Actualmente el sistema de democracia en el cual nos encontramos limita el ejercicio de la misma al voto y aleja la participación de la ciudadanía, sobre todo de las mujeres. Por tanto planteamos la necesidad de profundizar el grado de participación y revisar todas las estructuras que existen para ello desde la perspectiva de género.
Además reivindicamos la máxima feminista, lo personal es político, por dos razones: porque supone la ruptura entre lo considerado tradicionalmente público o privado, y permite colocar la política en lo cotidiano. Esta idea de lo cotidiano, permite resituar en las agendas políticas cuestiones consideradas residuales, o temas de mujeres. Además, esta mirada desde lo cotidiano, desde la propia experiencia, es uno de los elementos que acercan las propuestas feministas a las personas, y por tanto a la ciudadanía. No es que no debamos posicionarnos y debatir sobre cuestiones de carácter global. Lo que se plantea es que, siguiendo los procesos de empoderamiento que considerábamos se deberían impulsar, debemos construir éstos desde lo personal, desde la revisión y toma de conciencia de nuestra realidad más cercana, incidiendo en lo local y comprendiendo la desigualdad para poder organizarnos para luchar a nivel global contra ella. Este ámbito de lo cercano y lo local como área de influencia responde a las características de esta nueva fuerza política.
Debemos fomentar y cuidar la participación de las mujeres, promoviendo el empoderamiento de las mismas para que puedan lograr su autonomía política, pero también transformando y definiendo nuevas formas y modelos de participación para que las mujeres puedan participar en equidad. Debemos realizar un especial esfuerzo por acercar la “política” a las mujeres.
Debemos apostarle a procesos de democracia participativa, en los cuales la ciudadanía, y específicamente las mujeres, tengamos la posibilidad de decidir sobre nuestro futuro y que esta participación no sea simbólica sino que esté acompañada de recursos y, en definitiva, de ejercicio de poder. La participación que defendemos siempre debe venir acompañada de poder de decisión y de recursos.
Es por ello que como propuesta política debemos apostar a todos aquellos procesos que se estén impulsando a nivel local (Consejos de Igualdad, Consejos de Participación, Presupuestos Participativos…), como mecanismos que puedan garantizar una toma de decisiones colectiva y una nueva manera de ejercer el poder por parte de la ciudadanía. Debemos revisar estas estructuras desde el feminismo, para que se cuide especialmente la participación de calidad de las mujeres.
Consideramos que los procesos para poder ser considerados realmente participativos, tienen que cumplir como mínimo las siguientes características:
- que la información sea comprensible y accesible para toda la población.
- que se genere debate sobre las cuestiones a tratar, y que este esté acompañado de reflexión para poder generar ciudadanía crítica.
- que se dote de instrumentos y herramientas a las personas para que puedan participar, para que aprendan a participar, y para que además esta participación sea una participación no meramente presencial sino de calidad.
- que existan mecanismos específicos que garanticen la participación de las mujeres.
- que se tomen en cuenta otras variables además de la del sexo que generan desigualdad en la participación en cualquier proceso, como por ejemplo la edad, la procedencia, la clase, etc.
A pesar de que nuestra apuesta fundamental sea ampliar la democracia participativa, también consideramos que hay decisiones que tendrán que ser tomadas bajo el modelo de democracia representativa. Consideramos que el sistema de partidos actualmente limita la participación de las mujeres y que se deben establecer mecanismos concretos para garantizar la presencia de las mujeres en los ámbitos de decisión.
Consideramos que la paridad es una apuesta que hay que realizar desde nuestra organización política. Debemos realizar por tanto una clara apuesta por las listas cremallera (alternancia mujer/hombre). Además se debería establecer algún sistema de rotación para los y las cabezas de lista, para promover que este primer puesto fuera ocupado alternativamente por un hombre y una mujer.
Apostamos por el establecimiento de un mínimo de mujeres nunca un máximo, en las listas electorales, para que los partidos feministas no tengan ningún tipo de traba con las listas que presenten compuestas exclusivamente por mujeres. Consideramos que la paridad y estas cuestiones propuestas, son elementos a respetar no sólo en la nueva organización que estamos construyendo, sino también extrapolables al resto de partidos. La ley en este caso no debería ser propositiva, sino que debería sancionar el incumplimiento de estas cuestiones.
Consideramos que aunque este tipo de medidas, y la obligatoriedad de su cumplimiento por ley, no garantiza por si misma la calidad de la participación de las mujeres en las cuestiones públicas, si por lo menos facilita el acceso de las mismas a una realidad de la que han estado tradicionalmente discriminadas y ausentes.
