Últimamente, el PNV se ha inventado una nueva amenaza. A través de su propuesta Batu gaitezen, ha hecho un llamamiento a la unidad de quienes creen en el derecho a decidir por vías pacíficas y democráticas ante la supuesta necesidad de parar la ola del pacto PSE-PP en las instituciones forales y municipales en las próximas elecciones. El PNV lanza una vez más su cortina de humo para dar la impresión de que son menos malos y más del país que “los otros”, cuando lo cierto es que representan los mismos intereses económicos.
Son cantos de sirena. No por la causa de la autodeterminación a la que alude el PNV, que compartimos desde Alternatiba, sino porque, reinterpretando a Mateo, “no sólo del derecho a decidir vive el hombre”. Entendemos la necesidad electoralista del partido de Urkullu de lanzar un frente en torno a su organización política, pero el derecho a decir no puede ser un mantra que nos haga olvidar que somos muchos y muchas quienes denostamos el resto de políticas de derechas lideradas por el PNV.
Es evidente que hace falta un frente común que ponga coto a las medidas neoliberales que impulsa el PSE, con la complicidad del PP, desde el Gobierno Vasco, pero este frente tiene que articularse en torno a un concepto de desarrollo diferente, a un sistema de infraestructuras sostenible, a un modelo de fiscalidad justo y redistributivo y a una apuesta decidida por lo público. El PNV es, junto con el PSE y el PP, punta de lanza de lo opuesto a estas políticas.
Por eso, resulta curioso que, mientras el Partido Nacionalista Vasco avala la contrarreforma del mercado laboral y los recortes presupuestarios de Zapatero, impulsa macroinfraestructuras insostenibles y apuesta por una estructura fiscal en la que los que más tienen son los que menos pagan, nos diga al resto que nos olvidemos, porque hay que fijarse sólo y exclusivamente en el derecho a decidir. Lanza sus soflamas de patriotismo vasco mientras avala con su voto la invasión de Afganistán, donde van a parar millones de euros del erario público en una guerra al servicio de los EE.UU. ¿Acaso no tienen los afganos derecho a decidir frente a la OTAN?
¿Qué sentido tiene decirnos “cuidado, que viene el lobo” cuando hay un compadreo absoluto entre PNV, PSOE y el PP? Es el mismo partido de Urkullu el que pacta con el PSOE el apoyo a los presupuestos del Estado, su complicidad con los de la CAV y un pase foral para las cuentas de los tres territorios históricos. Todo ello, bajo el manto del tan cacareado discurso de la “responsabilidad de Estado”, que no es más que el afán de mantener entre ellos el actual status quo económico.
No entendemos los discursos alarmistas que dicen que hay que evitar que PSE y PP lleguen a gobernar las instituciones forales del país, como si plantearan hacer cosas diferentes a las que hoy en día practica el PNV. ¡Sólo sería más de lo mismo! Hace falta construir una alternativa real a las políticas que nos han llevado a esta situación de crisis económica y pérdida de derechos sociales. Pretender hacer creer a la ciudadanía que sólo se puede elegir entre el PNV o el binomio diabólico PSE-PP, en el fondo, tiene el mismo nivel de debate político que elegir estas Navidades entre Barbie o Bratz.
Este país necesita un bloque de izquierdas con un marcado respeto en todo momento al conjunto de los derechos humanos y civiles, incluido el derecho democrático a decidir. Necesitamos centrar un discurso diferente, alejado de los cantos de sirena que ahora nos quieren vender. Otra dinámica es posible y, con la que está cayendo, es urgente y necesaria. El lobo hace años que se coló en el gallinero.