El modelo agropecuario actual sigue estrictamente las medidas neoliberales impuestas por la OMC, sin tener en cuenta la importancia básica de la alimentación y la sensibilidad del sector en lo referente a empleo y salud, tanto en el norte como en el sur. El tratamiento de los alimentos y su integración en la economía global no se diferencia, por lo tanto, de cualquier otra mercancía, como los automóviles.
De esta manera, los alimentos, al igual que la producción textil, forman parte de grandes cadenas globales productivas y financieras, controladas por las empresas transnacionales. A su vez, las decisiones sobre estas cadenas y mercados globales se toman en ámbitos multilaterales, no representativos, como la OMC, el FMI, el BM. La conclusión es que la alimentación ha dejado de ser un derecho para convertirse en una mercancía más.
Sin embargo, la alimentación no siempre ha recibido un tratamiento mercantil por parte de los gobiernos del Norte. Antes, el sector de la alimentación estaba celosamente protegido por los gobiernos y sometido un gran intervencionismo público a través de medidas y mecanismos con un carácter proteccionista. En la evolución del tratamiento político de los alimentos hasta llegar a la privatización actual del mercado han influido determinantemente tres episodios: la revolución verde, los programas de ajuste estructural y la creación de la OMC. La filosofía que inspiró el desarrollo de estos episodios prevalece hoy en día y nos ayuda a entender las premisas fundamentales sobre las que se sostiene el modelo actual:
- La revolución verde, el nombre la campaña impulsada por las fundaciones Rockefeller y Ford, representa el inicio de la expansión a nivel mundial del modelo de producción industrial. Con el objetivo de dar respuesta a la creciente inseguridad alimentaria la revolución verde promovió la agricultura industrial en el Sur. La premisa fundamental que impulsó este programa era la creencia que el aumento de la producción agraria, a través de la distribución de paquetes tecnológicos que incluían semillas, híbridas, fertilizantes, pesticidas y sistemas de riego, reduciría el hambre. Un estudio destinado a analizar todas las investigaciones e informes -más de trescientos en total- publicados sobre la Revolución Verde a lo largo de un periodo de treinta años en todo el mundo-confirma todo lo contrario: primero, la tecnología de la Revolución Verde ha degradado los agroecosistemas del trópico y expone a los campesinos a mayores riesgos ambientales y una mayor vulnerabilidad económica; segundo, el elevado coste de estos insumos ha incrementado la diferencia entre los latifundistas y los campesinos, incapaces de sufragar esta tecnología; tercero, la productividad de las explotaciones ha decrecido a largo plazo debido a la alta dependencia de insumos químicos y la erosión y degradación de los suelos; cuarto, la agrobiodiversidad ha disminuido significativamente; la difusión de variedades híbridas junto con la pérdida de los cultivos locales y la tenencia al monocultivo han reducido la diversidad alimentaria y han aumentado la desnutrición de la población.
- Los Programas de Ajuste Estructural: La diseminación de la agricultura industrial a nivel mundial ha sido favorecida por los Programas de Ajuste Estructural. Estos programas forzaron a las economías a reestructurar sus modelos económicos mediante la creación de una economía de actitud abierta poniendo atención en el aumento de la producción para la exportación, la liberación del comercio y el incremento de las inversiones extranjeras. Los programas y la reestructuración económica en el sector agrícola insistieron en la diversificación de las cosechas exportables y la producción de agroexportables no tradicionales a expensas de la producción para el consumo nacional. La agricultura ajustada estructuralmente supuso también el desmantelamiento sistemático de la infraestructura de soporte, programas del estado y mecanismos (como los subsidios y el control de los precios) orientados a apoyar y reforzar los mercados agrícolas domésticos y el sustento de los agricultores. De esta manera, los programas de ajuste estructural ha contribuido a la consolidación del mercado global de alimentos, único e hipercompetitivo, que recibe su impulso definitivo a través de la creación de la OMC.
- La Organización Mundialdel Comercio(OMC) abre el camino a la desregularización de la agricultura. Los gobiernos reducen su apoyo doméstico al sector agrícola y abandonan sus economías a los designios de las grandes corporaciones interesadas en una expansión global de los mercados. La inclusión de la agricultura en los acuerdos de liberación comercial demuestran claramente la intención de gestionar los alimentos de forma análoga a otras industrias.
Estos tres hitos establecen los fundamentos y las características fundamentales del actual modelo agropecuario:
1) Control de los alimentos por parte de las transnacionales:
- La liberación del comercio agrícola ha producido olas de consorcios y adquisiciones entre las compañías agroquímicas, farmacéuticas y de semillas, las corporaciones agroalimentarias y vendedores de alimentos. Las corporaciones poseen el control de todas las fases de las cadenas de alimentación: desde la cadena de producción de alimentos, la entrada de suministros, transporte, procesamiento de alimentos y comercialización. En esencia, la liberación ha permitido que un pequeño grupo de transnacionales tengan el poder para determinar qué alimentos se producen, dónde, por quién y a qué precio. El enorme poder de mercado de las transnacionales hace juego en el poder político. Son las transnacionales las que comercian y no los gobiernos. Los estados y regiones pierden la capacidad de soberanía sobre la alimentación.
