Oliver Gómez – Mesa Internacionalista de Alternatiba
Desde hace meses Colombia es escenario de grandes y masivas manifestaciones populares que reclaman soluciones a la grave situación económica, social y política que vive el país. A la hora de la elaboración de esta nota Bogotá vive una de las movilizaciones más grandes que se recuerden en defensa de su alcalde legítimamente elegido, Gustavo Petro.
El alcalde de Bogotá es el primer mandatario capitalino de izquierda y que ha puesto en marcha medidas que se oponen frontalmente a las políticas neoliberales que se vienen aplicando en el país desde los años 80. La desprivatización de los servicios públicos; la ampliación y mejoramiento de la sanidad pública y de la educación; la reducción de la inseguridad ciudadana; la incorporación al mercado de trabajo formal de miles de familias dedicadas al reciclaje; la atención por parte del gobierno de las personas con drogodependencia; la defensa del medio ambiente, y en general la atención a las personas más necesitadas, son algunas de la políticas que el alcalde ha adelantado y que le han supuesto la oposición de las élites económicas y políticas del país que lo ven como una seria amenaza.
Producto de esta oposición el procurador general de la nación acaba de emitir un fallo destituyendo a Petro e inhabilitándolo por quince años para cualquier cargo de elección popular. El pretexto de la derecha esta vez ha sido el supuesto mal manejo del tema de las basuras por parte del alcalde. Las bases de tal fallo, cuyos alcances legales aún se desconocen ya que el presidente aún debe ratificarlo, y se desconocen también los efectos constitucionales, sí que evidencian que cualquier proyecto político alternativo en Colombia está amenazado, como lo ha estado siempre. Si ayer eran eliminados quienes se opusieran al régimen -fueron asesinados más de tres mil militantes del partido Unión Patriótica- hoy son destituidos con maniobras legales muy sospechosas.
El mensaje que este atentado a la democracia y a la voluntad popular (el alcalde fue elegido por voto democrático y fue destituido sin haber cometido delito alguno, y el pueblo no va a poder votarle en quince años) no sólo transmite el mensaje de que para las próximas elecciones presidenciales se aparta a uno de los más firmes competidores contra la derecha, sino que reafirman la idea de que en Colombia no sería posible hacer oposición desde el juego democrático. Uno de los principales ejes de los diálogos de paz que adelantan en La Habana el gobierno colombiano y las FARC-EP es que la insurgencia tenga espacios para la participación política desarmada, de modo que la destitución de Petro, antiguo guerrillero, daría entender que tal participación no es posible.
Desde Alternatiba exigimos a las autoridades colombianas que respeten la voluntad ciudadana expresada en las urnas y que no permitan este robo de la soberanía popular. Y llamamos a la solidaridad internacional para denunciar este atropello y para acompañar al pueblo que hoy está en las calles reclamando que el alcalde continúe en el cargo para el que ha sido democráticamente elegido. Al pueblo colombiano le enviamos todo nuestro ánimo para que siga defendiendo la democracia y la justicia social, movilización y lucha.
¡Gora Herria!, ¡Venceremos!