en el acuerdo PP-PNV para la gestión de la entidad apuntan en dirección contraria, hacia la plena bancarización y progresiva privatización de Kutxabank. Un alejamiento de la verdadera razón de ser de una caja de ahorros. Tenemos que exigir nuevamente a los responsables de Kutxabank un giro radical en la orientación de su entidad para recuperar su naturaleza original de servicio social y carácter público.
Bidegi, Supersur, Kutxabank, TAV… la factura de las chapuzas del PNV crece hasta convertirse en una hipoteca para la economía vasca. Los recursos dilapidados por la mala gestión jeltzale podrían haber servido, si se hubieran utilizado bien, para aminorar en un primer momento el impacto de la crisis y poner más tarde las bases para una recuperación económica con derechos sociales. Pero Sabin Etxea va a lo suyo. La simbiosis entre el PNV y el mundo de la gran empresa va camino de convertirse en fusión. Realmente a estas alturas no sabemos si es Sabin Etxea la que pone a sus representantes en los consejos de administración o son los consejos de administración los que eligen los cargos directivos del PNV.