Toni Ramos – Alternatiba
Tensión, nerviosismo, incertidumbre… Esto es lo que se vivió recientemente por la situación política de Catalunya. Mientras la CUP-CC había estado debatiendo durante meses, presentando alternativas y tomando decisiones democráticamente, JPS se mantenía en su única e irreversible propuesta de presentar a Artur Mas como candidato a President de la Generalitat. Todo el mundo daba por hecho que se iba a llegar a unas elecciones en marzo, pero a última hora, en el último minuto, casi sobre la bocina, el President en funciones lanzó un triple echándose a un lado y dando paso a Carles Puigdemont, alcalde de Girona y presidente de la Associació de Municipis per la Idependencia, como candidato a la presidencia.
Una maniobra digna de los mejores estrategas. Artur Mas, que se las ingenió para subirse al carro de la independencia en el momento en que se evidenciaba la caída libre de CiU, ahora se aparta para vender su artimaña como un sacrificio por su país, algo que seguramente le reconocerán sus compañeros y compañeras de JPS, sus votantes y los medios de comunicación afines.
El acuerdo al que han llegado JPS y la CUP-CC es del todo injusto y desproporcionado, un precio demasiado alto a pagar por la formación anticapitalista por el mero hecho de que Mas no sea President. Pero hay que tener en cuenta que en toda negociación hay tiras y aflojas y en los resultados también pueden aparecer cosas buenas, en este caso muy buenas:
La primera y más evidente es la desaparición de una imagen vinculada al neoliberalismo más rancio, a la Troika, a la carencia de democracia, a la demagogia, a la corrupción, etc. El narcisismo de Artur Mas se queda fuera, o al menos en segundo plano, en un proceso constituyente que lo último que necesita es una figura de referencia, porque nace de la sociedad catalana y es esta sociedad la que debe liderarlo. Queda meridianamente claro, después de comprobar que se sigue caminando hacia la independencia tras la retirada de Mas, que ni el Procés es Artur Mas ni Artur Mas es el Procés. El Procés Constituent continúa a pesar de todo, a pesar de Mas.
El acuerdo garantiza a su vez el cumplimento de la hoja de ruta que se aprobó en la resolución del 9N, tanto en lo concerniente a los 9 puntos de la declaración independentista como en lo relativo a los 9 puntos del anexo. Es importante recordar que estos últimos puntos hacen referencia a un plan de choque de emergencia social destinado a proteger derechos fundamentales para las y los catalanes (educación, sanidad, pobreza energética, derecho al aborto, etc.).
Por otro lado, la CUP-CC incorporará a dos parlamentarios a la disciplina del grupo de JPS para garantizar el cumplimiento de los acuerdos y hacer de enlace coordinador entre ambas formaciones, pero en ningún caso dejarán de formar parte del grupo de CUP-CC, con lo que continuarán con la fuerza de 10 parlamentarias y parlamentarios. Con esto, la formación anticapitalista se asegura la lucha en el Parlament por el independentismo, el anticapitalismo y el feminismo, y, tal y como aseguró Anna Gabriel en su discurso de investidura, “por la solidaridad, el internacionalismo y la movilización social”.
El seguro que representan las 10 parlamentarias de la CUP-CC en la institución para continuar con la lucha por los derechos sociales y la soberanía de las y los catalanes, precisa necesariamente de la movilización popular. Extrayendo las palabras de Diego Garrido (militante de En Lluita y la CUP) en su artículo “Cap als pressupostos sobirans i socials sense Mas”, el papel de la CUP-CC en la calle debe ser el de “continuar reforzando las luchas y ampliando la base social del independentismo por la izquierda”. Porque la independencia no es el objetivo en sí mismo, sino una herramienta más que necesaria para la conquista de todo aquello que el Reino de España niega a la sociedad catalana sistemáticamente. En este sentido, las luchas sociales son la base para la creación de una alternativa real hacia una república justa, democrática y soberana.
El Porcés Constituent continuará, y lo hará por el empuje de la sociedad catalana.