La idea del crecimiento ilimitado implícita en la mayor parte de los discursos políticos y económicos -tanto de la derecha como de la izquierda- contrasta con una realidad finita, con unos límites biofísicos en el planeta. Es por ello que una apuesta práctica por el decrecimiento -en términos de producción y consumo de bienes- supone una verdadera revolución ideológica.
El decrecimiento no implica un deterioro de las condiciones de vida para la mayoría de los habitantes, sino mejoras sustanciales vinculadas a la redistribución de recursos, creación de nuevos sectores, preservación del medio ambiente, el bienestar de las generaciones futuras, la salud, las condiciones laborales o el crecimiento relacional. En última instancia, es necesario partir de la certeza de que si el decrecimiento no se produce de forma voluntaria y ordenada, habrá de hacerse forzosamente como consecuencia de la sinrazón económica y social actual:
- El decrecimiento en el contexto de una sociedad occidental opulenta no debe ser visto como una merma del nivel actual de bienestar, sino como una oportunidad de aumentar el bienestar. Eso sí, entendiendo el bienestar no como un concepto cuantitativo, basado en una acumulación infinita de bienes materiales, sino como un concepto cualitativo donde prime el tiempo de ocio, el altruismo, las relaciones humanas, la solidaridad, la equidad, la justicia y la espiritualidad.
- El decrecimiento está relacionado con la reducción/eliminación de actividades que perpetúan la insostenibilidad del sistema, como la industria militar, nuclear, automovilística, agricultura industrial, etc. Estos empleos podrían ser canalizados por un lado, hacia actividades relacionadas con la satisfacción de necesidades sociales o ambientales y por otro, al reparto del trabajo mediante la reducción de la jornada laboral. A su vez, habría que fomentar las industrias facilitadoras de la transformación hacia la sostenibilidad: energías renovables, transporte colectivo, agricultura ecológica, educación y cultura, etc.
- El decrecimiento debe ir orientado a lograr un desacoplamiento entre bienestar, consumo de recursos y generación de residuos, y una reducción de la huella ecológica.
- El decrecimiento implica reducir las infraestructuras productivas, administrativas y de transporte.
- El decrecimiento implica primar lo local frente a lo global.