Euskal Herria no ha conocido en los últimos 175 años ninguna generación que no haya vivido un conflicto. Este pueblo conoce, de una manera o de otra, las consecuencias de vivir en conflicto permanente. Hace casi cuatro años, en la Conferencia Internacional de Aiete, se le abrió a Euskal Herria la oportunidad y la esperanza para la resolución definitiva del conflicto.
Los pasos dados entonces ante la mirada internacional y de modo unilateral abrieron el camino para la paz definitiva. Se inició el camino para la paz que tanto ha deseado y desea Euskal Herria.
Esos tiempos de esperanza, en cambio, han conocido numerosas dificultades: por desgracia, en contra de la decisión adoptada por este pueblo de vivir en paz, los Estados español y francés han decidido que quieren arruinar ese camino. No quieren la paz, porque con el conflicto se sienten más cómodos que con la paz.
El nuestro es un pueblo pacífico que quiere construir la paz. Que ha decidido vivir en paz. Que desea tener voz y decidir, ante quienes no desean la resolución, ante quienes han decidido vivir en conflicto permanente. Que desea decidir y que desea la paz.
No es tiempo de jugar a pequeña, sino de llevar hasta el final la decisión tomada como pueblo de vivir en paz y libertad. En este momento histórico, tenemos una vez más la responsabilidad y obligación de actuar como pueblo. No podemos defraudar a esos miles de ciudadanos y ciudadanas que han trabajado por convertir en realidad el sueño de la consecución de la paz.
Por todo ello, desde la sinceridad y la firmeza queremos hacer un doble llamamiento a Euskal Herria y a nosotras mismas. El primero, que sigamos dando pasos en el camino de la paz, siendo ejemplo en materia de convivencia y pacificación. No podemos renunciar al sueño de vivir en paz. Sigamos demostrando que es posible. Sigamos poniendo cada una de nuestro parte para seguir construyendo la paz como pueblo.
El segundo llamamiento es para la manifestación que convocamos para el próximo 3 de octubre en las calles de Donostia, a las 17:00 horas, bajo el lema ‘Bakea, Erabakia’. Llenemos las calles de Donostia de sed de paz y libertad. Convirtamos las calles de Donostia en el camino que nos llevará a la paz definitiva. Convirtamos los caminos en pasos y los pasos en camino para que Euskal Herria, por fin, pueda dar la bienvenida a nuevas generaciones que no conocerán el conflicto.