Héctor Prieto – Militante de Alternatiba
Recientemente ha sido uno de mayo, en una época convulsa, quizá la antesala de un cambio de conciencia, en una estafa que llaman crisis, duro rival para los trabajadores, para la clase popular en general. Los recortes y reformas de los gobiernos títeres de turno, con políticas que benefician a unos pocos, están vulnerando derechos laborales conseguidos con años y años de luchas. Los mil veces nombrados mercados son los que manejan los hilos de este sistema cada vez más corrupto, los gobiernos de los países europeos del sur pierden su soberanía y las políticas económicas, como hemos dicho, están hechas a medida de los ricos mientras el pueblo se hunde en el lodazal producido por poderes que no han elegido democráticamente.
El panorama en el reino de España es desolador, se ha superado los 6 millones de parados y según señala el gobierno el número de personas desempleadas seguirá subiendo durante el 2014, nos quieren hacer pensar que la única solución es aplicar una reforma laboral a medida de la patronal. Mientras siguen apareciendo tramas y corruptelas en las que los partidos tradicionales de turno, el PP y el PSOE, están implicados y quieren mantener este sistema injusto como sea.
En Euskal Herria se cuentan 164,700 desempleados, el 16% de la población activa y que lleva una tendencia ascendente, incluso en Navarra se llega al 20% de trabajadores sin empleo. Y encima el PNV pretende imponer las condiciones que se marcan desde Europa, contra la crisis, más recortes, por ejemplo al euskera y a las universidades, y lo más grave, a la política social, tan importante en una sociedad avanzada, vulnerando los derechos de la ciudadanía.
Por lo tanto no hay nada que celebrar, sino que hay que ponerse a trabajar, a proponer otra alternativa más justa en la que el reparto de la riqueza sea más equitativo, en la que el ser humano respete el medio ambiente, en la que la mujer se vea liberada de este patriarcado que la excluye, en el que los pueblos sean libres de decidir su futuro y que se relacionen entre ellos de forma solidaria y respetuosa. De aquí surgen algunos brotes de la izquierda, hay movimientos sociales que se organizan día a día, tenemos los sindicatos que quizás deberían unirse más entre ellos, dejar atrás sus rencillas y trabajar por el bien común.
En esta reconstrucción del paradigma de izquierda, del socialismo del siglo XXI, debe producirse la cohesión de la sociedad para acabar con este capitalismo que sólo conviene a unos pocos. Tenemos que hacerlo, porque nos están menguando unos derechos que han tardado más de un siglo en conseguirse, muchos hombres y mujeres han dado incluso su vida por mejorar las condiciones laborales, sociales y políticas de toda la humanidad, no tenemos que olvidarlo y quisiera reconocer la labor de unos de ellos, este era el objetivo del 1 mayo hace mucho tiempo, como conmemoración a los Mártires de Chicago. No pretendo con ello quedarme en el pasado pero quisiera pensar que la vida de aquellas personas que comenzaron la lucha obrera en el siglo XIX no sirvió para nada.
Los hechos ocurrieron en la segunda mitad del siglo XIX , en los comienzos de la industrialización en Estados Unidos. Todo ello coincidió con el final de la Guerra de Secesión en plena reconstrucción tras la contienda. Asesinado Abraham Lincoln la difícil tarea cayó en manos de Andrew Johnson, uno de los pocos dirigentes sureños que no había abandonado su puesto y que se había convertido en el vicepresidente de Lincoln. En aquella época de reconstrucción Estados Unidos pasaba por dificultades económicas, los trabajadores tenían que soportar interminables jornadas laborales que incluso superaban las 16 horas diarias en condiciones realmente miserables. El campo también atravesaba dificultades por lo que los ganaderos comenzaron a desplazarse a las ciudades que junto a miles de inmigrantes europeos de Alemania, Italia, Inglaterra, Irlanda comenzaron a formar suburbios en los alrededores de las grandes urbes.
Así, Chicago se convirtió a finales del siglo XIX en la segunda ciudad más grande de Estados Unidos, por detrás de Nueva York. Comenzaron a aparecer las primeras fábricas y el ferrocarril, con ello la cantidad de obreros creció sustancialmente y con ello la importancia y la filiación de los sindicatos, algunos de ellos de tendencia socialista. Desde hacía tiempo, las reivindicaciones obreras se centraban en luchar por la jornada de ocho horas, es decir, «ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir, ocho horas para la casa». El presidente Andrews Johnson debido a la presión de los trabajadores y los sindicatos, decidió a principios de 1886 la creación de la llamada «ley Ingersoll» por la que se establecía la jornada de ocho horas, aún así en el sector privado no se aplicó y tanto hombres, mujeres y niños seguían trabajando 10, 12 y 14 horas, estos últimos cobrando salarios más bajos.
