Joxe Iriarte ‘Bikila’ – Alternatiba
Desde que estalló la crisis del 2008, los sucesivos memorándum que la Troika ha impuesto a Grecia no han hecho más que agravar extraordinariamente los sufrimientos de su población: deuda y reformas con el único propósito de beneficiar a los ricos y reducir derechos y un saqueo sistemático de las empresas y el patrimonio griego.
“Tras cinco meses de negociación nuestros socios nos han planteado un ultimátum (…) Su objetivo es humillar a todo un pueblo (…) tenemos una responsabilidad histórica de afirmar la democracia y la soberanía nacional, y esta responsabilidad nos obliga a responder al ultimátum basándonos en la voluntad del pueblo griego. He propuesto al consejo de ministros la organización de un referéndum”. Fueron las desgarradoras palabras de Tsipras ante el chantaje de la Troika.
Tras la aplastante victoria del OXI, el pueblo griego sorprendió al mundo respondiendo masivamente al llamamiento del gobierno y, en condiciones sin precedentes según los estándares de posguerra de cualquier país europeo, votando NO de forma masiva a las propuestas coercitivas y humillantes.
Finalmente, y de forma desconcertante, el gobierno griego, cedió al chantaje, argumentando que era la opción menos mala. En realidad, antepuso sus miedos a la opinión de la gente, y convirtió la consulta popular en papel mojado. Y con ello, toda su estrategia basada en la defensa de un plan anti-austeridad sin salirse del euro termino con un estrepitoso fracaso. Syriza ha sido doblemente víctima, de la estrategia de sus acreedores y de la suya propia, la de apostar todo a la negociación sin preparar un plan alternativo, que supusiese entre otras medidas, salirse de la eurozona.
Ello ha producido la ruptura interna (que ha impulsado la candidatura de Laikí Enótita, la Unidad Popular) y lo que es peor, ha reforzado la tesis de que esta Unión Europea, sus políticas y sus relaciones reales de poder, no tienen alternativa. Queda la estrategia del miedo: o se aceptan estas políticas o se producirá el caos de la salida del euro.
Con estas elecciones, Tsipras ha buscado refundar su gobierno sobre una base completamente pro memorándum, quitando tiempo para organizarse a la oposición interna en Syriza y antes de que los costos sociales del nuevo acuerdo comiencen a corroer su liderazgo.
De momento, la maniobra le ha salido bien. Ha recibido el apoyo suficiente para lograr la victoria y conformar un nuevo gobierno con ANEL, socio ya en el anterior gobierno y sin nadie que se le oponga desde sus propias filas.
Pero este gobierno no es ni la sombra del que ganó el 25 de enero. En menos de un año, ha enterrado las esperanzas de cambio, se ha plegado a los dictados del mundo financiero y desmoralizado a la población, que esta vez en medio de una gran apatía, ha votado la opción que ha considerado menos mala. Y es que lamentablemente, la Unidad Popular (2’8% de votos) ha fracasado en su intento de articular políticamente el OXI expresado en el referéndum, lo que demuestra que el desánimo, el desconcierto y el miedo han prevalecido por encima de las esperanzas y los deseos de cambio. En muchos aspectos, habrá que empezar de nuevo.
Desde Euskal Herria, hemos de señalar que una de las lecciones fundamentales de lo acontecido en Grecia es la necesidad de construir alternativas capaces de aguantar y responder a los dictados de la Troika. Una estrategia que ponga el acento en el impago de la deuda inmoral e ilegitima (y que contemple la salida de la eurozona si es necesario) y logre acumular fuerzas en dicha dirección, también a escala europea. Grecia ha comprobado las enormes resistencias que a escala nacional y europea es necesario enfrentar para hacer otra política al servicio de otra economía. Son muy poderosos los intereses que se han articulado –y muchas las ganancias que se han cosechado- alrededor de las políticas e instituciones comunitarias.