Igor Nabarro – Militante de Alternatiba
Mañana, 29 marzo, vamos a asistir a una de las jornadas de huelga general más justificadas de los últimos años. No tenemos ninguna duda de que la movilización entre las clase obrera va a ser masiva. La presencia en la calle de trabajadores y trabajadoras en defensa sus derechos se va a dejar notar en las calles de las ciudades y pueblos de Euskal Herria.
Tenemos el convencimiento de que esta jornada de lucha será recordada por largo tiempo, y que servirá de paradigma para futuras ideas revolucionarias… Pero a esta cita no solamente están llamadas aquellas personas que a día de hoy se encuentran dentro del mercado laboral.
El modelo de producción capitalista que, durante demasiados años ya, asfixia nuestra sociedad, no ha permitido la formación de un ámbito laboralinclusivo, que integre factores como el género, la edad o la discapacidad, sino que sustenta un modelo de mercado laboral patriarcal ligado al papel del hombre adulto y en plena condición física, psicológica e intelectual. Este sistema, basado en la minimización de los costes y en maximizar la productividad y el rendimiento de las personas trabajadoras, no deja lugar para la diversidad.
El capitalismo ha provocado que el trabajo asalariado se convierta en el elemento fundamental, y casi único, de construcción de la ciudadanía y de integración en la sociedad, consagrando, como única posibilidad de emancipación e independencia, así como de realización personal, la acumulación de capital y el consumo.
La incorporación al mundo laboral es, dentro del nuestro contexto geográfico, cultural y social, un proceso imprescindible para el desarrollo personal y comunitario. Necesidades como la autoestima o reconocimiento social no encuentran otra vía de satisfacción que no sea el empleo.
Debido a esto, las personas o colectivos a los que, el modo de producción capitalista les impide la entrada, o les expulsa del mercado laboral, o están de un modo no normalizado, el sistema les niega la ciudadanía plena convirtiéndolos en subproductos dependientes.
Las personas diversas funcionalmente, no son consideradas válidas para el sistema capitalista, debido a que no son «capaces» de producir y de participar en la creación de plusvalía, bajo los mismos índices de presión empresarial. Esto produce su desvinculación de la ciudadanía y de la sociedad. Esta es la razón de que las personas con diversidad funcional sean uno de los colectivos sociales, que habitualmente se encuentra más cercano del riesgo de exclusión social.
En la exclusión social, está caracterizada como un concepto multidimensional pero que tiene su eje central en las relaciones de producción y en las de distribución y consumo.
Las tasas de desempleo, de la población con diversidad funcional, son exageradamente más elevadas que la de la población en general. En 2008, la tasa de empleo de las personas con diversidad funcional era de un 28.3%, frente a un 67.2% de las personas sin discapacidad. De las, casi millón y medio de personas con discapacidad en edad de trabajar, solamente habían accedido al empleo una tercera parte. La tasa de paro de las personas con diversidad funcional doblaba la del resto de la población; siendo en el caso de las mujeres todavía más acuciante: únicamente un 23.7% de las mujeres con diversidad funcional en edad de trabajar lo hacía.
Las administraciones están impulsando un modelo de empleo basado en la exclusión y el paternalismo. Un modelo que margina a las personas con diversidad a ámbitos no normalizados, excluyentes y discriminatorios, en vez de trabajar por la contratación normalizada en igualdad de condiciones.
Han renunciado a garantizar que las empresas cumplan con la normativa de integración para el empleo, consagrando las empresas de trabajo protegido o centros especiales de empleo como la única fórmula factible de inclusión en el mercado laboral. Estos sistemas de empleo, impiden la normalización del empleo de las personas con discapacidad, a la vez que limita las posibilidades de promoción laboral y produce que los trabajadores y trabajadoras con diversidad funcional no sean considerados en igualdad de condiciones con el resto de trabajadores y trabajadoras.
Es urgente e imprescindible, que sustituyamos el actual sistema de producción capitalista, por otro que tenga como fuente de legitimidad la justicia social y la igualdad de oportunidades para todas las personas. Un modelo inclusivo que tenga en cuenta todas las variables por cuestión de género, edad, diversidad funcional o cualquier otra que pudiera producirse.
Por estas razones y por otras muchas más, las personas con diversidad funcional, también debemos acudir mañana a la llamada de la clase trabajadora, porque esta es la lucha de todos y todas.