Consideramos además, que como feministas, debemos establecer y garantizar un sistema de rendición de cuentas de los y las representantes políticos. Debemos definir un sistema en el cual podamos valorar el cumplimiento del programa y evaluar el grado de cumplimiento de todas aquellas cuestiones relacionadas con la igualdad de mujeres y hombres que se dijeron se iban a desarrollar. Debemos realizar una labor de control del ejercicio del poder de nuestros/as representantes.
A pesar de que apostamos por el impulso de la democracia participativa, debemos señalar aquí algunos aspectos que consideramos convenientes reivindicar como derechos, y que por tanto deben estar en la base de nuestra propuesta, sin tener que ser debatidos. Estos serían:
- la equidad y la participación como pilares fundamentales para poder conformar un sujeto político activo.
- la defensa de una ciudadanía plena tanto para mujeres como para hombres.
- la revisión de los Derechos Universales desde el feminismo, para constatar el desigual acceso a estos por parte de las mujeres, proponiendo: denunciar el no cumplimiento y trabajar por el logro de los mismos, y ampliar los derechos recogidos, incluyendo algunos como los derechos sexuales y reproductivos.
Estas nuevas formas de relación deben permear no sólo nuestras propuestas hacia el exterior, hacia la sociedad, sino que también y ante todo, deben materializarse en las formas de funcionamiento de nuestra propia organización. Debemos transformar la cultura política tradicional de los partidos políticos de izquierda en algo nuevo, que permita la participación en equidad de las mujeres. Debemos transformar la manera de relacionarnos entre compañeras y compañeros de organización.
De esta manera, hacemos a continuación algunas propuestas sobre la estructura de organización que consideramos puede posibilitar el desarrollo de todo lo planteado anteriormente. Dichas propuestas están divididas en cuatro ámbitos fundamentales para un nuevo concepto de poder (toma de decisiones, elaboración colectiva, acceso a la información, cultura democrática):
Relacionado con el sistema de toma de decisiones:
- Vemos necesario establecer la paridad como principio, y es fundamental que ésta se de en los espacios de representación, Si no se puede lograr se plantea reducir el numero de hombres o establecer sistemas de rotación. En la presencia en el resto de espacios de la organización se podría establecer un sistema de cuotas.
- Se deben definir y delimitar claramente la figura del militante, tomando como elemento fundamental para ello el grado de participación.
- Resulta estratégico profundizar en el conocimiento y manejo de metodologías que garanticen la toma de decisiones y la gestión de los espacios de forma participativa
Relacionado con la elaboración colectiva:
- Se considera indispensable la existencia de una Mesa Feminista (mixta, hombres y mujeres).
- Esta mesa debe ser complementaria a la transversalización feminista en el resto de espacios o mesas que se formen. Debemos así definir mecanismos (preguntas filtro, reuniones bilaterales, etc.), para evitar la sectorialización de las propuestas y trabajo feminista.
- Se deben establecer mecanismos específicos que garanticen la presencia de las mujeres en el resto de mesas y espacios.
Relacionado con el acceso a la información:
- Es fundamental establecer protocolos de funcionamiento, en los cuales se “formalicen” los procedimientos para las reuniones, órdenes del día, actas, etc.
- Por otro lado hay que definir cuáles van a ser los canales de información establecidos.
- Se debe establecer un área de comunicación interna, con personas responsables de la transmisión de información en la organización. La presencia de mujeres en este ámbito debería de ser mayoritaria.
- Respecto al fomento de la cultura democrática:
- Apostamos por la creación de una Estructura Autónoma de Mujeres, que sirva como instrumento y espacio para el empoderamiento de éstas.Esta estructura tendría entres sus funciones: formación específica para las mujeres; desarrollo de habilidades específicas en base a las necesidades de las mujeres militantes; acompañamiento a las mujeres que formen parte de la organización y a aquellas que sean elegidas como representantes; etc.
- Debemos redefinir el sistema tradicional de cooptación/inducción de los partidos políticos tradicionales, y establecer otros mecanismos no discriminatorios para las mujeres.
- La paridad debe ser objetivo y estrategia.
- La nueva organización debe trabajar desde la premisa básica de la corresponsabilidad. Hay que apostar por una gestión de los tiempos distinta a la “tradicional”, haciendo especial hincapié en el número de reuniones, horas y lugar de las mismas, etc.
- De nuevo, surge la necesidad de conocer y manejar metodologías participativas, que nos ayuden realmente a impulsar procesos participativos dentro de la organización pero también nuevas formas de trabajo.