Comunicado conjunto (Alternatiba Bilbo, Antikapitalistak, Aralar, Equo, Gorripieda, Ezker Anitza y PCE) en apoyo a la causa republicana y a los distintos actos republicanos que se celebran estos días, partidos con ámbitos ideológicos diversos, pero con ideas de participación democrática y objetivos de justicia social convergentes, queremos defender conjuntamente:
1- Que el republicanismo es más que ir contra la monarquía y más que defender una forma de gobierno determinada.
2- Que ser ciudadano y ciudadana supone poder participar y deliberar sobre todos los asuntos que nos atañen, no en vano república viene del latín “res publica”: la cosa pública, los asuntos de la comunidad. Y para ello necesitamos poder ser algo más que meros elementos de consulta electoral, necesitamos formas de democracia directa y de participación. Sólo un empoderamiento de la ciudadanía garantizará nuestra verdadera participación. Esto debe interpelar también a los partidos y agentes socio-políticos para que reflexionen y actúen en relación a los daños que está causando el alejamiento de la ciudadanía de las tomas de decisión; aboguemos por una relocalización de la política en la base y en lo cercano, aboguemos por las formas de democracia directa y participativa.
3- Que la libertad no es ningún tipo de concesión y la ley está para garantizarla, no para ningunearla o adecuarla a los privilegios económicos o de clase. Cómo se dijo en la Revolución francesa: “¡Qué importa que la Ley rinda un homenaje hipócrita a la igualdad de derechos si la más imperiosa de todas las leyes, la necesidad, fuerza a la parte más sana y numerosa del pueblo a renunciar a ella!”. ¿Y no es acaso una libertad constreñida la que obliga hoy a que multitud de personas no tengan techo digno o trabajo adecuado mientras otros acumulan y especulan? ¿No es acaso un fraude otorgar privilegios de forma legal por motivos que nada tienen que ver con la libertad con la excusa de la legalidad o de una paz social que más se asemeja a un muro de silencios?
4- Que la república no debe estar regida por ningún tipo de rey, como el productivismo hegemónico y patriarcal que conduce nuestras vidas, sino por el pueblo. Sin subordinación de las mujeres y sin un capitalismo que nos ordene cómo y con qué debemos alimentarnos, tanto física como psicológicamente. Porque república también debe significar que no se puede recortar en humanidad, en pueblo, ni en vida.
5- Que, relacionado con lo anterior, la igualdad supone, por lo tanto, la exigencia de justicia social, redistribución y el fin de los privilegios. En este sentido, la laicidad no es sino una expresión de la igualdad.
6- Que no podemos defender en el siglo XXI valores y acciones que den la espalda o desconozcan los límites del planeta. El cambio climático, los residuos y el agotamiento del modelo energético fosilista, con una economía y unos modelos sociales volcados en el consumo, la producción desaforada, la contaminación y la explotación desabrida de los recursos del Sur, nos llevan a un camino sin salida en lo medioambiental, pero también en lo social. Hay que virar el rumbo sin demora.
7- Que la fraternidad es un elemento de coherencia y exigencia ética centrada en la solidaridad entre las personas, los colectivos y los pueblos.
También entendemos que es legítimo y necesario preguntarse por el republicanismo y el capitalismo. Un sistema que propugna los privilegios, propicia el alejamiento del individuo y los colectivos hacia la toma de decisiones, utiliza la ley a su antojo, pone al beneficio económico y el crecimiento por encima del ser humano y es ecológica y socialmente dañino es precisamente todo lo contrario a los valores republicanos que hemos recordado. Pone en solfa la libertad, la igualdad y la fraternidad y es caldo de cultivo para cercenar los derechos humanos. Podemos decir, así, que el capitalismo y el neoliberalismo son un obstáculo para la república. Diríamos más, son antirrepublicanos.
Y es a entidades políticas de transformación social y de democratización como las que representamos, entre otras, a quienes toca asumir la responsabilidad de poner de nuevo en el centro esta cuestión, impulsarla y ser coherentes. Hacer que la ciudadanía y los valores republicanos imbriquen nuestras propuestas y nuestras acciones y otorgar cauces de participación reales.
¡Salud y república!
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