Igor Ahedo Gurrutxaga (Profesor de Ciencia Política de la UPV/EHU) > DEIA
IMAGÍNATE un barrio sin equipamientos, sin centro cívico, con una plaza que los y las vecinas diseñaron y arrancaron a base de esfuerzo, aunque no pudieron evitar que una autopista de seis carriles la sobrevolase, amenazando a los niños y niñas que juegan bajo miles de camiones, coches y vehículos. Imagínate un barrio que solo es noticia cuando ocurre un accidente, cuando un pirómano prende fuego contenedores, cuando se inunda.
Imagínate, también, un barrio que como consecuencia de sus condiciones, de su abandono, luchó para dejar de ser «la costa del barro», que luchó por las escuelas, por la salud, por el deporte. Imagínate un barrio en el que los y las vecinas ocuparon viviendas de protección oficial abandonadas para sus vecinos damnificados por las riadas. Imagínate un barrio que tuvo que secuestrar autobuses para conectarse con Bilbao, un barrio que creó una biblioteca popular de 17.000 volúmenes, una universidad popular, un módulo psicosocial…
Imagínate un barrio que se le pagó el coraje en la defensa de la democracia -como cuando se enfrentó a la alcaldesa franquista Pilar Careaga- con el olvido, castigándolo a seguir siendo periferia, sin equipamientos culturales, sin programación cultural, sin medios de comunicación como el metro o el tranvía, con zonas degradadas que nadie cuida, con gravísimos problemas urbanos.
Imagínate unos jóvenes que recogieron el testigo de sus amas y aitas. Que decidieron continuar la lucha de quienes consiguieron semáforos, escuelas, cultura. Imagínate un edificio industrial abandonado, en el que las ratas campan a sus anchas como siniestra compañía de decenas de muertos vivientes enganchados a la heroína. Imagínate que esos jóvenes ocupan esos 6.300 m2 abandonados y comienzan a sacar las txutas y toneladas de escombros. Imagínate que poco a poco, durante 13 años, llenan ese edificio abandonado de vida. Imagínate que crean la única escuela de circo de Bizkaia, el rocódromo de escalada más grande de nuestro territorio. Imagínate que hacen un comedor vegetariano, que ceden su espacio a minusválidos para que hagan deporte, a amatxus para que hagan manualidades, a niños y niñas para que aprendan a ser trapecistas. Imagínate que ese centro ocupado organiza actividades. Miles de actividades. 500 veces más actividades que las programadas en trece años por el Ayuntamiento, la Diputación y el Gobierno vasco juntos. Imagínate que esos jóvenes, conscientes de la desconfianza iniciales de los y las vecinas, organizan visitas guiadas, fiestas en verano para los y las chavalas de la zona, que deciden que todos los actos acaben a las doce de la noche para no molestar el sueño de quien quiere descansar.
Imagínate ahora que la constructora propietaria del solar lograse que ese suelo industrial se recalifique como urbanizable. Imagínate que el Ayuntamiento hace oídos sordos a una petición de la asociación de vecinos de 1995 para que el suelo fuera para equipamientos. Imagínate a esa constructora frotándose las manos, viendo cómo se revaloriza el suelo. Imagínate que 20 años después, cuando el Ayuntamiento pide a la empresa que arregle la fachada, esa decide que «para qué gastar un duro». Imagínate que decide demoler el edificio. Imagínate cómo se sentirán esos cientos de jóvenes que se han dejado la piel para hacer realidad sus sueños.
Ese barrio se llama Rekalde. Y ese sueño es Kukutza.
Estos días, Kukutza ha sido visitado por centenares de personas, políticos, urbanistas, profesores de universidad, responsables culturales de diversas instituciones vascas. Centenares de personas han visto que los sueños de esos jóvenes se hicieron realidad. Pronto serán varias decenas de miles las personas que se han emocionado viendo el vídeo que hicimos 500 vecinos y vecinas para enseñar al mundo nuestro sueño (lo puedes ver en YouTube buscando Kukutza III lipdub). Centenares de personas han recorrido estos días sus instalaciones y se han sorprendido del dinamismo, del apoyo a Kukutza. Se han convertido en embajadores de nuestros sueños. Kukutza ha pasado a ocupar un lugar en su corazón.
Dice el ayuntamiento que ellos no pueden entorpecer la petición de licencia de demolición. Dicen que es propiedad privada y que el dueño puede hacer lo que quiera con el edificio. No dicen, sin embargo, que el edificio está catalogado como patrimonio industrial. No dicen, tampoco, que hay soluciones políticas. Pueden comprar el terreno. Se lo pueden permutar al propietario por otro. En sus manos está salvar una iniciativa que ha llenado de vida a Rekalde, que se entronca con su historia, que es un referente cultural internacional.
Todo lo que te he contado no es imaginación. Es realidad. Es un sueño hecho realidad que se puede convertir en una pesadilla ante la falta de coraje de una clase política que no hace nada por defender el patrimonio público frente a la rapiña de una minoría.
Kukutza es real. Está vivo. Lo puedes comprobar. Lo puedes ver con tus ojos. Lo puedes sentir en tu corazón. Ven, acércate, mira la escuela de circo, mira el camerino del teatro, el tatami para artes marciales. Ven y acércate a ver su biblioteca, su comedor popular. Ven y cuéntalo. Los sueños se hacen realidad. Y las pesadillas se pueden evitar.
No tenemos tiempo. Las excavadoras rugen y los despachos municipales miran a otro lado. No podemos permitir que se laven las manos. No podemos permitir que una vez más, el lucro privado acabe con nuestro derecho a una vida mejor. Ven y cuéntalo. Acércate a Kukutza antes de que sea tarde. Atraviesa la puerta y prepárate a soñar. Ven y cuéntalo. Indígnate. Que no se laven las manos. Indígnate. La política no es la gestión de los intereses privados sino la defensa de los intereses públicos. Indígnate. Que hagan política. Que defiendan nuestros sueños. Que nos defiendan. Indígnate. Ven y cuéntalo. Kukutza no tiene nada que ocultar.
Que no conviertan nuestros sueños en escombros. El 16 de julio hay una cita con la esperanza. Miles de personas exigiremos respeto, reconocimiento, y sobre todo, que nos dejen seguir soñando.