- Este proceso ha mermado la autonomía de los campesinos/as. La transformación y la comercialización de los productos agrarios se concentran cada vez más en manos de industrias y grandes estructuras. El resultado es que los y las campesinos/as ven limitada su función a la producción, mientras que la obtención de un mayor valor añadido a través de la transformación y la comercialización queda en manos de la industria. En este escenario, las trasnacionales ejercen un tremendo poder de mercado mientras los agricultores de todo el mundo, norte y sur, enfrentan una severa crisis financiera.
2) Destrucción de la producción y la comercialización local:
- Los métodos de producción, distribución y comercialización locales, que garantizan empleo y generalmente, constituyen una forma de producción más ecológica compiten contra las grandes empresas en una situación de tremenda desigualdad.
- La liberalización ha incluido el desmantelamiento de los precios asegurados para los productores y la reducción sustancial de los suministros subsidiados. Las crecientes importaciones de alimentos a precios que los campesinos, luchando con el colapso de los programas de apoyo, no pueden corresponder, ha conducido a éstos a abandonar la tierra. En definitiva, los agricultores/as están atrapados en una disyuntiva en la que los márgenes de ganancia encogen a medida que aumentan los costos de los insumos, mientras caen gradualmente los precios agrícolas. Todos estos procesos están acabando con la producción y comercialización local de alimentos.
- La competencia desleal, la alta dependencia de caros insumos agrícolas ha empobrecido a la población campesina obligada a abandonar sus explotaciones. La consecuencia es la proletarización del campesinado o la emigración a las ciudades, donde generalmente tienen dificultades de encontrar un empleo, que no suele ser en el agro ni estable. El coste sanitario, ecológico y social del actual modelo se ha sentido en todo el mundo. En el norte, las fuertes caídas del empleo agrario no han sido absorbidas por la escasa creación de empleo industrial ni por la importante, pero insuficiente, creación de empleo en el sector de servicios. En el sur donde el sector agrario representa un peso económico mayor, en algunos países el sector agrario pueden absorber entre 80% y el 90% del empleo total, las consecuencias son todavía más sangrantes.
3) Modelo de producción productivista e intensivo:
- El actual modelo de producción intensivo prima la búsqueda del beneficio a corto plazo con el uso masivo de productos químicos que arrasan con los recursos naturales. Por otro lado, para disminuir los costes de producciones se fomenta el monocultivo, que empobrece los suelos y contribuye a la desertificación y a la pérdida de biodiversidad, aumentando a vulnerabilidad de los sistemas a las plagas y enfermedades.
- Bajo esta misma lógica mercantilista, este modelo ha incorporado en las últimas décadas las técnicas de ingeniería genética para abaratar y aumentar la producción de alimentos. Los estudios independientes sobre las aplicaciones genéticas son escasos, a penas llegan a una veintena, pero son unánimes en la denuncia de los riesgos de la ingeniería genética tanto en el medio ambiente como en la salud animal y humana. De acuerdo con estos estudios, no sólo no se han cumplido los objetivos sino que se ha avanzado en la dirección opuesta. El cultivo de transgénicos ha aumentado el empleo de herbicidas e insecticidas y, por consiguiente, el coste de producción. Además, los estudios destacan una relación directa entre los productos transgénicos y la pobreza de los campesinos/as al aumentar su dependencia de caros insumos externos. La dependencia forzosa de los campesinos ha conducido al enriquecimiento de las compañías transnacionales que comercian con semillas transgénicas, herbicidas y fertilizantes.
- Los riesgos de los transgénicos sobre la salud humana son especialmente preocupantes si tenemos en cuenta que un consumidor no puede diferenciar entre un producto transgénico y uno que no lo es. Según la actual legislación de la UE, los productos que no contienen más de un 0,9% de organismos genéticamente modificados no están obligados a incluir esta información en su etiqueta. El sistema más eficaz y transparente de trazabilidad tampoco podría garantizar la identificación de los alimentos GM ya que las variedades de semillas y alimentos que han sido contaminados por cultivos transgénicos quedarían fuera de su control.
4) Pérdida de Biodiversidad:
- La agrobiodiversidad es la base para la vida de los campesinos/as y para la sostenibilidad ambiental de la regional. La diversidad es un recurso importante para los campesinos que en las últimas décadas se ha visto seriamente amenazada por la concentración de las empresas fitomejoradoras, la ingeniería genética y la posibilidad legal de patentar cualquier conocimiento sobre semillas y métodos de trabajo.
- Lasprácticas tradicionales de recogida y reproducción de semillas han perdido poder y ahora son las empresas fitomejoradoras las que asumen la mayor parte de la oferta de semillas a nivel mundial.
- Las empresas fitomejoradoras han ejercido una creciente presión sobre sus clientes (fundamentalmente la población agraria) para poder aumentar los beneficios económicos de su trabajo, mediante la privatización y la venta en exclusiva de las variedades agrarias. La privatización a través de patentes ha permitido a las empresas controlar los derechos de venta, multiplicación e investigación de las semillas. Su objetivo final es que todas las comunidades y explotaciones agrarias en todo el planeta compren cada año las semillas que necesitan, divorciando totalmente el trabajo de cultivar del trabajo de guardar y/o multiplicar o mejorar variedades.
- El método de esterilización, a través de la modificación genética, de semillas y plantas ha redundando en la disminución de la biodiversidad. Mediante estas tecnologías se restringe totalmente la posibilidad de guardar las semillas obligando a la población agraria a comprar semillas para los cultivos de cada año.