En este punto se mantiene el debate entre quienes no ven necesario mantener esta diferenciación, y entre los que sí ven necesario esta diferencia a la hora de acceder a cargos o puestos.
No obstante, se parte de la dificultad a la hora de establecer un criterio de separe claramente una figura de la otra. Así, se quiere evitar que quien no asista nunca voluntariamente a las reuniones luego quiera participar sólo en la decisión o votación; pero también hay que ser flexible con aquellas personas interesadas pero que, por diferentes razones, no pueden participar activamente, y puedan ver lesionados sus derechos.
Como resultado, se aboga por algo que ya se ha hablado previamente sobre la cultura democrática dentro de la organización: todo el mundo debe tener acceso a la información; las decisiones se deben tomar en ámbitos formales; debe haber una buena reglamentación sobre sistemas de recogida de información en las reuniones, así como de preparación de las mismas; canales específicos de comunicación interna; protocolos de funcionamiento equitativos, etc.
Pero además, y sin cerrar el debate, se resuelve que en algunos casos se podrían tomar cautelas, en base a dos principios: pagar la cuota y participar, que son mínimos necesarios. De esta manera, cada ámbito de decisión (municipal, mesa, etc.) podrá tomar las cautelas que estime oportuno en el marco de estos principios.
Finalmente, también se aboga que, cada cierto tiempo, y con carácter consultivo, se organicen Asambleas de Simpatizantes para recibir propuestas de gente cercana pero no involucrada como militante en el proyecto.