Luis Salgado – Alternatiba
Durante buena parte de mi infancia y mi adolescencia la II Guerra Mundial era argumento de buena parte de las películas que se emitían por televisión. A las más bélicas, aquellas que apenas tenían argumento fuera de las batallas, le acompañaban otras que dejaban entrever pequeños matices sobre el nazismo y lo que supuso en la vieja Europa. Es cierto que con aquellos viejos films hollywoodienses poco o nada de valor se podía extraer, pero al menos sembraron la semilla de la curiosidad y gracias a ella investigué, leí, y aprendí, pero, por más que uno leía e investigaba había una duda que parecía no tener respuesta.
A lo largo de muchos años, esa duda me ha carcomido por dentro, y hacía referencia a los indiferentes, esos seres grises que abundan por doquier, personas que son fieles reflejos de los tres monos sabios, no ven, no oyen y no dicen. ¿Cómo era posible que toda la sociedad alemana permitiera que un loco con poder realizara tales brutalidades? Hoy sé que basta con que una minoría mayoritaria alcance el poder para que una mayoría silenciosa sea cómplice de sus atrocidades. Y también sé que si existe una minoría contestataria la represión hará el resto. Y nada ha cambiado. Bueno, quizás las formas actuales no sean tan expeditivas como las utilizadas por el III Reich, o quizás es que la UE al completo se ha convertido en el IV Reich y buena parte de la ciudadanía europea nos hayamos convertido, sin darnos cuenta, en esa masa gris y silenciosa cómplice de la locura.
Digo esto porque cada vez es más difícil diferenciar los tiempos que nos ha tocado vivir con aquellos pasados. Quizás no haya un líder claro, un führer, con gusto por los desfiles militares y los uniformes. Quizás nos confunda que el concepto de Reich hable ahora de la UE y no de un sólo Estado con ínfulas imperialistas. Quizás ahora quienes nos gobiernan prefieren los trajes italianos y gobernar en la sombra desde las grandes corporaciones, pero no han perdido el gusto por las intervenciones militares, ahí están Afganistán, Irak, Mali, Libia, Siria… etc. Tampoco han perdido su gusto por reprimir a quien levante la voz en la dirección contraria a la establecida y día a día aumentan el control, y el miedo sea moneda habitual. Será que los medios nos venden que la ultraderecha avanza en Europa para disimular que sea el Fascismo quien nos gobierna ya. ¿Cómo explicar sino las últimas medidas adoptadas en esa Europa idílica que nos venden?
Europa ha muerto, si es que alguna vez estuvo viva. Si alguna vez Europa tuvo un interés más allá del económico, si alguna vez le preocupó “lo social”, poco o nada queda ya de esa preocupación. Cierres de fronteras, campos de concentración para refugiados a lo largo y ancho de toda la UE, robos y expropiaciones legalizadas a las personas que huyen de un país en llamas que la propia UE incendió. Puertas que se pintan para diferenciar al “nacional” del “foráneo”, pulseras que asemejan demasiado a estrellas de David, parlamentarios exigiendo que se abra fuego contra los refugiados que llegan a las costas griegas. Modificación de las leyes para perseguir a las personas que muestren solidaridad con las personas que sólo buscan sobrevivir. Esto es el cadáver de Europa, el alma del Reich.
¿Pero que hay de los europeos? Pues quien no jalea dichas medidas, calla. Y quienes hablan, quienes hablamos, somos carne de presidio que diría Nacho Cicatriz. Y por supuesto, cientos de miles, millones quizá, de europeos que creen que es insuficiente lo que se hace sufrir a esas personas que han tenido que abandonar sus hogares, sus vidas y huir. ¿Y tú? Tal vez busques excusas, cientos de excusas, las excusas son sencillas de encontrar y nos ayudan a obviar nuestra responsabilidad, pero tú y yo somos responsables por callar, o por hablar demasiado bajo. Tú y yo estamos violando a las refugiadas país a país, kilómetro a kilómetro como denuncia Amnistia Internacional. Tú y yo asesinamos en silencio, por frío, por inanición a decenas de miles de personas, a miles de Aylanes. Y sí, también a esos 15.000 desaparecidos. Porque puede que no te alistes jamás en las nuevas SS, pero sino te revelas, no lo dudes, tú eres tan responsable como quien los ejecuta.