Luis Mª Salgado
Pasada la huelga general, y despues de volver a constatar la violencia represiva que poseen los Estados (sean estos reconocidos o no, como nuestro caso) a mí siempre me vuelven las mismas incógnitas a resolver.
Resulta cuanto menos curioso, el empeño y buen hacer que demuestran las fuerzas de represión del Estado, para defender el otrora tan denostado derecho al trabajo durante las huelgas. Que digo yo, que si mostrasen el mismo empeño en defender dicho derecho cuando es pisoteado sin remordimientos por los empresarios quizás estos últimos pondrían mas empeño en mantener una sanidad pública y de calidad, para que les remendasen los desperfectos producidos por las porras de estos perros sin collar ni bozal. Pero claro, como siempre, peco de ingenuidad, el derecho al trabajo solo es defendido cuando enfrente hay TRABAJADORES defendiendo otro derecho elemental, el derecho a la huelga. Y entonces uno se da cuenta de cuan pisoteados yacen nuestros derechos frente a los privilegios de quienes mas tienen.
Todavía me resulta mas curiosa la hipocresía con la que se justifican estas actuaciones. Quizás una huelga general no sea el mejor ejemplo para explicar dicha hipocresía, dada la idiosincrasia de la misma, y su proceso complejo de ejecución. Pero si nos centramos en una huelga parcial, de una empresa, o un grupo de las mismas, todo queda al descubierto. Resulta, que si en la empresa en la que yo trabajo junto a otros 99 compañeros, en una asamblea se decide salir a la huelga con 90 votos a favor y 10 en contra, estos 10 tienen el derecho inalienable de ir al trabajo y boicotear la lucha de sus mal llamados compañeros. Si es necesario, como hemos visto en mil ocasiones, estos 10 ESQUIROLES serán protegidos por la policía para que puedan ejercer su derecho. Sin embargo, pongamonos en otra situación. En esa misma asamblea, 51 trabajadores han decidido no salir a la huelga y el resto, 49, votaron a favor de la misma. Pues bien, en este caso, los 49 no tendrán otro remedio que acudir a sus puestos de trabajo, y de no hacerlo así, el empresario tendrá el derecho de sancionarlos y despedirlos con una dulce patada en sus vagos traseros….
En fin, este es el maravilloso sistema que nos ha tocado vivir, y así tendremos que asumirlo por el momento, pero por favor, el próximo que me diga que los piketes no tenemos derecho a exigir la igualdad de trato para el derecho de huelga que para el derecho al trabajo, o la próxima vez que alguien llame Huelga Salvaje a una reivindicación como la realizada en el metro de Madrid, solo por que ese día no pudo llegar a tiempo a su trabajo… la próxima vez quizás tenga que plantearme utilizar los mismos métodos de los guardianes de la paz y el orden!
Salud y tomense una buena revolución… la necesitan!