Toni Ramos – Alternatiba
Tras la decisión de la CUP-CC de no colaborar en que Artur Mas sea President, la formación independentista y anticapitalista ha recibido duras críticas por haber preferido ir a las elecciones en marzo en lugar de investirle y así desencallar el Procés. Pero no es la CUP-CC quien va a obligar a unas nuevas elecciones, sino la obstinación de CDC en que sea Mas el President de la Generalitat. No nos engañemos, Mas y CDC no son garantía de independencia, y mucho menos de democracia y soberanía para el pueblo catalán, sólo garantizan beneficios para la burguesía, perjuicio para la clase trabajadora, recortes, privatizaciones y corrupción.
Independencia: CDC contribuyó en la redacción de la Constitución Española y la defendió a ultranza durante casi 40 años, años en los que CiU participó y/o facilitó el gobierno a presidentes como Felipe González y Jose María Aznar. Además, cabe recordar la reunión traicionera de Mas con Zapatero para amputar un Estatut aprobado por la mayoría del Parlament y refrendado por las y los catalanes.
Corrupción: La coalición de derechas también se ha visto envuelta en casos de corrupción tales como el “Caso Pujol”, el “Caso CARIC”, el “Caso Adigsa”, el “Caso Innova”, el caso del Palau de la Música y FERROVIAL, y otros muchos, algunos de ellos con sentencias condenatorias y otros pendientes de sentencia.
Recortes: En los últimos años de Artur Mas al frente de la Generalitat, su gobierno ha reducido presupuestos para gastos sociales y ha puesto en marcha planes de privatización de sectores estratégicos. Y lo ha hecho de tal forma que no hay ni un solo gobierno en Europa que haya recortado tanto en tan poco tiempo.
Pero llega un momento en que en Catalunya emerge el hartazgo de una gran masa social que reclama democracia y derechos, y que ve como única solución la secesión del Principat con respecto al Reino de España. El creciente sentimiento independentista se plasma en la manifestación del 11 de septiembre de 2012, cuando se inundan las calles de Barcelona reclamando independencia y pidiendo que se abra un proceso constituyente que culmine en una república catalana.
Entonces Artur Mas y CDC pasan de defender con uñas y dientes la Constitución a convertirse en abanderados del independentismo, aunque siempre dejando la puerta abierta a la negociación con Madrid. Este giro no se da en su fe cristiana por el neoliberalismo o en la apuesta por los recortes y las privatizaciones, sino exclusivamente en su visión de la relación entre Catalunya y España. Y no fue la voz del pueblo catalán lo que le hizo cambiar, sino más bien la pérdida de poder. CiU preveía una debacle y Artur Mas necesitaba agarrarse a algo que hiciera olvidar las privatizaciones y los recortes, y que, a su vez, le impulsara hacia la popularidad que había perdido.
Entre un referéndum no vinculante, dobles discursos acerca de la independencia y la ruptura con Unió, Artur Mas se las apañó para presentarse ante el pueblo como valedor de la independencia de Catalunya. Incluso cedió a situarse en el cuarto puesto de una lista electoral bajo la condición de ser investido President de la Generalitat. La ANC, Omnium Cultural, la AMI y ERC (entre otros), consintieron a las pretensiones de liderazgo de Mas, pero no lo hizo el otro gran agente político independentista, la CUP-CC, que veía a Mas y a CDC como la antítesis en sus planteamientos anticapitalistas, feministas y democráticos. Para ellas y ellos la imagen de la ruptura con España no puede ser la misma que ha defendido la Constitución Española con ahínco, de quien ha pactado tradicionalmente con gobiernos de la derecha española, de quien está constantemente bajo la sospecha de la corrupción y de quien mediante recortes y privatizaciones ha causado y sigue causando sufrimiento a las clases populares.
La CUP-CC ha hecho caso a las y los catalanes que les dieron su voto el 27S, ha dado la palabra a toda la militancia en asambleas locales y nacionales para decidir entre todas y todos, y ha negado su apoyo a quien no es garante de derechos, libertades e independencia. En definitiva, ha cumplido con su programa, ha sido transparente y democrática, y ha dado una lección de coherencia, responsabilidad y credibilidad.