Tras una maravillosa semana disfrutando en Calella del sabor del genuino Rock´n´roll en el Screamin rock’n’roll festival, ayer me tocó enzarzarme en una de esas discusiones interminables sobre gustos musicales.
Cerveza en mano, sentados en una terraza, Ismael y yo desgranamos nuestros mejores argumentos, él para defender el Heavy Metal, yo para ensalzar las virtudes de las guitarras electro-acústicas, de los contrabajos, de los agudos pianos, la alegría que transmite el rock’n’roll, las ganas de bailar, frente a los cuernos brazo en alto del heavy, las voces chillonas y el pelo largo.
Por supuesto, la sangre no llegó al río. Tal y como siempre nos ocurre cuando comenzamos este tipo de discusiones, poco a poco, los argumentos fueron desviándose y cubriéndose de un halo de melancolía. Nuestra juventud estuvo marcada por nuestros gustos musicales y nuestra estética marcada por aquello que llamaban “tribus urbanas”, y hablar sobre música siempre nos hacía recordar aquellos tiempos para compararlos con la actualidad. Y ahí siempre nos ponemos de acuerdo, “cualquier tiempo pasado fue mejor”.
Compartimos ambos que tanto el rock’n’roll como el heavy metal están en horas bajas. Nunca morirán, eso está claro, pero el nivel de seguimiento, el número de bandas, se reduce drásticamente. Pero finalmente, con un par de cervezas más, la conversación degeneró definitivamente. “¿Has visto la foto que rula por las redes de una pancarta llamando a la huelga?” “¿Cuál? ¿Ese que pone; defiende tu convenio del METAL con AC-DC?” Rompimos a reír con ganas.
Sin embargo esa pancarta es un buen paralelismo. Al igual que nuestra querida música, el sector industrial metalúrgico vasco vivió sus mejores años hace unas décadas. Santo y seña del sector industrial, referente en las luchas obreras de las décadas de los 70, 80 y 90 hoy ve como pierde peso día a día. Empero, al igual que los viejos rockeros, quién tuvo, retuvo. Y a día de hoy, cuando el empresariado, amparado por los diferentes gobiernos neo-liberales del PSOE, PP, y PNV, van ganando claramente la batalla por la eliminación de todos los derechos laborales conquistados en luchas pretéritas, resurgen las pancartas, las huelgas y las luchas.
Esta semana se han anunciado movilizaciones en el sector, para defender los derechos de los trabajadores, y sobre todo, para intentar evitar la pérdida de la ultraactividad el próximo 7 de julio del convenio sectorial y que podría dejar sin ese paraguas legal a la friolera de 145000 trabajadores y trabajadoras en Euskadi.
También, como los viejos grupos del Rock, el concierto suena bien, pero se notan los años de carretera. La desunión sindical va por su enésimo capítulo, y si hasta ahora podíamos dibujar esa desunión como dos frentes, por un lado los nacionalistas españoles, y por otro, la llamada mayoría sindical vasca, en este nuevo capítulo esta última parece haberse resquebrajado. De esta forma, la convocatoria de una semana de huelga por parte de ELA se enfrenta a la llamada a la movilización para los días 16 y 17 del resto de sindicatos.
Parecería que ELA fuera como esa estrella del Rock que ahora cabalga sola, que sabe que llena estadios, pero que flaco favor hace al mundo musical vendido al mercado y a su nombre. Carga contra seguidores y detractores por igual, porque su ego le impide recordar sus orígenes, o porque tal vez quiera olvidarlos. Ataca a todo aquello que no controla, como la iniciativa Araba Borrokan que concita la unidad entre diferentes, entre muy diferentes en pos de un objetivo común. Y analiza la lucha en clave de los beneficios a obtener a nivel particular. Afiliación, afiliación y más afiliación. Vender entradas a sus conciertos de solista.
Sea como fuere, lo único que tengo claro es, que la lucha es imprescindible si queremos hacer frente a la oligarquía que nos oprime, y que para ello hay que estar en la primera fila de la lucha, aunque la distorsión de las guitarras amenacen nuestros tímpanos. En este Convenio del Metal nos jugamos mucho tod@s, no solo l@s 150.000 trabajador@s del sector. Por eso, y porque solo quien lucha es dueño de sus errores quiero terminar como solo lo saben hacer los grandes de la música ¡Larga vida al Rock´n´roll! ¡Larga vida al Metal!