Iagoba Itxaso > Militante de Alternatiba
La asociación Onda Euskadi, que se dedica a promover la integración, y la comunidad islámica El Yakin, han alquilado hace varios meses un local a unas manzanas de donde vivo, en la calle Pablo Alzola. Su intención es, si el Ayuntamiento no pone nuevas trabas, abrir pronto una mezquita con un aforo de 180 personas y un pequeño centro sociocultural.
La oposición de una importante cantidad de vecinos, abanderados por dos comunidades de la calle Pablo Alzola, ha sido absoluta, visceral; enfrentándose a los promotores de la iniciativa, al Ayuntamiento de Bilbao, e incluso a la Asociación de Vecinos de Basurto. Su interés por dialogar ha sido completamente nulo. Sólo han hablado con el Ayuntamiento, y para dejar claro que no quieren ningún tipo de diálogo, sólo desean la seguridad de que no se va a poner la mezquita, incluso ahora que sólo falta la confirmación del aforo para poder abrir sus puertas.
Los vecinos han encartelado, se han manifestado, han realizado varias declaraciones a los medios, e incluso han llegado a cortar el tráfico en una arteria de Bilbao durante media hora.
«¡Que nadie nos cambie!», rezaba uno de sus carteles. Hace unos días el periodista Iker Alava destacaba en El Correo dos frases dichas por vecinos: «aquí no va a venir lo más granado» y «luego se empiezan a meter en los pisos y se devalúa la zona». Sorprende tanta sinceridad. En mi inocencia, creía que en dicho periódico sólo se iban a poder leer comentarios sobre el depósito de las calderas de calefacción que hay en la comunidad y los posibles problemas de cara a una evacuación, argumentos que han enarbolado como banderas para oponerse al templo.
No tengo que hacer uso de la imaginación para plantearme la imagen de algún vecino explicando opiniones de este tipo, que suelen comenzar con un anuncio de lo que vendrá después: -yo no soy racista pero…-. Pero prefiero que se vayan a otro sitio; porque yo no soy racista pero no quiero junto a mi casa un centro donde se promueve la violencia y la vejación de las mujeres; esto se va a llenar de moros, y eso no es del gusto de nadie; es que si con esto de la mezquita se nos llena la calle de carteristas y violadores mal vamos; porque si esos se ponen a comprar pisos por aquí esto se convierte en un gueto; ¡yo no soy racista, pero ojalá se les diera la vuelta la patera al venir! Racismo y xenofobia puros, en su salsa, listos para servir.
Vaya imagen que se ha dado de mi barrio. Y es que en Basurto no somos racistas ni xenófobos. Cómo vamos a serlo, si es un barrio de inmigrantes. Si hace unas décadas por aquí todos éramos maketos. Sólo es que a algunos puede que les cueste hacer memoria, o peor, que haciendo memoria se quedan con lo más autoritario e intransigente de épocas pasadas, traicionándose a sí mismos.
Laicismo en las instituciones y libertad de culto para los ciudadanos, premisas del marco legal actual que contrastan con un PP que se posiciona claramente a favor de estos vecinos, y un PNV representado por Iñaki Azkuna y Ricardo Barkala que afirman claramente que no quieren más mezquitas en Bilbao, y que harán todo lo posible para que no las haya. El bloque de derechas del Ayuntamiento al completo en contra de las mezquitas, aunque sin especial cohesión de cara a los métodos, más que nada porque el PNV no la necesita con su mayoría absoluta. No en vano ya han decidido paralizar cualquier nueva petición de permisos y realizar una regulación que, según ellos, no busca coartar la libertad de culto, aunque ya dejan claro que servirá para no permitir los locales donde se profesa. Vamos, resumiendo, que el PNV quiere que, si deseas rezar a Alá, te vayas a tu casa. Nada nuevo en el firmamento.
En el Ayuntamiento sólo se deja oír la voz de Bildu, en boca de Ana Etxarte (compañera de Alternatiba por cierto), para recordarnos lo que es la libertad de culto. Ya dirán algunos, tiene narices que venga “esa roja” a enseñarnos a respetar las religiones. Y sí, narices tiene.