“La causa obrera es la causa de Irlanda, la causa de Irlanda es la causa obrera”
James Connolly
Hector Prieto – Alternatiba
Hace tiempo que me apetecía escribir sobre la historia heroica de Irlanda, esas primeras décadas del siglo XX donde finalizó el férreo dominio británico sobre la tierra del arpa. Esta historia es un aprendizaje, no solo se trata de conocer el pasado para entender el presente, ni siquiera es solo un ejemplo ideal, sino los sueños de una nación por su independencia en este momento tan de actualidad con el referéndum en Cataluña. Se trata más bien de imaginar un futuro a través del espejo irlandés y la figura de James Connolly, un revolucionario y mártir del socialismo, referencia del nacionalismo de izquierdas.
Empezando por el origen de la ocupación inglesa de la isla y el consecuente conflicto irlandés, perdura casi hasta la actualidad. De elegir una fecha, sería el 1166, en aquel año un noble local de nombre McMorrough ambicionaba el control de la ínsula. Para ello pacto con los normandos, vasallos de Enrique II de Inglaterra, que bajo el liderazgo de Ricardo de Clare conquistaron el territorio obviando a McMorrough, posteriormente entregando Irlanda a la Inglaterra de Juan ”sin tierra”.
Sin profundizar en demasía, en la segunda mitad del XIX se produjo la Hambruna de la Patata, una masiva migración a EEUU y Australia y el auge del sentimiento antibritánico. Así, tras años de lucha armada, llegamos a la Insurrección de Pascua de 1916, una derrota de sectores nacionalistas e izquierdistas que marcó un hito en la lucha por la libertad. Aquí fue protagonista un tal James Connolly.
Connolly nació en Edimburgo en 1868, hijo de irlandeses emigrados a Escocia. Comenzó a trabajar con apenas 11 años conociendo la dura vida fabril y apenas 3 años después se alistó en el ejército británico, siendo designado a Dublín. Pronto comprendió la situación de la patria de sus padres y se acercó a la lucha sindical y al marxismo como solución para una independencia, con una transformación económica y social revolucionaria. Por ello dejó el ejército que ocupaba su Irlanda para dedicarse a la lucha emancipadora de la clase obrera irlandesa.
“Si mañana echáis al ejército inglés e izáis la bandera verde sobre el Castillo de Dublín, a menos que emprendáis la organización de una república socialista todos vuestros esfuerzos habrán sido en vano. Inglaterra todavía os dominará. Lo hará a través de sus capitalistas, de sus terratenientes, a través de todo el conjunto de instituciones comerciales e individuales que ha implantado en este país y que están regadas con las lágrimas de nuestras madres y la sangre de nuestros mártires. Inglaterra os dominará hasta llevaros a la ruina, incluso mientras vuestros labios ofrezcan un homenaje hipócrita al santuario de esa Libertad cuya causa traicionasteis.”
Siempre ligado a la lucha sindical, respondió a las amenazas patronales formando en 1913 una milicia de inspiración socialista de nombre Ejército Ciudadano Irlandés. Este pequeño grupo de apenas 250 miembros tendrá un papel muy activo en el levantamiento de pascua. Empleando su experiencia militar, planeaba un golpe revolucionario contra la ocupación británica, no obstante, los líderes nacionalistas Patrick Pearse y Tom Clark le persuadieron para organizar un levantamiento conjunto a mayor escala. Lo cierto es que estos últimos formaban parte de los Voluntarios Irlandeses, brazo armado de un movimiento político y cultural clandestino llamado Hermandad Republicana Irlandesa, mucho más numerosos que los chicos de Connolly.
La Insurrección de Pascua de 1916 merecería un artículo completo, pero resumiendo, diríamos que los rebeldes tomaron los puntos clave de la ciudad de Dublín. El ejército inglés empleó un número superior de hombres, artillería y armamento más moderno, con lo que acorralaron a los últimos resistentes en la Oficina de Correos. Finalmente se rindieron para no ser masacrados, James Connolly estaba allí herido en el tobillo, la revolución había fracasado.
Los principales líderes del levantamiento fueron condenados a muerte, fue frente a un tribunal militar en el Castillo de Dublín, sede del gobierno británico en Irlanda. Connolly estaba herido de gravedad y su sentencia fue establecida frente a la cama de la enfermería. Tal era su situación que tuvo que ser fusilado sentado en una silla, en la cárcel de Kilmainham Gaol el 12 de mayo de 1916. Antes de su ejecución entregó una última carta a su hija Nora, que se puede leer integra en
www.sinpermiso.info.
“Creemos que el gobierno británico no tiene ningún derecho en Irlanda, que nunca tuvo ningún derecho en Irlanda y que nunca tendrá ningún derecho en Irlanda. Por ello, la existencia de irlandeses dispuestos a morir para afirmar esta verdad, en cualquier generación, e incluso aunque sean una respetable minoría, convierte a ese gobierno, para siempre, en un usurpador y un criminal contra el progreso de la humanidad.
Agradezco personalmente a Dios haber vivido para ver el día en que miles de irlandeses, adultos y jóvenes, así como cientos de mujeres y muchachas irlandesas, estuvieron dispuestos a afirmar esta verdad, y a demostrarlo con sus vidas, si la situación así lo exigía.
James Connolly, Comandante general de la División de Dublín
Ejército de la República irlandesa”
Estos hechos demostraron tiempo después que la valentía de aquellos no fue en balde, aquella derrota y la represión británica alentó a todo un pueblo en la expulsión del ocupante. Incluso en los momentos más difíciles y violentos hay mujeres y hombres dispuestos a defender sus convicciones, la dignidad humana y de los pueblos. Esa clase de revolucionario era James Connolly, socialista irlandés.
Del blog de Hector Prieto Atxabalta reDvolution