Tras el día de ayer, Día contra el racismo y la xenofobia, y una jornada como la de hoy, en la que miles de personas saldrán a la calle para reivindicar, entre otras muchas cosas, que el fascismo no puede tener cabida en nuestros pueblos, debemos recordar que mientras el capital no tiene ninguna frontera ni ley que restrinja su circulación, las personas son cercadas por vallas y leyes afiladas que no dudan en romper desde la piel a la dignidad de las personas. El mismo día en el que nos contaban como «asaltaban» Melilla, las portadas de los periódicos nos decían que la brecha entre quienes más tienen y quienes menos poseen, la desigualdad entre ricos y pobres, se acrecienta cada día en el Reino de España.
Sabemos en qué lado de la valla están los responsables de empobrecer a las clases populares de Europa. Sabemos quienes saquean, quienes eliminan derechos, quienes privatizan, precarizan e invisibilizan. Y sabemos que contra ese enemigo que no tiene fronteras, que recientemente se presentó en Bilbao para exigir austericidio, y que mañana lo harán desde Bruselas o Frankfurt, nos queda la lucha y la dignidad. Es lo que están llevado hoy a las calles de Madrid decenas de miles de personas, para señalar a los culpables, que tienen nombres, marcas y títulos.
También desde Euskal Herria han partido cientos de personas para sumarse a las columnas de otros pueblos con los que compartimos enemigos, y por eso desde el Internacionalismo y el trabajo en común entre quienes no nos resignamos a un sistema homicida, desde Alternatiba apoyamos las marchas de la dignidad que atraviesan hoy, a pesar del silencio al que quiere condenarla el régimen, la capital del Reino.
Nuestras vidas frente a su capital, dignidad frente a barbarie