Oskar Rueda – Militante de Alternatiba
Así es como el gobierno municipal ha atacado el funcionamiento de las guarderías municipales de Vitoria-Gasteiz. Lo cierto es que desconozco si se llevó a cabo de noche, pero con alevosía seguro. ¿Y por qué?
Según el funcionamiento habitual de las guarderías, tal y como como me han explicado algunas funcionarias municipales de este ámbito, el equipo dirigido por el Sr. Iturricha, responsable municipal de educación, debería haber enviado todas las propuestas para el próximo curso 2012-2013 a finales de enero y no a principios de abril como ha hecho. Podría pensarse que se trata de un retraso inocente y no malintencionado, pero se antoja imposible si advertimos que ha apurado todo lo posible para realizar algunos cambios importantes y sobre todo perjudiciales y discriminatorios para las personas usuarias de estas escuelas.
Han decidido modificar los horarios, retrasando la entrada y adelantando la salida, con todo el perjuicio que supone para muchas familias, aunque según los cálculos del Sr. Iturricha son pocas y no le merecen la pena; o dicho con sus propias palabras: «no tiene rentabilidad social». Cualquiera que lea de pasada el absolutamente desafortunado comentario tal vez no se percate de lo que realmente expresa, que esas familias que necesitan imperiosamente el horario actual en el que matriculan a sus hijos e hijas por necesidad y no por gusto como se sugiere, no cuentan para el Sr. Iturricha, porque son pocas en relación con el número total de familias. Para este señor no son socialmente rentables pero a mí me suena a políticamente prescindibles.
Se da la circunstancia de que el resto de guarderías, las que pertenecen al consorcio, seguirán ofreciendo este horario y eso va a obligar a varias de esas familias a renunciar a sus plazas en una escuela municipal para intentar conseguir plaza en otro centro si es que les fuera posible, ya que está cerrado el periodo de matriculación. Quizás de ese modo se pueda llevar cabo eso con lo que se les llena la boca a algunos políticos pero que después no facilitan: La conciliación familia-trabajo.
Hay que dejar bien claro que el equipo de gobierno se ha saltado el procedimiento, ya que la modificación de horarios le corresponde al pleno y no a la junta de gobierno, que estará autorizada a hacer cambios por necesidades puntuales y temporales, no permanentes. Si a esto añadimos que gracias a esta medida el Sr. Iturricha se va a ahorrar los salarios de eventuales que trabajan para ofrecer ese servicio, podemos deducir, sin lugar a dudas, que la rentabilidad social de la que hablaba no era otra cosa que el vil metal. “Esas decenas de eventuales no pierden sus empleos” nos aseguran desde el ayuntamiento; cierto, simplemente no son renovados en sus quehaceres. Curiosa forma de negar que acrecienten el desempleo en la ciudad cuando es precisamente lo que hacen, ya que los eventuales son personas trabajadoras con los mismos derechos y obligaciones que las fijas.
El Sr. Maroto dijo al jurar su cargo que el empleo era lo más importante pero: ¿A qué se refería, a crearlo o a destruirlo?
Un último apunte. Los padres y madres del alumnado que se apunte a las aulas de 2 años deberán pagar 51 euros, cuando en el resto de centros educativos seguirá siendo gratis. Si hasta ahora estaban becados al 100% ahora sólo lo estarán al 60%. Sí, son tiempos difíciles y alguien pensará que son medidas necesarias pero… ¿Qué saca con esto el ayuntamiento? 165.000 euros. Van a hacer pagar a muchas familias para sacar una cantidad que se conseguiría recortando los salarios estratosféricos de algunos asesores municipales, directores de agencias públicas puestos a dedo, actos pomposos y desfasados o incluso cambiando algún material del edificio en construcción de las nuevas oficinas municipales.
Da la sensación que los que gobiernan en el Ayuntamiento pretenden deshacerse de las cinco escuelas municipales que gestiona, un bien muy preciado en esta ciudad por el gran servicio que dan y porque nos pone a la cabeza en servicios sociales y educativos. Aquello de lo que antes presumíamos, pronto dejará de existir si no les convencemos de que en políticas de bienestar no podemos retroceder, ni ahora ni nunca, por el empleo, por las familias y por la ciudad.