Luis Salgado – Alternatiba
“Y hay tanta libertad que no se puede respirar” gritaba Evaristo, y así nos asfixiamos todos, intoxicados por los medios y nuestra misma indiferencia. Dos titiriteros pasados por el TOP en menos que canta un gallo, y si el gallo se libra de la pepitoria será por la indiferencia que produce quien grita sin dirigir sus cantos. Pero ¡ay de quien ose utilizar su voz para la crítica, la sátira, la ironía! ¡Ay de quien se atreva a molestar a quien gobierna!
Estoy convencido de que los dos pobres titiriteros jamás imaginaron que su fama llegaría de tal modo, pero estaban en el lugar equivocado en el momento justo. No es que no fueran conscientes del entorno en el que les ha tocado vivir. No, la propia obra así lo atestigua. No eran incautos que creyesen que vivimos en un Estado de Derecho, y por eso su obra denunciaba la hipocresía y malas artes del Reino de Desecho. Lo hacían con mayor o menor acierto, no lo sé, no tengo fundamentos para juzgar el nivel de la obra, pero lo hacían con convencimiento. Y así, el Estado da un nuevo paso en su ostentación inmunda.
Ahora, voces que antes callaban, gritan ofendidas, otros, los más, siguen con sus ojos vendados deseando que alguien calle las voces agraviantes, sea como sea, llevándose la verdad por delante si fuera necesario. Ahora que dos titiriteros comprueban en su cuerpo lo que son leyes de excepción, lo que significan términos tan imprecisos como “enaltecimiento”, algunos se indignan, pero los más sólo creen que han sido mal utilizados esta vez. No cuando se detiene a políticos vascos, gallegos, no cuando se detiene a sindicalistas del SAT, no cuando se detiene a anarquistas, sólo hoy, sólo en este caso. No nos engañemos, mañana todo seguirá igual.
La putrefacción de este Estado es tal que ya nos hemos acostumbrado. Nuestras pituitarias ya no diferencian matices dentro de tanto hedor. ¿Cómo sino explicarnos que ante tanta corrupción sean los corruptos quienes tienen mayor expectativa de voto? ¿Cómo entender sino que el Estado pueda encerrar a dos simples titiriteros y no ardan las calles, no clamemos al cielo? Porque el poder del enemigo parte de sus aliados entre los nuestros. Y aliados peligrosos son aquellos que, teniendo cierto poder, vendiendo querer cambiar, traicionan a los suyos por temor. Si miedo dan los fascistas, aún más miedo dan quienes, como el Ayuntamiento de Madrid, en lugar de combatirlos prefieren no enfrentarlos y ofrecer sacrificios rituales a las bestias esperando así que calmen su insaciable apetito.
Todo alrededor de estas detenciones destila pestilencia, y no soporta comparación alguna con otras actuaciones. Están fuera de toda lógica, ni excusa alguna podrá justificarlas. No se trata por tanto de buscar matices, ni exculpatorios, simplemente aceptar la realidad, vivimos en un Estado que no permite disidencia de ningún tipo, y todos los que en él nos encontramos somos gallinas preparadas para ser cocinadas y nuestra libertad, esa que tanto cacareamos tener, sólo nos permite elegir la salsa en la que seremos degustadas. Bon appetit.
PD: No deja de ser irónico que unos titiriteros puedan ser detenidos por marionetas.