Asier Vega – Juntero de EHBildu por Bizkaia
«En Bizkaia hay pocos magnates». De esta manera, el Partido Nacionalista Vasco justificó eliminar el Impuesto sobre el Patrimonio en 2008. Ni era cierto entonces y ni lo es ahora, pero tanto entonces como ahora a los magnates de Bizkaia, que los hay y ni por asomo son tan pocos, se les sigue permitiendo pagar menos de lo que deberían.
Cuando en el PNV hablan de fiscalidad tienen la increíble habilidad de saber decir una cosa y, a la vez, su contraria, con el fin de contentar a todo el mundo. Por eso mismo un día se pavonean y fantasean asegurando adelantar a Bildu por la izquierda con su Impuesto sobre Patrimonio, mientras que poco después rechazan subir del 45% al 46% el IRPF a las rentas más altas porque tendría un resultado insuficiente al recaudar, “tan solo”, unos 3 millones euros, calderilla por lo visto para el señor Bilbao.
Ante este doble discurso, es más clarificador atender a los planteamientos del jefe de filas del Diputado General. Y es que Iñigo Urkullu lo dejó bien claro al pregonar que es «una demagogia que paguen más impuestos los que más ganan». Por reiterativo, y por delator de intenciones, nos consta que no fue un lapsus.
Al analizar el presupuesto para el 2013 que ha presentado la Diputación de Bizkaia, lo primero que salta a la vista es la falta de los ingresos necesarios como consecuencia de este pensamiento neoliberal, que favorece al gran empresariado y a las personas más adineradas. Buen ejemplo son los 207 millones de euros que la Diputación va a perdonarles a los empresarios este año, siendo la mayor parte dedicados a subvencionar deducciones injustas e ineficaces.
Otro ejemplo que también refleja el presupuesto es el efecto que tiene el escudo fiscal en el Impuesto sobre Patrimonio. La Hacienda de Bizkaia ha calculado cuál era este efecto en el impuesto ya derogado y que solo estuvo vigente en 2011 y 2012. Perdona a los más ricos entre los ricos 43 millones de euros, evidenciando que se trata de un impuesto inequitativo y regresivo.
Es necesario revertir las reformas fiscales del PNV de años anteriores, pues en cada una de ellas la hacienda vizcaína ha perdido capacidad recaudatoria. Hace falta cambiar las Normas Forales para lograr una recaudación que garantice los servicios sociales y que sirva para transformar la sociedad. Porque no olvidemos que la fiscalidad puede derivar una misma problemática por caminos muy diferentes, la vivienda por ejemplo, donde la política fiscal puede optar por premiar a quienes quieren adquirir una segunda vivienda, tal y como se hacía hace tiempo, o bien puede servir para encauzar las viviendas vacías al mercado de alquiler estableciendo un recargo en el IBI a las viviendas sin uso.
Imponer una mayor presión fiscal a quienes más ganan y más riquezas tienen no está entre las prioridades del PNV. En su lugar, el tándem Iruarrizaga-Bilbao nos ofrece unos impuestos de dos carriles. Con un carril para el asalariado normal que paga sus impuestos de forma automática y otro carril en el que los contribuyentes especiales pueden elegir a la carta como pagar menos a Hacienda: rentas del ahorro al 20%, o rentas irregulares para deportistas de élite en el IRPF, la forma de calcular los beneficios de las empresas, la inmensa cantidad de deducciones, o los regímenes especiales en el Impuesto sobre Sociedades, así como el escudo fiscal y el ocultamiento de riquezas en las empresas en el Impuesto sobre Patrimonio. Tan importante como atacar el fraude fiscal es acabar con este fraude legalizado. Claro que de hacerlo, quizás enfaden a algún magnate…