Esta semana hemos conocido dos ejemplos significativos del oxidado sistema que nos gobierna en la actualidad. Por un lado, conocimos los penosos datos de desempleo. A pesar de que desde las principales administraciones de Hego Euskal Herria y desde el gobierno central pretenden vendernos lo contrario, la economía no se está recuperando; o por lo menos, la ciudadanía corriente no vemos indicios de ello. Tras ese primer batacazo, este misma semana los partidos responsables de hundirnos en esta crisis que actualmente sufrimos han dado un nuevo paso, y en un intento por limpiar su imagen han puesto en marcha varias operaciones de marketing. Ejemplo de ello tenemos la decisión tomada por el Gobierno de Madrid de sacar a subasta las obras del TAV en el nudo de Bergara.
El gobierno del PP ha decidido repartir otros 133 millones de euros entre las empresas constructoras con gran afición a recibir sobres, dejando en un segundo plano las necesidades de miles y miles de personas en situación grave. A ojos de los y las ciudadanas, con esta decisión Madrid ha decidido tirar a la basura otros 133 millones de euros. No se puede definir de otra manera cuando malgastan los recursos públicos en un tren que no va a ninguna parte. No se puede entender de otra manera la inversión en una infraestructura que destruye nuestro medio ambiente y no arregla las carencias de transporte del pueblo vasco.
Si se cumplen las previsiones que hoy en día se hacen, los Gobiernos de Madrid y Lakua habrán destinado al TAV 5.000 millones de euros del bolsillo de los vascos y vascas. Es difícil de veras dar con otro ejemplo de una gestión política y social más insensata e irresponsable que esta.
El gobierno de Urkullu ha recibido la noticia con gran alegría. Y aunque también ha criticado a Madrid, no lo ha hecho por su insensata inversión. Al revés, ha pedido un desarrollo de la obras más rápida y ordenada. Igual que el PP en Madrid, aquí el PNV antepone los intereses de las constructoras, dejando de lado al pueblo y sus necesidades.
Así precisamente es como actuó Urkullu y su equipo de gobierno este año a la hora de preparar los presupuesto del gobierno. En 2014, ha destinado 336 millones de euros al TAV, sin reparar en las consecuencias que eso traería a la inversión social. Así, este año los recortes se están aplicando sobre los dos principales pilares del estado de bienestar, educación y sanidad. La partida de educación contará con 166 millones euros menos que el año anterior, mientras que la partida de sanidad contará con 55 millones menos. Por otro laso, las políticas para el fomento del empleo recibirán 121 millones menos. Una vez más, el PNV demuestra tener la cantinela del ‘cemento’ metida hasta la médula.
Y mientras, quienes sufren las consecuencias de todo son los y las ciudadanas. Es más que evidente el declive del que antaño pudo ser un sistema de salud modélico: la falta de contrataciones para cubrir sustituciones, las cada vez más largas listas de espera… La calidad del servicio que se presta decae cada día, ante la impotencia de los y las trabajadoras del sistema de sanidad. Y con la educación es más de lo mismo. ¿Y sobre las políticas de creación de empleo qué? Como hemos dicho al comienzo, la tasa de paro sube y sube y deja en evidencia la falta de capacidad del Gobierno Vasco para ponerle remedio. El gobierno de Urkullu no destina los recursos públicos suficientes a poner remedio al serio drama que vive la sociedad, y es casi innegable que no solo no tiene dinero, sino que tampoco alberga ideas innovadoras. Si seguimos en ese mismo camino, pronto tendremos una tasa de desempleo del 20%, poniéndonos a la par de Grecia, España o Croacia.
Desde EHBildu, instamos a Urkullu y al PNV a que salgan cuanto antes de esta absurda rueda llamada TAV, cuando cada día, hunde nuestra sociedad un poco más. Dirigir una cantidad de dinero tan grande a una infraestructura que no pone solución a las necesidades de transporte es una ofensa para un pueblo que se encuentra en una estado de gravedad económico y social. No es de recibo que en una sociedad cada vez más empobrecida, el dinero fruto del trabajo y el esfuerzo de toda la ciudadanía acabe en manos de constructoras y cementeras. Hoy más que nunca, es el momento da aumentar la inversión social para responder a las urgencias de un pueblo cada día más necesitado. Más que falta de capital, hablamos de establecer prioridades. Y el PNV, una vez más, ha antepuesto el cemento, dejando en segundo plano al pueblo y sus necesidades.