En 2011 se presentarán las propuestas legislativas de la nueva reforma de la Política Agraria Común (PAC), que es el marco legislativo que regula la agricultura en la UE y que previsiblemente entrará en vigor en 2013. Una propuesta de ley debatida y negociada por la Comisión Europea y con el fuertemente apadrinado por Francia Comisario europeo de Agricultura, Dacian Ciolos liderando el “pelotón”.
La Comisión Europea defiende que la PAC es una opción para modernizar la política agrícola de la UE y así garantizar el suministro de alimentos, la agricultura sostenible, la protección del medio ambiente y el desarrollo rural. Pero desde diversos sectores vinculados directamente con la agricultura y la ganadería trasladan su escepticismo y preocupación, ya que consideran que uno de los ejes principales de la PAC es financiar producciones destinadas a las grandes exportaciones, sin que exista un sistema de adecuación entre la oferta y la demanda siendo totalmente perjudicial para la producción agrícola y ganadera local y amenazando a su vez la existencia de las medianas y pequeñas exportaciones.
Pero para poder hacer un análisis más exhaustivo de la PAC, seria preciso conocer los antecedentes históricos de dicha política. Según informa la Comisión Europea, el origen de la PAC se remonta a los años 50, en una Europa occidental cuya población estaba marcada por los años de guerra y en la que la agricultura había quedado paralizada y el abastecimiento de alimentos no podía garantizarse. El objetivo central fue fomentar la mejora de la productividad agrícola, de forma que los consumidores dispusieran de un suministro estable de alimentos a precios asequibles, y garantizar que la UE dispusiese de un sector agrícola viable. La PAC ofrecía subvenciones y proporcionaba incentivos para la producción y concedía asistencia financiera para la reestructuración de la agricultura mediante subsidios a las inversiones agrícolas para favorecer el crecimiento de las explotaciones y de la gestión de conocimientos tecnológicos, para adaptarse a las condiciones económico-sociales de entonces. Se introdujeron determinadas medidas de ayuda a la jubilación anticipada, a la formación profesional y en apoyo de las regiones más desfavorecidas. Pero detrás de todas estas medidas se escondía un propósito diferente que era el de abastecer de alimentos a la cada vez mas numerosa población urbana para que el emergente proceso de industrialización fuera rentable.
A partir de los años 80, el objetivo de la PAC de hacer evolucionar a la UE hacia la autosuficiencia fracaso por completo. La agricultura de la UE fue orientada hacia el productivismo y se fomentó el proceso de especialización para abastecer así a la industria agroalimentaria que compraba los productos a precios considerablemente bajos. Eso produjo numerosos excedentes de los principales productos agrícolas, algunos de los cuales se exportaron a precios muy bajos con ayuda de subvenciones, produciéndose así un fenómeno conocido como “dumping” que termina por destruir los mercados locales de los países receptores de dichas exportaciones. A su vez, el resto de los excedentes tuvieron que ser almacenados o eliminados dentro de la UE.
Debido a lo impopulares que resultaban las medidas de la UE, se produjeron varios cambios de orientación de la PAC en 1999 y 2003. En el último de ellos, en 2003, se acordó una nueva reforma que eliminó el vínculo de las ayudas con la producción. Unas ayudas que los agricultores y agricultoras recibían sin necesidad de tener actividad productiva, denominado “pago único” y que favorecía a aquellos que hasta la fecha habían producido más ya que eran los que contaban con mayor número de tierras para el cultivo. No solo no se consiguió eliminar la tendencia productivista a la que estaba sometido el sector agrícola de la UE, si no que se produjo una concentración de ayudas y subvenciones que generó grandes desigualdades entre los agricultores y agricultoras.
En el otro lado de la moneda, una vez más, nos encontramos con la industria agroalimentaria y la Organización Mundial del Comercio (OMC). La industria agroalimentaria dispuso de productos agrícolas a precios más bajos en detrimento de los ingresos de los agricultores y agricultoras, que fueron sometidos a una competencia internacional más fuerte y agresiva.A su vez, la OMC, vio como se liberalizaban las producciones agrarias respondiendo a sus intereses.
Aunque la Comisión Europea venda la PAC como una opción para modernizar la política agrícola de la UE y así garantizar el suministro de alimentos, la agricultura sostenible, la protección del medio ambiente y el desarrollo rural, está claro que la PAC ahonda en un modelo agrícola dependiente de la industria agroalimentaria, industria de insumos (semillas, fertilizantes, fitosanitarios)y la mecanización. Eso conlleva a que los agricultores y agricultoras sufran problemas de viabilidad económica debido al incremento del precio del petróleo y al descenso del precio de los productos agrícolas producidos en el mercado, aumentando así la precariedad en el sector agrícola.
Frente a la incoherencia demostrada por la PAC y la insostenibilidad del modelo agroindustrial actual, muchas agricultoras y agricultores apuestan por la producción agroecológica o por los circuitos cortos de encuentro entre personas productoras y vendedoras.
Por todo esto, es el momento de apostar por políticas activas de defensa de la soberanía alimentaria que sustituyan el actual modelo agroindustrial. Políticas que apoyen los procesos de producción agroecológicos, las economías campesinas, los mercados locales y los circuitos cortos de consumo. Políticas que impidan el uso de Organismos Genéticamente Modificados y que luchen contra las trasnacionales. Políticas que defiendan el derecho de los campesinos a producir alimentos y el derecho de los consumidores a poder decidir lo que quieren consumir, cómo y quién se lo produce. En definitiva, políticas que sirvan para modificar radicalmente el modelo agrícola actual.