Jonathan Martínez
Malditos estibadores, linaje de privilegiados, aristócratas de casco y uniforme reflectante. Yo os maldigo porque habéis venido a incordiar con vuestras huelgas y vuestro ruido sindicalista, vuestros puños al aire y vuestros cánticos marxistoides. Quieren crujiros un 60% del salario y echaros a patadas de los puertos con un ERE encubierto y todavía cometéis la insolencia de sublevaros, manada de ingratos, horda de sanguijuelas. ¿Qué os habéis creído?
Malditos estibadores. Hasta ayer no sabía de vuestra existencia pero me ha bastado un vistazo a Wikipedia y dos telediarios y ya estoy listo para cantaros las cuarenta, vagos, arrogantes protestones.
Dicen los más ilustres tertulianos que cobráis como marqueses. ¿Cómo tenéis el descaro de permitir que vuestros patronos levanten una pasta gansa en lugar de una pasta gansísima a vuestra costa? ¿Es que no habéis sentido ni un minuto de piedad por los pobres bancos y multinacionales que suplican sollozando la reforma del sector? ¿Es que no tenéis corazón?
Dicen plumíferos y todólogos que disfrutáis de derechos laborales. ¿No os hacen sonrojar vuestras conquistas? ¿No os avergüenza haber luchado por lo que es vuestro mientras los demás agachábamos la cerviz, decíamos amén al jefe y nos lamentábamos en el bar de Paco envalentonados con el tercer solisombra?
Malditos estibadores. Aprovechad mientras podáis vuestro trabajo de alto riesgo, vuestro escandaloso cupo de accidentes laborales, vuestra disponibilidad absoluta, vuestros cambios constantes de horario, vuestra inestabilidad, vuestra incertidumbre. Aprovechad, porque el día que liberalicen la estiba os vais a enterar de lo que vale un peine. Ese día, por fin seréis precarios con todas las letras, carne de despido y ETT. Ese día, por fin cobraréis el sudor en calderilla como todo hijo de vecino.
Malditos estibadores. Odio vuestras soflamas, vuestro alboroto y vuestras asambleas al grito de «ni un paso atrás». Bajaos de una vez los pantalones y aceptad las condiciones que os impone el gobierno. Estáis dando un pésimo ejemplo a la clase trabajadora, que solamente quiere meter horas a destajo sin complicarse la vida ni ganar demasiado. Aprended a deslomaros por cuatro duros y poneos al servicio de los banqueros, los grandes empresarios y su longeva estirpe de explotadores sacacuartos. Obedeced a esos señores tan relamidos que os hablan de trabajo sin haber dado jamás un palo al agua. Enriquecedlos. Sed sumisos. Sed cobardes. No permitáis que cunda vuestro ejemplo, estibadores del demonio.
Del blog de nuestro compañero en Naiz Zona especial Norte