Sandra Llano – Alternatiba Gazteak
En estas semanas en las que parece desintegrarse el presuntamente antiquísimo Reino de España, conviene recordar el auténtico significado de la independencia y, sobre todo, de la soberanía. Y es que para la izquierda, la independencia no debe ser un objetivo final en sí mismo.No al menos desligándolo de otro concepto tanto o más importante como lo es la mentada soberanía.
Y es que mirando cualquier mapamundi, podemos ver países supuestamente independientes a raudales. Cada uno con su bandera, su himno, su ejército y sus selecciones deportivas. La cuestión es si son soberanos. Y es que hemos visto como a países como Grecia, les ha sido arrebatada su soberanía, su capacidad para garantizar por sus medios y decisiones la vida digna de las mujeres y los hombres que componen ese país; insistimos, independiente pero no soberano.
Hay quien se reivindica de izquierdas pero no termina de definirse en cuestiones como el derecho a decidir, con la premisa de que lo primero es combatir los recortes de la derecha. El proceso catalán nos deja evidencias de esa izquierda con las ideas tan poco claras, o más bien con las voces muy poco definidas.
Desde luego, no podemos obviar que afrontamos este proceso en un contexto de crisis sistémica, caracterizada por una situación generalizada de pobreza a nivel mundial, desigualdad creciente, dictadura de los mercados y superación de los límites físicos del planeta.
Euskal Herria, como Catalunya, no es una excepción y la ciudadanía sufre una grave conculcación de derechos políticos, civiles, económicos, culturales y sociales. Particularmente las mujeres, porque allí donde hay pobreza, desigualdad o conculcación de derechos las mujeres siempre las sufrimos en mayor medida que los hombres.
Así, son cada vez más las y los ciudadanos que viven situaciones desesperadas y de auténtica exclusión social, ya que las imposiciones de los poderes financieros que los estados francés y español aplican a rajatabla hacen imposible no solo retornar a lo que otrora se llamaba estado del bienestar sino a mantener unos mínimos que permitan vidas dignas.
Y creemos firmemente que es posible construir una Euskal Herria no solo independiente sino también soberana, cimentada en la justicia social. Por ello, construcción nacional y construcción social pueden y deben ir de la mano. La izquierda soberanista no puede renunciar a ninguna de las dos vertientes, porque en realidad son caras de la misma moneda.
La independencia es una oportunidad de construir un país más justo, unas vidas más dignas y una realidad más igualitaria. Y el peso político que la izquierda alcanza en los procesos electorales en Euskal Herria nos demuestra que es más posible esa realidad aquí que en el conjunto del estado. Pero esta realidad, además, conecta de lleno con unas reivindicaciones históricas y con una cultura e idioma propios; pero por encima de todo conecta con la voluntad mayoritaria de la sociedad vasca de querer decidir, como pueblo emancipado, en libertad y sin cortapisas ni amenazas de ningún tipo, cual debe de ser su futuro.
Por eso, la Euskal Herria que perseguimos es aquella donde las clases más desfavorecidas tengan oportunidades de vivir dignamente; donde se luche activamente contra las desigualdades entre hombres y mujeres; donde seamos conscientes y consecuentes con los límites naturales del planeta; donde tengamos pleno derecho a vivir en nuestra lengua. Y solo será posible en la medida en que podamos alcanzar la hegemonía política y social, en la que desde luego los partidos políticos son tan solo una pieza más del engranaje, para condicionar la agenda de un estado en descomposición multidimensional (corrupción, recortes, vulneraciones sistemática de derechos, dejes totalitarios…) y sus instituciones.
En definitiva, se trata de que en este viaje que ya hemos emprendido, no nos dejemos la coherencia por el camino respecto a nuestro objetivo, ni las aspiraciones de las personas esperanzadas en este proceso y que sí están dispuestas a acompañarnos en este viaje.