Gorka Castillo para CTXT
Para Xavier Domenech, la del martes fue una jornada dura. Sólo los 72 diputados de su partido apoyaron su candidatura a la presidencia del Congreso. El 80% restante decidió descartarlo para la segunda y definitiva votación. Fue una inmensa decepción. Un resultado que la cabeza de En Comú Podem no esperaba. Entre las infinitas teorías en las que políticos y avezados analistas andan enzarzados para explicar los motivos de este fracaso, hay una que cobra vida a tenor de los resultados: los nacionalistas vascos y catalanes, 24 votos decisivos, dinamitaron la estrategia de un candidato dispuesto a abrir los candados que mantienen confinado su sancta sanctorum, el “derecho a decidir”, en las mazmorras más inaccesibles del Congreso.
A juicio de estos diputados, al menos para los de EH Bildu y, en cierto modo, también para los de ERC, “la gestación de apoyos realizada por Podemos no fue buena. Si hace seis meses mostraron torpeza por culpa de su bisoñez, ahora no ha sido el caso. Han tenido la oportunidad de trabajarse el acuerdo de una manera más intensa pero lo hicieron a toda prisa, casi a última hora. Confiaron más en la táctica política que en la estrategia a largo plazo, en el para qué”, afirma Oskar Matute, un debutante de la izquierda abertzale en esta legislatura tras 11 años de instrucción en la Cámara autonómica vasca.
Pero no resulta fácil explicar semejante trastazo desde la óptica periférica, especialmente cuando el juego consistía en arrebatar al PP el tercer escalón de poder del Estado. Quizá, como escribió Guillem Martínez, el impagable corresponsal político de esta publicación, “la tensión, incluso el intríngulis, es que todo se desarrolla en una cultura política que no puede verbalizarse en voz alta desde 2011. Quizás, por eso mismo, no hubo posibilidad de Gobierno en la anterior legislatura, esa cosa a la que se accede hablando en voz alta”. Y apostilla: “Lo único cierto es que las derechas hispanas –PP, C’s, PNV, CDC– se necesitan y vuelven a trabajar juntas”.
Dicho de manera más vulgar: Cuando el martes las aguas del Congreso se enfurecieron de verdad, a los nacionalistas no les quedó otro remedio que escoger entre el candidato Doménech que llevaban en su brazo izquierdo y la caja de Ana Pastor que tenían en su mano derecha. Y la mano derecha triunfó. Esta sonrojante decisión ha resultado tan difícil de explicar en Euskadi que tras negar varias veces su participación activa en el trasvase de votos, el PNV se vio obligado a suspender un compromiso acordado previamente con ETB para el miércoles y declinó el resto de propuestas para lo que queda de semana. Todo un contrasentido si no tuvieran algo que ocultar ante unas elecciones autonómicas que se presentan inciertas este mismo otoño.
Para los optimistas, la elección de la presidenta de la Cámara no deja de ser una simple batalla en medio de la guerra. La hora decisiva que medirá los filos políticos de la XII legislatura llegará en la sesión de investidura de Rajoy y, a juicio del diputado de EH Bildu, ese momento exigirá a los partidos que aspiran a gobernar más pericia que nocturnidad. Al calor de las proyecciones que hoy se realizan de cara a esa jornada, Matute confía, con la voz enérgica de un litigante consumado, en que las artes de birlibirloque mostradas en la elección de la Mesa del Congreso dejen espacio al retrato nítido de los actores. “Pensar que el PNV puede facilitar la investidura de Rajoy me parece un poco aventurado. No creo que se produzca aunque si finalmente lo hace, no sería la primera vez que apoya a un gobierno del PP”, afirma este diplomado en Empresariales forjado en el movimiento insumiso al servicio militar y en Ezker Batua.
El sentido del voto de los dos diputados de EH Bildu no es ningún secreto. Aseguran que apoyarán la opción que sirva para expulsar al PP de cualquier ecuación de gobierno. Aunque, en estos tiempos de límites y líneas rojas al que los políticos tanto se han aficionado, la prueba del nueve para la izquierda abertzale es evidente: “El cambio real debe garantizar el respeto al derecho del pueblo vasco a decidir su futuro”. Sin embargo, con una cámara escindida en dos bloques prácticamente equilibrados y los movimientos izquierda/derecha que se han podido ver tras las elecciones, los dos diputados abertzales desconfían de que una alternativa de cambio pueda llegar a fraguarse en las dos próximas semanas. “El único contacto que hemos tenido hasta ahora con Unidos Podemos se produjo el domingo por la noche. El propio Xavier Doménech nos llamó para informarnos de su intención de optar a la presidencia del Congreso y de que necesitaba recabar apoyos para conseguirlo. No ha habido más conversaciones entre nosotros”, asegura Oskar Matute.
Y si la razón produce monstruos, no digamos los deseos. Al menos los de este diputado de 44 años que el martes se estrenó con un metafórico “Zin dagit legeak behartuta eta Euskal Errepublika eta legeria propioa izan arte” (Juro cumplir las leyes hasta tener la República vasca y leyes propias) son que el posible gobierno PP-Ciudadanos que parece aguardar a la vuelta de la esquina no dure cuatro años. En su opinión, todo ese engranaje se desbaratará en cuanto el nuevo presidente doble la rodilla ante las exigencias de un mercado “estafador” y someta una política económica destinada a beneficiar sobre todo a los ricos al escrutinio de un Congreso que puede ser implacable.
Se refiere a si gobierna con el partidismo extremo que el PP siempre ha mostrado, a los nuevos recortes en el gasto público, una medida inadmisible para el resto de formaciones y, sobre todo, si acata sin rechistar la mastodóntica factura del Brexit que los gurús neoliberales advierten que habrá que asumir para evitar una nueva caída en el abismo de la recesión. “Hay elementos que la izquierda, sea soberanista o estatal, debería asumir. Me refiero a que el PP va a utilizar el Congreso a favor de sus intereses y para silenciar las voces disidentes. Y para ello no sólo habrá que alzar la voz de la denuncia sino también defender la existencia de alternativas de vida más justas y decentes. Creo que ha llegado el momento de demostrar nuestra capacidad para confrontar su apuesta por la negación de derechos con demandas de profundización democrática. Y ahí es donde tenemos un campo, no sé si de colaboración pero sí de concordancia, entre las diferentes fuerzas de izquierda que hay en el Congreso”, sentencia Oskar Matute, un diputado pasional pero sobre todo enérgico.
Extraído de CTXT.es