Hace ya algunos años, los amigos y amigas de Elkarri acuñaron un término que les definía a ellos y ellas y su propio papel en el conocido conflicto vasco. Se definían como insistencialistas. Hacían pues de la necesidad de insistir, una y otra vez, caída tras caída uno de los motores necesarios para que algún día fuese posible alcanzar la paz en Euskal Herria.
Yo comparto con ellos esta visión, y si me lo permiten esa denominación. Creo que en momentos como estos, con perspectivas de resolución más claras que en épocas anteriores, sigue siendo necesario insistir.
Insistir en la necesidad de una paz justa. Una paz que pueda ser presentada por todas las partes involucradas en el mismo como un escenario de ventaja sobre el mantenimiento de la actual situación.
Insistir en el valor de la palabra. El diálogo y la negociación son el camino para la resolución de este y cualquier otro conflicto. Es el uso de estas herramientas para desbloquear situaciones enquistadas la que nos confiere hondura democrática. Aun cuando en este país la alusión a la testosterona tenga más adeptos que el empleo de las neuronas.
Insistir en la posibilidad de que esta vez si sea la definitiva. Son muchos los procesos vividos con final amargo. Hacernos los resabiados para negar las potencialidades del momento presente, desatadas de manera importante, y no hay que negarlo, tras los pasos dados por la izquierda abertzale ilegalizada, no ayuda. Tan solo sirve para investirnos con la triste vitola de videntes del caos.
Insistir en la democratización de la toma de decisión. Los amigos y amigas de Lokarri son un claro ejemplo de cómo es necesario articular una respuesta civil que parta de la misma sociedad civil y que permita al pueblo tomar las riendas del proceso y convertirse en protagonista principal. Esto es más importante si cabe si uno ve cómo los anteriores procesos, bastante opacos, han tenido el resultado que han tenido.
Por eso quiero reclamarme como insistencialista. No me importa que alguien pueda pensar que nuestra buena intención es utilizada por terceros para favoreces estrategias que nada tienen que ver con la paz. Yo insisto en la búsqueda de la paz, del diálogo y la negociación, del derecho a decidir de la sociedad vasca. Y si de esta no lo logramos, no será porque hayamos puesto palos en la rueda.
Me consta que también hay insistencialistas de signo contrario. Aquellos que instalados en el poder,niegan la posibilidad de que se puedan dar avances, los sacan de la ley, los obstaculizan o directamente los niegan. Claro que para muchos políticos, que no todos, el cambio de chaqueta es una práctica inoculada en su ADN. Eso sí a la hora de ponerse medallas los primeros.
Cuanto mejor le iría a este país si todos, repito todos y todas, en todas las facetas de la vida, entendiéramos que la vida y la historia de este país estaba antes de que naciéramos y seguirá después de que nos vayamos. De mientras yo seguiré insistiendo, aunque solo sea por quebrar el pensamiento único.