En 2018 la conferencia “Igualdad, diversidad e inclusión” recalará en Bilbao, una ciudad cuyo gobierno apoya el TTIP, desprecia iniciativas como Correscales y las políticas de igualdad no tienen cabida en el Plan de Gobierno 2015-2019. En el presente artículo, la compañera de Alternatiba y concejala de EH Bildu Bilbo Alba Faturate reflexiona al respecto.
Alba Faturte – Alternatiba
El pasado jueves, a escasos días del 8 de marzo, se publicaba en prensa que Bilbao ha sido la ciudad escogida por el Consejo de Municipios y Regiones de Europa para acoger en 2018 su próxima conferencia sobre “Igualdad, diversidad e inclusión”. Curioso, cuando menos, que la ciudad del alcalde que no sabe qué más hacer contra la violencia machista sea la que acoja este evento.
Y es que cabe suponer que Bilbao, como ciudad anfitriona, tendrá un espacio destacado para explicar qué está aportando en este ámbito y enumerar las decenas de planes, protocolos y acciones puestas en marcha en el ámbito de la igualdad. Lo que seguramente no dirán los responsables municipales será lo que muchas constatan: Que un asunto que debería estar en la primera línea de acción de las políticas públicas no está en la agenda de este gobierno y que ocupa un lugar marginal cuando no anecdótico dentro de las prioridades de este ayuntamiento. Y para muestra un botón: en el Plan de Gobierno 2015-2019 presentado a bombo y platillo ante la prensa, las políticas de igualdad no tienen cabida entre sus 10 ejes estratégicos y la palabra feminismo ni siquiera se menciona en todo el documento.
Tampoco explicarán ante sus ilustres invitados que el equipo de gobierno formado por PNV y PSOE se ha posicionado a favor del TTIP en el Pleno del Ayuntamiento de Bilbao, o en contra de apoyar iniciativas como la carrera contra la precariedad Correscales. Iniciativas diversas y con diferente procedencia, pero que tienen un denominador común: denunciar un sistema que necesita del patriarcado, de la opresión de las mujeres, para sobrevivir; para seguir poniendo los intereses de los poderosos por encima de la vida de la mayoría, de los derechos y de la dignidad de las personas; un sistema que castiga doblemente a las mujeres, que se basa en arrebatarnos derechos a la mitad de la población para perpetuar los privilegios de la otra mitad; que necesita que las mujeres demos a luz a mano de obra barata mientras cuidamos gratis y por amor; que nos precariza, nos empobrece, nos viola y nos mata; que nos intenta vender la imagen de una sociedad en paz, aunque manejemos a diario cifras de guerra.
No es precisamente la mejor carta de presentación para acoger una cumbre donde dar a conocer y contrastar el compromiso y el trabajo que realizan los municipios de toda Europa para el fortalecimiento de las políticas locales de igualdad.
Pero trascendamos la crítica. Esta puede ser una gran oportunidad. 2018 podría ser el horizonte para dar ya un giro de 180º y un verdadero impulso a las políticas de igualdad en esta ciudad. Aumentemos el presupuesto dirigido a políticas de igualdad (a día de hoy solo supone un 0,13% de un presupuesto total de más de 500 millones de euros); escuchemos las reivindicaciones del movimiento feminista de Bilbao, uno de los más activos y diversos de Euskal Herria; dejemos de ser la única capital de la CAV sin escuela de empoderamiento ni Casa de las Mujeres; invirtamos todos los recursos que sean necesarios para que las calles y la noche no sean territorio hostil para la mitad de la población bilbaína; apoyemos espacios autogestionados por y para las mujeres; seamos imaginativas, valientes, transformadoras en nuestras propuestas. Aportemos algo a esa conferencia más allá de protocolos de actuación y manidas campañas de sensibilización; aportemos ideas radicales –porque aborden la raíz- dirigidas a erradicar la violencia sistémica.
2018 está a la vuelta de la esquina y este ayuntamiento tienen muchos deberes que hacer si quiere llegar a ser en dos años una digna sede de una conferencia sobre políticas de igualdad, algo que solo se puede lograr destinando recursos y poniendo voluntad política encima de la mesa.