No todas las leyes tienen la misma efectividad ni se aplican con la misma determinación. Existen leyes escritas en mayúsculas que se aplican como norma general; y leyes que, por lo contrario, se convierten en mero papel mojado, como es el caso de la Ley para la Igualdad de Mujeres y Hombres de la CAV. Aun reconociendo que ha generado algunos cambios positivos, son muchas más las normas y medidas que se han quedado en papel. Para Lakua, la Ley de Igualdad ha sido y sigue siendo una ley de tercera categoría, más parecida a una guía de consejos y buenas prácticas, que una ley que define derechos y deberes que se tienen que cumplir.
Los avances más destacados se han realizado en el interior de las instituciones, en ayuntamientos, diputaciones y Gobierno Vasco, en la medida en que sí se han desarrollado algunas medidas recogidas en la Ley. Concretamente, se han ido creando departamentos y unidades de igualdad antes casi inexistentes, con personas cada vez mejor preparadas, conórganos de coordinación y redes de colaboración, trabajando de forma planificada. Todo ello es necesario, aunque no suficiente,para empezar a trabajar con perspectiva de género, prestando especial atencióna los problemas, necesidades e intereses específicos de las mujeres y de los hombres, y desarrollar políticas específicas de igualdad.
Sin embargo, los presupuestos para igualdadsiempre demasiadoescasos, impiden poder incidir con la fuerza necesaria. Elobjetivo de la igualdad entre mujeres y hombres se considera, además, un objetivo postergable, no prioritario, más aún en tiempos de crisis. El que no sea prioritario,los limitados recursos y la escasa financiación son ingredientes perfectos para el fracaso, y las inercias se imponen sobre el cambio.
Es verdad que la Ley introduce elementos con un gran potencial, estableciendo, por ejemplo, que las políticas públicas tienen que ir acompañadas por una previa evaluación de impacto de género.Elloposibilitaría conocer la afección de cada políticaen las vidas de mujeres y hombres antes de implementarla, pudiendo introducir medidas correctoras. Una medida con un gran potencial que, sin embargo, no se está desarrollando.
Los medios de comunicación y la publicidad, siendo instrumentos poderosísimos que transmiten valores y estereotipos sexistas, también son interpelados, aunque la mayoría de los medios parecen obviarlo. Se prohíbe presentar a las personas como inferiores o superiores, o como meros objetos sexuales y se establece que los contenidos deben garantizar una presencia equilibrada y una imagen plural de ambos sexos, al margen de cánones de belleza y de estereotipos sexistas. Principios realmente interesantes que siguen siendo más un deseo que realidad, ya quelos medios y la publicidad no se sienten interpelados por la ley ni por Lakua. Lo más grave es que ni siquiera la radio televisión pública vasca, EITB, se rige por estos principios, dejando en evidencia la debilidad de la Ley.
Respecto a la participación de las mujeres en los órganos de decisión y poder, la Ley de Igualdad establece que la presencia de mujeres y hombres debe ser equitativa.Sin embargo, las mujeres siguen siendo marginadas de estos espacios, perpetuando una situación deapartheid.Enpuestos de responsabilidad política, la situaciónse acerca bastante a la paridad en los cargos más visibles (consejeros/as de Lakua y diputados/as en diputaciones). Pero la situación es enormemente desigual en viceconsejerías, secretarías y direcciones. Las mujeres alcaldes son, igualmente, una minoría. Las instituciones deberían fomentar que las direcciones de otros órganos sean paritarias, tanto en sindicatos, patronales y consejos de administración de empresas, entre otros; ámbitos que hoy por hoy son casi coto reservado para hombres.
No es menos alarmante la poca o nula incidencia de la Ley en las condiciones de vida de las mujeres, algo fundamental para que la igualdad no sea pura ficción. Poco, nada se ha hecho desde Lakua para implicar a los hombres y a las instituciones públicas en el trabajo del cuidado de las personas, dejando que impere la inercia y el sálvese quien pueda, dejando la mochila pesada de los cuidados sobre los hombros de las mujeres. Y poco o nada se ha hecho para mejorar las condiciones laborales de las mujeres en el mercado de trabajo. Todo lo contrario. El propio Gobierno Vasco está destruyendo empleo público ocupado mayoritariamente por mujeres (en Osakidetzay Educación, p.e.). Resultado: las mujeres siguen perdiendo, siguen sufriendo un desigual reparto del trabajo, siguen siendo empleadas de segunda categoría en el mercado de trabajo y son las cuidadoras principales a tiempo completo, doblemente explotadas. Resulta paradójico que las mujeres, las principales encargadas de sostener la vida y el bienestar, no tengan derecho a disfrutarla.
La Ley de Igualdad establece normas y medidas necesarias para transitar de una situación de desigualdad entre hombres y mujeres a un escenario de mayor igualdad, para transitar de la igualdad formal a la igualdad efectiva;pero no está siendo un instrumento efectivo por falta de voluntad política. Sin embargo, más vale tarde que nunca. Durante años se ha dejado para mañana esta labor, pero mañana ha llegado, mañana es ahora.