Debido a estos incumplimientos los movimientos sociales y sindicales de Estados Unidos empezaron una campaña en busca de las ocho horas laborales. Chicago se convirtió en uno de los focos de aquellas protestas, especialmente entre el 1 y el 4 de mayo de 1886. El primero de los días se convocó una protesta a las puertas de una fábrica de maquinaria agrícola, la empresa se llamaba McCormick y la mayoría de sus obreros estaban en huelga, porque les querían descontar el sueldo para la construcción de una iglesia. Uno de los portavoces sindicales estaba dando un discurso, la bocina de la fábrica se escuchó y de las puertas salieron los esquiroles, se montó una gran pelea campal en la que la policía cargó, ocasionando un gran número de heridos y seis muertos.
La tensión creció y las protestas continuaron los días 2 y 3 mayo, se decidió preparar una gran manifestación para el día cuatro a las 19: 30 para la que el alcalde dio permiso. La concentración se realizó en la calle Haymarket, en un momento dado una bomba explotó entre los policías que comenzaron a disparar y a cargar, así detuvieron a los cabecillas y líderes de la protesta, muchos de ellos de ideología socialista y anarquista. Durante días se realizaron los juicios en las que fueron sentenciadas ocho personas, cinco de ellas a la horca. Más tarde se supo que las irregularidades que se cometieron en el proceso, se utilizaron testigos falsos, la prensa utilizó todos los argumentos posibles para desprestigiar a los acusados y no se pudo demostrar nada contra ellos, solamente su presencia en el lugar de los hechos, su filiación política o artículos y octavillas que escribían algunos de ellos cuyo oficio era el de periodista.
Y sí, finalmente el 11 noviembre 1887 fueron llevados al cadalso acusados de enemigos de la sociedad. Los alemanes Samuel Fielden y Michael Schwab fueron condenados a cadena perpetua y el estadounidense Oscar Neebe a 15 años de trabajos forzados. Los que no pudieron librarse de la horca fueron los alemanes George Engel (tipógrafo, 50 años), Adolfo Fischer (periodista, 30 años), August Spies (periodista, 31 años), Louis Lingg (carpintero, 22 años) que se suicidó en su propia celda y el estadounidense Albert Parsons (periodista, 39 años).
Aquel juicio marcó un antes y un después en la historia de la izquierda mundial, demostraba hasta qué punto podría llegar el capitalismo para derribar cualquier atisbo de libertad, de resistencia o de contestación a unas condiciones laborales y políticas muy precarias, muchos inmigrantes se dieron cuenta de que la tierra de las oportunidades no era tal, como demuestra que seis de los acusados fueran alemanes.
De esta manera llegamos al año 1889, en París se había reunido la Segunda Internacional Socialista que acordaron celebrar una masiva concentración en honor de los Mártires de Chicago, que habían dado su vida por la causa del socialismo libertario y de la izquierda mundial, aquel día era día 1 de mayo. En un principio no pensaron en realizar dicha concentración cada año, pero finalmente así ocurrió y anualmente se realizó en homenaje a dichos hombres injustamente asesinados por sus ideas políticas.
Ahora nos toca a nosotros continuar la senda de tantos y tantos que han dado su vida por la libertad, por la igualdad y la justicia. Tenemos que tener presente en cada lucha, por difícil que sea, que muchas personas se sacrificaron en la búsqueda de un mundo mejor, y que ahora nos toca luchar por nuestros jóvenes, porque nuestros hijos e hijas tengan una alternativa al neoliberalismo que asola el planeta. Salgamos a la calle con la cabeza bien alta, siendo conscientes de que el camino está lleno de dificultades pero que estamos dispuestos a seguir la lucha, a defender nuestros derechos que ha costado la vida a miles de personas. Lo siento, pero la lucha de clases sigue ahí, tenemos motivos suficientes para enfrentar y construir el camino de la victoria. ¡LA VICTORIA ESTA EN FORTIFICAR Y RESISTIR!
Michael Schawn: «El socialismo, tal como nosotros lo entendemos, significa que la tierra y las máquinas deben ser propiedad común del pueblo. La producción debe ser regulada y organizada por asociaciones de productores que suplan a las demandas del consumo. Bajo tal sistema todos los seres humanos habrán de disponer de medios suficientes para realizar un trabajo útil, y es indudable que nadie dejará de trabajar. Cuatro horas de trabajo cada día serían suficientes para producir todo lo necesario para una vida confortable, con arreglo a las estadísticas. Sobraría, pues, tiempo para dedicarse a las ciencias y al arte».