A estas horas quien más quien menos ya estará hastiado de sesudos análisis político-sentimentales sobre las elecciones/plebiscito catalán. Todo el mundo arrimando el ascua a su sardina y alejándola de la de los demás. YO gano, tu pierdes. España y su incapacidad para negociar en cualquier ámbito. Siempre vencedores y vencidos. Hasta en sus derrotas son capaces de vencer y vender victoria en hundir los barcos que desertizaron Almería. El Glorioso Ejército Español nunca retrocede, da la vuelta y continúa avanzando. Y así nos va, encallados siempre en la misma playa. ¿Subes o bajas? Depende.
España es la negación suprema, nada ocurre bajo su bandera, nadie se independiza de su manto. Así seguimos anclados en el Imperio donde no se pone el Sol. Viviendo semejante ilusión es normal que aún se crean Metropoli y se permitan dar lecciones a las Repúblicas libres otrora colonias. -¿Por qué no te callas?- Le espetó el Sr. Feudal con ínfulas de Imperator a un digno mandatario, y la platea se vino arriba. Pero España es exigente con los demás, exige autocrítica, exige perdón, exige lo que no da. Jamás pararse a pensar debería suplir al Non Plus Ultra imperial, ninguna otra Metropoli ha roto las relaciones con sus antiguas colonias de peor forma, sin reconocimiento, sin disculpas, sin nada. Y con estos mimbres traten de hacer un cesto.
Analizar con seriedad, no ya los resultados de las elecciones en Catalunya, sino simplemente la situación en la que se encuentra la sociedad es una quimera para quien no contempla más allá de la punta de sus zapatos y desconoce de que color es la suela de los mismos con la que está aplastando la voluntad de miles, millones de personas. España encerrada en su laberinto del que han tapiado la única puerta de salida, y pretenden que salgamos sin romper algún muro, y sin hacer daño al Minotauro.
España niega y negará el crecimiento del independentismo en Catalunya por mucho que las pruebas sean evidentes. Es su sino, lo que no se ve no existe, aunque no lo veas porque estás mirando en la dirección equivocada y la presa a tu espalda esté a punto de desbordar. Por eso no aprueba un referéndum, algo tan sencillo como un SI/NO/abs, y por eso cambia las reglas del juego según le convenga con tal de poder hacer una lectura positiva del partido. Eso ha ocurrido con las elecciones de ayer en Catalunya. Y eso ocurrirá una y otra vez. Avanzar en círculos para no llegar a ningún lado. Ya se cansarán, piensan, y no contemplan otra opción.
España se comporta como ese niño que, cuando ya ha perdido, grita desesperado aquello de el que marque gana, confiando en un gol postrero que conjugue el 13-1 actual. De forma que no se aceptó la convocatoria de un referéndum, tampoco se admitió que las elecciones de ayer tuvieran carácter plebiscitario, sin embargo, a toro pasado, y viendo los resultados se agarran a lo que les interesa, que si los votos, o lo mejor, las elecciones no pueden ser vinculantes, habría que convocar un referéndum, el mismo que no se deja convocar. Y seguimos avanzando en el círculo. Por supuesto, si la mayoría absoluta en escaños decide salir de ese círculo, no lo duden, España ondeará su Estado de Derecho, ese del que ellos ponen las medidas y cuyo derecho solo contempla una realidad, la suya.
Hoy casi todo el mundo está contento. Las fuerzas favorables a la independencia porque disponen de una mayoría absoluta cómoda. Los partidos unionistas porque en su sueño imperial han ganado en votos, aunque esos votos solo les permitan ser minoría por unas leyes que, no lo olviden, ellos crearon. Pero todos no son felices, hay una fuerza política cuyo baño de realidad no debiera dejarla indiferente. PODEMOS ha fagotizado a ICV y se ha hundido, la suma de dos en este caso ha dado -2. En el dibujo general, como en su campaña, se han quedado en tierra de nadie, y ahora les colocan junto a quienes dice combatir, junto a C´s, PP y PSC, en el frente del NO. Pero sobre todo, y van tres, el baño de realidad les descarta para liderar cualquier cambio en una España que no cambia. Lo fiaron todo a prometer que ellos y ellas iban a cambiar España y que con ellos y ellas se abrirían las puertas de la negociación.
No sé si eran creíbles pero como he dicho, a día de hoy y con diciembre en el horizonte no son alternativa real a nada. El optimismo es importante, pero cuando ese optimismo está tan alejado del suelo solo demuestra que son parte de un Estado que hace siglos perdió pie y viven una fantasía lisérgica. Cualquier cambio en el Estado pasará irremediablemente con el entendimiento con las fuerzas políticas periféricas y para ello no les queda otra que negociar, no les quedará otra que el reconocimiento de las diferentes de realidades pero eso requiere reflexión, un giro de timón y sobre todo, un poco de modestia que les permita ver que ni América estaba desierta cuando llegaron los españoles, ni la política del pueblo era un erial antes de su nacimiento.