Entrevista a Oskar Matute, portavoz nacional de Alternatiba y parlamentario de EHBildu realizada por el diario Deia
Las antiguas caras de la izquierda vasca no nacionalista (Madrazo, Mikel Arana, Kontxi Bilbao) han desaparecido de la primera línea política. ¿Se cree un superviviente?
-No, me considero una persona que va a seguir haciendo política toda su vida, pero porque entiendo la política como una realidad que afecta a todos los niveles de la vida, desde los ínfimos y personales a los colectivos.
¿Cómo recuerda el origen de la grieta que supuso su salida de EB?
-Después de bastantes años en Ezker Batua, unos cuantos compañeros tuvimos la convicción de que era un proyecto agotado porque no daba respuesta a una parte de la sociedad vasca. Iniciamos un proceso de reflexión que nos llevó a apostar por levantar una nueva herramienta político-electoral.
Viendo los resultados, parece que acertó en el cambio de aires.
-Sí, pero tengo muy claro que en algún momento dejaré la primera línea política, y tengo claro que cuando eso pase me gustaría que no fuera por un mal resultado, desde el punto de vista de la lógica electoral, ni de un debilitamiento del sujeto político, sino porque todo en la vida son ciclos y porque no hay nadie imprescindible en ningún lugar. Lo bueno es que la apuesta que algunos vimos era una idea que tenía cuajo en la sociedad, que tenía poso.
¿Se siente cómodo en EH Bildu?
-Sí, porque yo no me incorporado a una realidad que no conociera; he contribuido con muchos y muchas a la conformación de una nueva realidad y la siento tan propia como cualquiera porque hemos estado desde el minuto uno en la generación de EH Bildu. Me he sentido partícipe.
¿Qué cambios notó al volver a la Cámara vasca tras cuatro años?
-Ninguna realidad es estática, pero todavía el Parlamento se muestra más como un lugar relativamente desconectado de la sociedad. Es cierto que en esta legislatura la protesta social se ha acercado más al Parlamento, pero hay mucho por hacer.
¿El hecho de pasar de ser miembro de un grupo de tres parlamentarios a figurar en una bancada con 21 le ha permitido afilar su perfil anticapitalista?
-La realidad se ha afilado mucho más. Si uno se toma la molestia de revisar intervenciones mías y réplicas, verá que la caracterización que mis rivales parlamentarios han hecho de mi discurso como comunista, antisistema, anticapitalista existe desde 2001. La realidad es que eso entonces era utilizado más o menos para definirme como una especie en vía de extinción y, sin embargo, la realidad ha hecho que esas posiciones ahora encuentren más recepción en la sociedad. Y es que, tristemente, de diez años a esta parte la realidad de las personas ha cambiado mucho y para peor. Hace ocho años el que era mileurista no pasaba por ser el más privilegiado de la cuadrilla. Hoy en día el mileurista si no se encuentra en los puestos altos de ese grupo de amigos, se encuentra de la mitad hacia arriba.
¿Siente que la reivindicación soberanista deja en un segundo plano otras demandas ajenas al discurso identitario y más próximas a Alternatiba?
-Creo que no. Alternatiba desde su inicio ha defendido lo que llamamos el socialismo multidimensional. Hay que tener todas las luchas en la agenda política para hacer frente a todas las dimensiones de la opresiones. Si uno repasa las iniciativas sostenidas por EH Bildu verá que hemos tenido propuestas contra la imposición lingüística, de marcado carácter feminista, contra el derrumbe democrático, contra la opresión nacional…
¿Quiere decir que lo que conocemos como el euskotema, todo lo que rodea al terrorismo y reivindicaciones identitarias, ya no acapara el protagonismo mediático de la Cámara?
-Hay un mayor equilibrio, por fortuna. La dimensión nacional y la social están caminando en paralelo en cuanto a la importancia que están adquiriendo en los medios de comunicación y, en consecuencia, en la sociedad. Eso es bueno porque ese equilibrio acaba con discursos falsos que señalaban que solo había preocupación de unos temas frente a otros. Y también ha roto un debate que había debilitado a la izquierda vasca durante mucho tiempo y que incluso nos había dividido, que era el de cuál de las dos dimensiones importa más. Para Alternatiba las dos importan, la dimensión nacional importa porque en la medida que construyas un determinado país podrás construir una determinada sociedad, y lo social importa porque en la medida que conformes una determinada sociedad darás forma a ese determinado país.
¿También frente a una crisis?
-Sí, porque no se trata únicamente de cambiar de bandera para seguir igual de oprimido y que los que nos oprimen tengan unos apellidos más vascos o menos vascos. Eso importa, pero también que podamos tener mecanismos de decisión propios.
¿Cree posible una alternativa política entre PNV y EH Bildu?
-No se dan las condiciones para un gobierno de coalición porque no hay una lectura compartida de los tiempos y del modelo de país que queremos construir. Hay una indefinición premeditada por parte del PNV a la hora de definir su modelo de país, quizás mirando de reojo lo que pueda estar pasando en otros lugares.
¿Debe haber más movimientos de ETA pese a que el Gobierno español mantenga su inmovilismo?
-La unilateralidad es una seña de identidad asumida y compartida por EH Bildu. ETA ha hecho suya también la unilateralidad. De hecho, la entrega de armas y su compromiso con la Comisión de Verificación lo demuestran. El PNV, en ese discurso pretendidamente ambiguo, muchas veces nos habla del diálogo con Madrid. Nosotros estamos convencidos de que los problemas los tenemos que solucionar entre nosotros porque a Madrid no le interesa que se solucionen.
Fuente: Deia