El 8 de marzo, Día Internacional de las mujeres, es un día de celebración, pero sobre todo de lucha. Celebración por todas las conquistas y los derechos logrados por muchas mujeres, que ya en 1911, primer año de celebración de este día, exigían que se garantizara el cumplimiento de derechos como el voto, el acceso a cargos públicos, el acceso al empleo y la no discriminación en el mismo… y una larga lista de cuestiones que han atravesado la agenda de los movimientos feministas desde mucho antes que ese año hasta la actualidad.
Pero es un día sobre todo de lucha, de lucha por todo los derechos pendientes; de lucha para mostrar que, en esta sociedad supuestamente igualitaria en la que vivimos, de derechos “legales” conquistados y oportunidades para todas y todos, siguen existiendo situaciones de desigualdad; de lucha para reivindicar una ciudadanía plena de las mujeres; de lucha para gritar que no nos sirven las soluciones parciales y medidas puntuales, que intentan parchear el problema sin tocar el corazón del mismo; de lucha para reivindicar que no es posible hablar de derechos plenos para las mujeres en un sistema patriarcal y capitalista.
Y este 8 de marzo de 2011, en un momento en el que nos bombardean con información y supuestas soluciones a una crisis que está afectando duramente a grandes sectores de la población, denunciamos que las mujeres vivimos en una situación de crisis permanente y estructural. Hoy la crisis, que ha afectado también a los hombres, ha puesto sobre la mesa la insostenibilidad del sistema en el que vivimos. Pero queremos hacer de altavoz y mostrar las muchas caras que esta ha tenido y tiene para las mujeres, diversas pero unidas en las desigualdades y sobre todo en la lucha. Y es que tenemos que decir que estamos en crisis:
* cuando nos incorporamos al mercado laboral, con altas tasas de precariedad, concentrándonos en los puestos de menor responsabilidad, más inestabilidad, menores posibilidades de promoción y con un salario medio muy por debajo que lo que perciben los hombres. Cuando nos concentramos en sectores, como el social, servicios o cuidados, que son los más vulnerables ante los cambios y crisis económicas.
* cuando trabajamos cuidando, y somos Trabajadoras del Hogar, y nuestros derechos están regidos por un real decreto que nos aboca, aún más, a situaciones de desamparo y discriminación constantes; o trabajamos en una residencia o una empresa de servicio a domicilio y vemos cómo perdemos derechos a medida que avanza la privatización de nuestro sector.
* cuando nos vemos obligadas a elegir entre la crianza y el empleo, y asumimos todo tipo de medidas que supuestamente intentan ayudarnos en esto de la conciliación, reducciones, permisos… Medidas que, finalmente, hacen evidente la imposibilidad de esta conciliación ideal en un mercado laboral pensado por y para hombres sin responsabilidades de cuidado. Medidas que ahondan en nuestra precariedad futura, en un sistema cuyas prestaciones sociales están directamente vinculadas a lo cotizado en nuestra vida laboral.
* cuando ejercemos el cuidado de personas dependientes, en un sistema basado en un modelo eminentemente familista, que brinda ayudas y apoyo puntual, pero que sigue promoviendo que el cuidado se haga en familia, ocultando que el cuidado tiene sexo y sigue, a día de hoy, responsabilidad mayoritaria de las mujeres.
* cuando migramos y viajamos desde lejos, en busca de nuevas oportunidades, y nos encontramos con una sociedad que nos obliga a aceptar los empleos más precarios y peor pagados; cuando dejamos a otras mujeres a cargo de nuestras personas dependientes y venimos a cuidar a las personas dependientes de otros y de otras, porque “salimos más baratas que las de aquí” y “aceptamos lo que nos echen”; cuando aceptamos estas condiciones porque, no ser ciudadanas de pleno derecho, impide que podamos negociar por otras más dignas.
Y a estas podemos sumar otras muchas mujeres, otras muchas caras de la misma crisis. Y porque esta crisis llevamos demasiados años pagándola…
? Rechazamos la fantasía de que es posible conciliar avances sociales con el mantenimiento de una apuesta económica neoliberal. Defendemos una revisión del concepto de economía, colocando el cuidado en el centro de la economía y no al servicio del mercado.
? Reivindicamos un nuevo contrato social, alejado del binomio hombre-trabajador, mujer-cuidadora. Apostamos por la corresponsabilidad, en el sentido amplio del término, desde la perspectiva de que el derecho al cuidado es un asunto de todas las personas, hombres y mujeres. Debemos apostarle a un nuevo acuerdo entre hombres y mujeres, que nos permita compartir el empleo, el cuidado, el poder y la toma de decisiones.
? Apostamos por la asunción de medidas, como los permisos de paternidad intransferibles, que permitan avanzar hacia una crianza y un empleo compartidos entre hombres y mujeres.
? Es necesaria la universalización de los cuidados, que todas las personas puedan acceder a ellos sin depender de factores como la renta, el lugar de procedencia. Por eso exigimos la creación de un Servicio público de cuidados de calidad frente al actual proceso de desmantelamiento del estado y privatización de los servicios de cuidado, solamente disponibles para aquellos segmentos de población con poder adquisitivo
? Solicitamos la revisión de la actual ley de extranjería, que permite la existencia de un trabajo de cuidados, ejercido mayoritariamente por mujeres y remunerado en pésimas condiciones, estableciendo jerarquías y prioridades en el reconocimiento de los derechos de unas mujeres sobre otras.
? Exigimos la reforma inmediata del discriminatorio régimen de empleo de hogar, reconociendo a las trabajadoras domésticas, incluyendo a las mujeres migrantes sin papeles el derecho a un salario digno, al descanso y a una protección de seguridad social como la del resto de los sectores.
? Proponemos una revisión crítica feminista de la Ley de dependencia y la Ley de extranjería.
? Rechazamos la reciente Reforma de las pensiones, que afecta especialmente a las mujeres, por ser quienes cuentan con períodos de cotización más cortas y variables, y por tanto, bases de cotización inferiores.
? Consideramos fundamental el impulso de modelos coeducativos en las escuelas, en los cuales se promueva la autonomía individual de niños y niñas y que estos y estas puedan ir desarrollando conocimientos para el cuidado y el autocuidado.
Porque nos negamos a seguir estando en crisis… Gora Emakumeon Borroka!