El portavoz nacional de Alternatiba y parlamentario de Euskal Herria Bildu, Oskar Matute, ha comparecido en rueda de prensa esta mañana para hacer balance de la mitad de legislatura del gobierno de Urkullu y valorar el nerviosismo, manifestado en forma de ataques contra EHBildu, que lanzan estos días diferentes burukides del PNV.
Esta semana nos tocaba hacer balance del ecuador de la legislatura del gobierno de Urkullu. Y lamentablemente, hemos constatado que estamos a mitad de un camino hacia ninguna parte. Tenemos un ejecutivo que no solo no ha mejorado las condiciones de vida de los hombres y las mujeres que viven en nuestro país sino que, de hecho, las ha empeorado a través de políticas orientadas a beneficiar a quienes más tienen mientras sigue recortando derechos y servicios públicos excusándose en la crisis.
Un gobierno que tan solo tiene claro que debe perpetuarse en el poder y para ello no duda en pactar con cualquiera que le garantice un mínimo de estabilidad a cambio de migajas. No dudamos que un PSE en horas bajas es el mejor aliado para un PNV, lo demuestran al aceptar políticas de recortes que dejan a cada vez más gente en situación de vulnerabilidad cuando no directamente bajo el umbral de la pobreza.
Pese a todo, Urkullu lleva más de medio año hablando de «mejoría» de la economía vasca. Desconocemos si se refiere a las grandes empresas que siguen bajando sueldos mientras aumentan dividendos o a las que anuncian su cierre como Arcelor de Agurain o Edesa en Basauri.
Similares avances nos ofrece Urkullu en la normalización política de este país, con un PNV que demuestra nerviosismo y no saber dónde colocarse cada vez que alguien pone un tema delicado sobre la mesa. Cero avances y más palos en las ruedas en forma de operaciones policiales delirantes o una incomprensible falta de apoyo a la reivindicación mayoritaria de la sociedad vasca en pro de los derechos de las personas presas.
El PNV no quiere construir país de la mano de la ciudadanía y los agentes sociales y políticos, rechazando los llamados de EHBildu a avanzar en la euskal bidea; tampoco quiere apostar por el derecho a decidir de la sociedad vasca; no quiere arrancar ni participar de un proceso constituyente para avanzar hacia una Euskal Herria soberana porque prefiere seguir buscando acomodo en un sistema que le convierte en sucursal del régimen de Madrid.
El resultado de esta lamentable gestión es la creciente desconfianza que siente la ciudadanía frente al gobierno de Urkullu y las instituciones, tal y como ha recogido el Euskobarometro. La mayoría de la sociedad, tres de cada cuatro personas, considera que este lehendakari no hace lo suficiente frente a la crisis y el desempleo. Y también lamentan el inmovilismo de cara a la celebración de una consulta que determine la voluntad mayoritaria del pueblo vasco.
Y ante la ineficacia en el gobierno, frente a la mala gestión, desde el PNV se miran al ombligo consolándose, como habitualmente hacen, en estar un poco mejor que en el resto del estado que tienen como principal referencia. Y solo les queda subir el tono y atacar a EHBildu para tratar de ocultar sus miserias.
Así, a las y los burukides que parecen interesadon por el oleaje, deberían preocuparse bastante más por la ola que ha arrasado con las condiciones de vida de la ciudadanía vasca, y también por la ola de indignación que llena las calles frente a las políticas que aplica el Gobierno de Urkullu. Olas como las que sacaron ayer a la calle en diferentes citas a miles de personas en diferente ciudades de la CAV reclamando dignidad, freno a la pobreza, empleo, fin de leyes represivas, derechos para todas las personas… reivindicaciones y personas a las que el PNV da la espalda una y otra vez.